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Alejandro Márquez, subdirector del ISSSTE Irapuato, hostiga y agrede a trabajadora; hay denuncia
Celia Juárez Paniagua cuenta su caso como víctima de acoso laboral. La CNDH señala al ISSSTE dentro de las dependencias con más casos de violencia hacia los trabajadores
Por Edith Domínguez y Alonso Merino Lubetzky
Celia Juárez Paniagua, supervisora de área administrativa de la Clínica Hospital del ISSSTE en Irapuato, presentó una denuncia ante el Ministerio Público por privación de la libertad y agresión en contra de Alejandro Márquez Ramos, subdirector administrativo de la misma institución. Celia habría intentado tomar una foto a Alejandro para defenderse en contra de actos de hostigamiento y acoso laboral acumulados, quien al enterarse la encerró y la agredió físicamente aprovechando el momento en el que ella hacía inventario del equipo de cómputo en su oficina.
En reportes semanales de agosto y septiembre de 2020, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) señala al ISSSTE como una de las tres dependencias cuyas autoridades incurren con mayor frecuencia en los siguientes actos violatorios a derechos humanos de sus trabajadores: acoso laboral, acoso sexual, despidos injustificados, discriminación, falta de medidas de prevención, hostigamiento laboral y negativa a resguardo domiciliario por la pandemia.
"Yo siento que [el constante acoso] es para que me canse, pero tengo 20 años de servicio. [...] El hostigamiento es hacia el jefe de almacén, hacia la jefa de cajas. El hostigamiento es en general. Fue mucho el acoso hacia el residente de mantenimiento, renunció y se fue", explica Celia.
"Pensé que llegarían a auxiliarme"

Celia tiene 20 años de servicio y cuando llegó a trabajar al ISSSTE entró al área de Alimentación como supervisora. Durante todos estos años ha sido reasignada de área al menos en cuatro ocasiones, pese a que suma certificaciones, diplomados y cursos en el área de servicio de alimentos donde ha trabajado 17 años. Todas las reasignaciones han sido por órdenes de distintos Subdirectores Administrativos en el ISSSTE y, todas, —según relata— acompañadas de episodios de hostigamiento.
En 2017 Celia ya había presentado una queja por acoso laboral (mobbing) ante la CNDH del cual "fue objeto por parte del personal de base y suplentes" bajo su cargo en el hospital. En esta señala principalmente a la subdirectora Karla Yadhira Argüelles por abuso de autoridad y por responsabilizarla de irregularidades en su área de trabajo fuera de su horario laboral.
El pasado 05 de noviembre Celia se encontraba haciendo un inventario general de equipo de cómputo. Mientras estaba tomando las fotos del regulador, pantalla y CPU de la oficina del Subdirector Administrativo, Alejandro Márquez Ramos, este llegó, cerró la puerta de la oficina y en modo imperativo le dijo que quería hablar con ella. Celia accedió, pero quedó "atrapada detrás de su escritorio y él quedó por enfrente".
Alejandro le pedía que borrara unas fotos que Celia había intentado tomar de él y sus esposa —quien también es trabajadora del ISSSTE como encargada de Guardias y Suplencias en Recursos Humanos— cuando caminaban por el estacionamiento del Hospital con un paquete de alimentos.
Y es que no hace mucho Alejandro Márquez le había prohibido a Celia salir a comer o a comprar alimentos alegando que solamente con un pase de salida era posible. Luego de incontables actos de abuso de autoridad, Celia quiso tomar las fotos como respaldo para señalar que la prohibición era injusta o que, en todo caso, debía aplicarse por igual a todo el personal, incluidos los puestos directivos.
"Borré las fotos porque no me servían. Cuando tomé la foto solo se veía su cara, pero no se veía que llevaba cargado porque se atravesaron unas personas", dice.
Alejandro le dijo que por haberle tomado las fotos la iba a acusar de secuestro, de acoso y que le iba a levantar una denuncia ante el Ministerio Público. "Me dijo que no conocía quién era él, que no sabía lo que me esperaba", nos cuenta.
"Traté de salir [de la oficina] pero me impidió el paso, se puso enfrente de mí. Como está un anaquel a un lado, nada más cabe una persona por ahí. Yo trato de salir y me pone la mano en el hombro, me empuja y choqué con la pared. Se me activó el chip y lo empecé a grabar. Traía el teléfono celular en mi mano y grabé la conversación".
Durante el forcejeo Celia le insistía que ya había borrado las fotos, pero Alejandro repetía que lo hiciera en su presencia. Ante los gritos de Celia no hubo personal que acudiera en su ayuda, pese a que afuera había secretarias y la puerta con la que linda la oficina de Alejandro es la de la Coordinación de Finanzas y había gente dentro.
"Trata de quitarme el celular de la mano, pero pues lógico no se lo permito. Empezamos a forcejear, me jalonea y pego en repetidas ocasiones en la pared, porque pues está muy cerquita. Me siguió jaloneando y empecé yo a gritar. Pensé que cuando yo empezara a gritar él me iba a soltar, e iban a llegar más personas a auxiliarme. No sucedió así, él seguía forcejeando, aunque afuera había secretarias y no sé cuánta más gente pudo haber, pero nunca ingresaron".
Fue hasta que gritó ¡Auxilio! que alguien abrió la puerta y Celia se dio cuenta que había más gente ahí parada.
"Las secretarias no me auxilian, me auxilia la trabajadora social que estaba ahí afuera. De hecho cuando yo salí pedía que me devolviera mi celular y las personas que estaban ahí se lo pasaban de unas manos a otras y él seguía gritando, ya alterado también, que exigía que se borraran las fotos. Yo pedía que me devolvieran el celular".
Pacto del acoso

