Estimados lectores continuamos con las reflexiones respecto a esa ciudad que no debió haber sido, o mejor dicho lo que no debieron ser las ciudades, como ya lo había anticipado, se pretendió crear espacios que brindaran seguridad a las personas, pero a la larga se convirtieron en un entorno que propicia problemas y depreda, no por el hecho de la propia vivienda o el equipamiento, sino que el marco jurídico, reglas y mecanismos se volvieron excluyentes, se tornaron en modelo de negación social, pero además se fue creando un riesgo silencioso, que pasó desapercibido y fue la depredación del “hábitat”, a costa de ello, pocos fueron quienes obtuvieron ganancias, fueron los desarrolladores y funcionarios gubernamentales coludidos. Pero eso no sólo terminó con el daño al hábitat, el daño permanece en el rubro especulativo con el encarecimiento de los inmuebles.

Retomaré un concepto que no debemos perder de vista y mencioné la semana pasada, “Según la Real Academia Española (RAE) “un hábitat es un lugar que cuenta con las condiciones apropiadas para que viva un organismo, especie o comunidad animal o vegetal. También puede referirse al conjunto de dichas condiciones”. Más adelante abundaré en el concepto.

En las entregas anteriores también mencioné que el modelo de desarrollo urbano propicia el agotamiento de recursos como el agua, aire y suelo, pero también a la degradación de dichos elementos, es decir, la contaminación, a la destrucción y desplazamiento de flora y fauna dañando el hábitat. Sin olvidar que también ello implica en el incremento del precio de las viviendas y terrenos, que sólo favorece a ese grupo de desarrolladores que viven de la especulación y excluyen al resto de la población.

A lo anterior, podemos sumar que las políticas actuales violentan el principio de derecho ambiental denominado: “equidad intergeneracional”, que comprende el no agotar los recursos que afecten a las generaciones venideras, ni heredar problemas, uno de ellos es el incremento de viviendas desocupadas que continuará creciendo, el encarecimiento de precios, la escasez de agua y de políticas hídricas de saneamiento, el equipamiento urbano obsoleto, vialidades colapsadas, desaparición de especies endémicas y no endémicas. Inseguridad pública y una calidad de vida deteriorada. ¿Les parece poco?

Vuelvo al tema que el modelo de urbanización debe dar paso a un modelo de hábitat. Me permitiré citar la visión que tiene el estado mexicano en la actualidad a través de la SEDATU, que a pesar de un esfuerzo en modificar y darle un sentido despojado de la visión capitalista en la Ley General de Asentamientos Humanos, aún sigue siendo excluyente y unilateral, pondera la mancha urbana y no expresa el equilibrio, por que también no debemos caer en las trampas de los desarrollos verticales, si bien no puede continuarse con el modelo de ciudad dispersa, el concentrar la densidad en un espacio puede resultar de riesgo, pero ¿De qué sirven esos espacios, si se demanda un desplazamiento de horas para que un trabajador vaya y regrese a un centro laboral alejado y resultado del modelo de ciudad dispersa?

Estimados lectores, revisemos la Misión y Visión, objetivos y metas de la SEDATU:

Misión: 

“Impulsar el desarrollo territorial sostenible e incluyente del país mediante el diseño, coordinación e implementación de políticas de ordenamiento territorial, desarrollo agrario y desarrollo urbano y de vivienda adecuada, con un enfoque transversal y articulado con el Plan Nacional de Desarrollo, a fin de contribuir a la mejora del bienestar de la población que habita o transita en el territorio nacional”.

Visión: 

“Ser una dependencia estratégica del Gobierno de México que, bajo los principios de honradez, honestidad y no dejar a nadie atrás ni a nadie fuera, implementa políticas, programas y estrategias de ordenamiento territorial, desarrollo agrario, desarrollo urbano y vivienda adecuada, a partir de un enfoque de derechos humanos y colectivos que detonan el desarrollo territorial del país”.

Objetivos:

“Establecer un sistema territorial integrado, ordenado, incluyente, sostenible y seguro centrado en los derechos humanos y colectivos de las personas, pueblos y comunidades, con énfasis en aquellas que, por su identidad, género, condición de edad, discapacidad y situación de vulnerabilidad han sido excluidas del desarrollo territorial”.

“Reconocer el papel de los sujetos agrarios, población rural, pueblos indígenas y afromexicanos en el desarrollo territorial incluyente y sostenible para garantizar el pleno ejercicio de sus derechos, así como para impulsar acciones que coadyuven con el sector energético mediante el diálogo y los procedimientos de mediación para el adecuado uso y aprovechamiento del suelo”.

“Impulsar un hábitat asequible, resiliente y sostenible, para avanzar en la construcción de espacios de vida para que todas las personas puedan vivir seguras y en condiciones de igualdad”.

“Garantizar el derecho a una vivienda adecuada para todas las personas, a partir de un enfoque de derechos humanos con pertinencia cultural y regional”.

Metas:

“Contar con un marco institucional de gestión eficaz, coordinado y sostenible para la conducción de la política territorial, basada en los derechos humanos individuales y colectivos de las personas con enfoque regional y perspectiva transversal para la gestión integral de riesgos y la gestión del suelo, a fin de alcanzar el desarrollo y bienestar colectivo”.

Observen el objetivo 3 el cual subrayé esa es la visión unilateral, ¿Para qué se impulsa el hábitat? Para avanzar en la construcción de espacios, ahí está el detalle, suena muy convincente el impulsar el hábitat, además de que incurre en antropocentrismo, pensar sólo en personas, más que impulsar para construir debe ser garantizar el equilibrio no en el crecimiento o construcción, sino en el diseño de espacios de vivienda, en el diseño y rediseño de ciudades, de urbes de centros de población que sean armónicos con lo que no es ciudad, con el exterior de las ciudades y no deprenden, que hagan uso sustentable de a de veras con el agua.

Sorprende escuchar que algunos personajes públicos en aras de ello hablan de desarrollos verticales como solución, pero eso es seguir construyendo y robustecer un globo que infla cada vez más que es el de la especulación inmobiliaria, que al momento que truene, afectará más a los grupos vulnerables en modo superlativo, y dejará un daño irreversible en el ambiente, por supuesto un Aguascalientes con menos agua.

Pensar que es el reto para darle rumbo al país en materia urbana y habitacional, es excluyente y parcial, lineal sin formar un esquema sistémico, es antropocentrista, los rezagos acumulados y los grandes requerimientos hacen ineludible que el Gobierno Federal en coordinación con los gobiernos de las entidades federativas y los ayuntamientos, así como con la sociedad civil asuman con decisión y responsabilidad ese gran reto, que demanda un replanteamiento a fondo en la intervención que el Estado mexicano ha tenido hasta la fecha.

La reforma urbana debe convertirse ineludiblemente en una estrategia fundamental en la determinación de las políticas públicas sobre desarrollo urbano, ordenamiento territorial y vivienda, pero debe ubicarlos dichos conceptos dentro de una esfera más amplia que es el hábitat. Visualizar sólo lo urbano es crear un concepto antropocéntrico y excluyente de lo que no es ciudad, no sería mejor formular un binomio urbano-ambiente, una armonía entre ambos, el planeta no es urbe. La reforma no debe ser urbana, debe ser una reforma de urbanismo incluyente. De lo contrario los recursos serán agotados, y el agua se convertirá sólo en recuerdo para una mayoría vulnerable.

Nos vemos la próxima semana no olviden la importancia de emprender políticas y acciones que permitan que en México y Aguascalientes el agua nos alcance.

Comentarios: saalflo@yahoo.com