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Novelas autobiográficas escritas por mujeres en México
Tres novelas pueden caber en este contenido que subraya la novela de formación e íntima con la narrativa personal, de corte eminentemente autobiográfico: escrita por mujeres y protagonizada -en primera persona- desde unas circunstancias que dan cuenta también de la evolución social de México, implica reflexiones y decisiones formales a la hora de presentar las situaciones
En el mapa de las novelas de crecimiento escritas en México, por mujeres, destaca la aparición de novelas donde las protagonistas están atravesadas por la geopolítica o la conciencia de clase. Son obras publicadas después de 2015. Esas circunstancias, que destacan como paisaje íntimo que vertebra la visión de las protagonistas, ha orillado a las narradoras a buscar formas -oficio y artificio- para presentar a mujeres en proceso de crecimiento en el México del siglo XXI.
Tres novelas pueden caber en este contenido que subraya la novela de formación e íntima con la narrativa personal, de corte eminentemente autobiográfico: escrita por mujeres y protagonizada -en primera persona- desde unas circunstancias que dan cuenta también de la evolución social de México, implica reflexiones y decisiones formales a la hora de presentar las situaciones.
Se trata de novelas cuyas protagonistas están atravesadas por un entorno familiar que actualiza las costumbres, que dejan de lado convenciones morales o de clase, de estereotipos de otro tiempo y, con ello, hacen patente a las lectoras y lectores la sensación de estar ante una literatura del reconocimiento. Es decir, novelas con las que existe una identificación, en las que quien lee puede decir: “sí así suceden las cosas”. Esa es su actualidad, y consignarla supone una renovación al género literario tanto de la novela de formación como de la literatura del yo porque se ofrecen léxicos propios de este momento histórico, porque se sitúan en acontecimientos sociales recientes y reconocibles, porque las novelas están atravesadas por carácteres del ahora y una posición crítica que viene de la conciencia de estar escribiendo para incursionar en el panorama literario y editorial de México.
Gilma Luque publica Obra Negra en 2017. Excava en las consecuencias del cuerpo enfermo de la madre de la protagonista: el terror se construye con una alegoría: búhos. Es una novela escrita en primera persona que presenta a su protagonista en distintas edades. Marca el cierre cerca de los treinta y cinco años. Los espacios en los que transita los ha llenado Gilma Luque con un preciso cuadro de costumbres de los años noventa tanto como en una arqueología del yo cuyo ejercicio y pulso extrae el estado de soledad -y orfandad- en el que su personaje experimenta la falta de rumbo y, a la par, el proceso de autoconocimiento que significa esa insularidad de la protagonista.
En 2021 Lilia Ávalos debutó como novelista con Aura Ayar, novela a la que se le concedió el Premio Dolores Castro para escritoras. La protagonista ensaya una genealogía en donde presenta a una personaje que experimenta la incómoda mancha de ser ella a partir de un defecto físico de nacimiento. Ese es el lente con el que revisa Lilia Ávalos su intimidad hasta hacer el corte de caja cuando accede a un título universitario, referente de crecimiento y de entrada a la vida adulta en Aura Ayar. Indefensión, impotencia y resignación son cauces por los que navega la protagonista que encuentra en la escritura una manera de ordenar y, con ello, comprender el estado de cosas. Aunque es una prosa “como platicada”, no resta en nada esa fluidez a la contundencia de las conclusiones a las que llega la protagonista de este relato. El cruce geopolítico reside en que sucede en un San Luis Potosí de los años noventa y la crisis familiar se hace patente con deudas, hipotecas, desempleo; una diferencia frente a, por ejemplo, El cuerpo en que nací de Guadalupe Nettel que podría asemejarse en algunas coordenadas pero no en la condición social, que es distinta con lo que expresa desde otro sitio muy propio. Lilia Ávalos ajusta su trama a partir de la crisis del 94 en la que coinciden el estallido social en el sur de México, la firma del Tratado de libre comercio y lo que se conoció como el Error de diciembre. Crecemos con la narradora que sufre la historia, como diría Albert Camus.
Presentada como novela autobiográfica Dominio de Claudina Domingo asume la tradición autobiográfica de escritoras como Vivian Gornick, Marguerite Duras o Annie Ernaux. El descaro de escribir con materiales de la propia vida como impronta pone de relieve la importancia del artificio. En el caso de Claudina Domingo, la autora atraviesa el lenguaje, la estructura e, incluso, la oferta que significa en el mercado editorial mexicano. Pensaría que se trata de una de las primeras novelas autobiográficas asumidas como tal en México, escrita por mujeres. Elude el lugar de la autobiografía porque es la expresión de un cuestionamiento político además del estético; porque se trata de un episodio con talante acontecimental más que de un recuento cronológico, del que es sobreviviente. Se trata de una novela que, con la experiencia propia, cuestiona la autonomía de las mujeres de cierta edad, cerca de los cuarenta años, en México. Publicada por Sexto Piso en 2023 Dominio establece la trama a partir de lo que la autora llama “hospitalazos”. Clodin, protagonista y narradora, abre el episodio en un delirio. Está tendida en una camilla, dentro de una ambulancia. Sufre una hemorragia debido a un embarazo ectópico y es urgente una operación: es de vida o muerte. Coquetea con “la calaca”, dice la propia Clodin protagonista y, a partir de ese tránsito, vuelve a los años noventa, al recuerdo de la etapa en la preparatoria. Repasa y revisa su soledad voluntaria, su diferencia, su apetito de experiencias, trasunto de escapes por la ciudad y relaciones sexuales. Contrasta esa expectativa vital con el momento presente en el que aquel sentimiento de soledad se le ha transformado en uno de vulnerabilidad meridiana. Reparte las estancias narrativas en una lúcida conciencia de finitud y del detrimento del cuerpo propio. En medio de esas reflexiones existenciales y nihilistas, se atraviesa la conciencia de clase y la expresa con un humor negro poco visto en la literatura mexicana tan dado al melodrama y el do de pecho: en el camino a la muerte lo que le preocupa es la cuenta en el hospital.
Un hilo une a estas obras escritas por mujeres en los últimos años. Por una parte, coinciden en que sus protagonistas experimentan la vulnerabilidad, desde distintos frentes. Están atravesadas por un paisaje -es decir, conciencia de clase- que se subordina, además, a la invención en forma de lenguaje, situaciones, narración. Y, en las tres, la vía de comunicación y comprensión de sus propias circunstancias es la escritura. En las tres, este condicionamiento, el de escribir, se toma con seriedad. Es decir, como una convicción de ser escritoras. Los tres factores, entre otros, atraen la mirada de quienes leemos con curiosidad la actualidad de la literatura mexicana en donde las escritoras postulan protagonistas mujeres y enfrentan la empresa de hacer novelas como un reto estético y político
22 de marzo de 2025, 18:22
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