El altercado terminó en la dirección del hospital, donde Verónica Díaz, la subdirectora médica, le dijo que "no se valía la solidaridad o el apoyo moral de personas allá afuera que pedían entrar a verme". Celia relata que había compañeras afuera de la dirección preguntando cómo se encontraba, pero nunca las dejaron pasar.
Pasó un tiempo en la oficina junto con Alfredo Jiménez de Recursos Humanos esperando al director de la institución, el Dr. Shaury Fuentes. Este último nunca llegó. Su jefa inmediata, Gabriela Castaño, encargada de Recursos Humanos, tampoco atendió su problema, pues argumentó que debía partir a Celaya. "No me preguntó nada, ni cómo estás, ni qué pasó, se me quedaba viendo y no decía nada".
Cuando la subdirectora médica le entrega su celular este tenía una notificación de transferencia de archivos mediante bluetooth. Le pidió una explicación a Alfredo Jiménez, quien solo "movió los ojos, levantó los hombros y no comentó nada".
Debido a la conmoción, Celia acudió al área de Urgencias acompañada por una trabajadora social. El doctor de turno la atendió y le diagnosticó presión y azúcar altas. La auscultó. Tenía dolor por los golpes, un moretón en la mano derecha bajo el pulgar y se había roto las uñas en ambas manos.
La trabajadora social la auxilió en todo momento. "Estaba muy alterada, llorando igual que yo" —comenta. La trabajadora social llamó a la policía y al cabo de un tiempo un agente de Proximidad Social levantó su reporte y dijo que iba a enviar a la Unidad de Violencia, cosa que no sucedió.
El médico de turno levantó el reporte de urgencias. Celia lo leyó. Decía "que tenía una crisis nerviosa y un descontrol metabólico. En ningún momento puso que sufrí una agresión, que me agredieron físicamente o que fue derivado de".
A las 6 de la tarde fue dada de alta y se dirigió al Ministerio Público porque el Instituto de las Mujeres Irapuatenses ya estaba cerrado. Levantó la denuncia, se abrió la carpeta de investigación y le asignaron un folio: 192816. Reza: "denuncia por privación de la libertad y agresión en contra de Alejandro Márquez Ramos".

El pacto en favor del acoso laboral no termina ahí: el médico legista en el Servicio Médico Forense (SEMEFO) le dijo que la sensación de sus dolor podría deberse a algo "subjetivo" y no a algo real. Le pidió que si sentía dolor fuera con un médico por un dictamen y regresara con el mismo. En el MP no le asignaron psicólogo ni atención especial por violencia hacia las mujeres.
"De hecho cuando pregunté por un psicólogo o por el área de atención a las mujeres me dijeron que solamente la violencia hacia la mujer era por algo personal, que si era mi esposo, mi amante o que si vivía conmigo. Me dijo que esa unidad de violencia contra la mujer es solamente para lo familiar".
Celia también acudió a la Fiscalía General de la República donde le dijeron que su caso no les compete. "Que parece que por lo que fue es algo personal y que es laboral y que a ellos no les compete. Que tiene que ser por algo que se acuse de robo, de sustracción o algo y que a ellos no les compete".
Historial de hostigamiento
Celia había recibido una de tantas reasignaciones por estar fuera de su área de trabajo, luego de que, en ausencia de su compañera de Urgencias, ella salió de Traslados para acompañar a un familiar a ver a su paciente en quirófano.
Regresaba a Servicios de Alimentos una vez más. El lunes se presentó y no le hicieron la entrega del área como lo solicitó. Su jefa inmediata Gabriela Castaño le asignó pasar lista al personal de intendencia —un trabajo ajeno a su puesto— por órdenes de Alejandro Márquez. Le negaron el formato de la lista y le solicitaron empezarla desde cero.
Al cabo de unas horas, Celia solicitó a Gabriela Castaño permiso para salir a comer. Ya afuera de las instalaciones unos compañeros la invitaron a las gorditas "de la vuelta", aceptó y las compraron. Pero mientras desayunaba recibió una llamada de Gabriela Castaño pidiéndole que se regresara porque el subdirector Alejandro Márquez la estaba buscando.
—"¿Sabes que tienen prohibido salir? ¿A quién le pediste permiso?" —le dijo Márquez cuando la interceptó en el pasillo.
"Trataba de contestarle caminando rumbo al área de Recursos Materiales. Me cuestionó que por qué no contestaba el teléfono, pero pues yo venía caminando en la calle y le dije que tenía miedo de que me fueran a robar el celular porque así ha sucedido con compañeros, además estaba en modo "vibrar" para que no llamara la atención".
Alejandro le entregó nuevamente un oficio pidiéndole entregar título y cédula profesional en menos de 24 horas, "ya que habían hecho una revisión exhaustiva de mi expediente ahí en el área y que no habían encontrado dichos documentos y querían ver qué papeles acreditaban mi puesto en la cocina". De acuerdo al profesiograma —dice Celia— es suficiente con carta de pasante de licenciatura. Eso entregó, pero al día de hoy permanece sin respuesta y en un limbo laboral. Aquel permiso negado para salir a comer originó el conflicto por las fotografías.
7 de noviembre de 2020, 17:01
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