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Cada cuento es como una islita que puede tener contacto con las otras: Alberto Chimal
La historia está llena de sociedades, de culturas que se estancaron y desaparecieron porque no pudieron adaptarse. La imaginación es un mecanismo que podemos tener como más fortalecido, mejor entrenado, mediante la literatura, mejor.
Alberto Chimal tiene un nivel de credibilidad en sus historias, que cualquier artefacto, como este libro editado por Akal, Cartas para Lluvia, nos mete en su mundo fantasioso y muchas veces empírico, uno experimenta las predicciones y los sentimientos que el autor quiere transmitir.
Ilustrado por Isidro Esquivel, este libro que es para niños, pero que todos podemos leer y disfrutar, descubre los secretos de las cartas que recibe Lluvia, mensajes llenos de magia y aventuras que llegan desde lugares tan increíbles como misteriosos.
“Cada carta es una puerta a mundos fantásticos, donde criaturas sorprendentes y paisajes únicos cobran vida. Mientras Lluvia enfrenta los desafíos de su nueva escuela, estas cartas se convierten en su mayor tesoro, llenándola de fuerza y valor”, dice la contraportada.
Alberto Chimal (Toluca, México, 1970) es escritor y profesor de escritura creativa. Entre otros reconocimientos, en 2002 obtuvo el Premio Nacional de Cuento y en 2014 el Premio de Narrativa Colima, otorgados por el Instituto Nacional de Bellas Artes de México, respectivamente por los libros de cuento Éstos son los días (2004) y Manda fuego (2013); en 2013 su novela La torre y el jardín fue finalista del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos; en 2016 su libro La madre y la muerte / La partida, con Alberto Laiseca y Nicolás Arispe, fue seleccionado para el catálogo White Ravens de la Feria del Libro de Frankfurt.
Como guionista es autor de los largometrajes 7:19 (2016), dirigida por Jorge Michel Grau y Confesiones (2023), dirigida por Carlos Carrera. También ha escrito cómic –incluyendo una colaboración para la novela gráfica Batman: El Mundo (2021), publicada por DC Comics– y por muchos años ha sido divulgador de la escritura en medios digitales y la narrativa de imaginación fantástica, de la que es una figura destacada en su país y en América Latina.
Es un autor con mucha trayectoria, muchos libros, por eso es importante sorprenderlo en la creación de un cuento para niños.
–Alberto, ¿qué significa para ti escribir para niños? ¿Cómo lo haces?
–Para mí es como una oportunidad muy curiosa, muy inesperada. Cuando empiezo a escribir un proyecto es raro que diga: esto va a ser para niños, esto va a ser para adultos. Es algo que va ocurriendo. Entonces, cuando creo que puede haber como una idea que vaya como hacia esa etapa de la vida, que es una que los adultos olvidamos, que la dejamos atrás, pues es muy gozoso, porque es donde más fácilmente y más bellamente se puede jugar. Y por otro lado, es una responsabilidad importante.
–Sobre todo porque no hay chicos en tu casa
–Tengo sobrinos y me dedico a malcriarlos, que es lo que hacen los tíos. A regalarles cosas y a contarles chistes y a jugar videojuegos. Lo que hago es hablar con ellosy trato de evocar al niño que fui. Ciertas partes de la niñez parece que se van, parece que se difuminan, se olvidan, pero no es tan cierto.
–Es una etapa fundamental y nos marca cómo vamos a vivir
–Sí, porque es cuando estás aprendiendo los afectos, tu relación con el mundo, el primer esbozo de tu propia identidad.
–¿Cómo es este libro?
–Este libro es muy raro, porque el personaje me vino en un sueño. Soñé con una niña que se llamaba Lluvia. Yo dije, qué raro. Y se me quedó ahí. A la hora de que se me ocurrió una idea pensé en un libro protagonizado por una niña llamada Lluvia, pues es un libro que se engrana con otras historias que he escrito en otros a lo largo de los años. No es que formen una historia continua, no es una saga, como decimos ahora, pero sí hay como algo que pasa mucho, sobre todo con mis cuentos. Hay como referencias de un cuento a otro, ideas afines que van formando como una especie de nube, digamos, de archipiélago. Cada cuento es como una islita que puede tener contacto con las otras. Y así sucede con este libro. Tolkien, el autor de Señor de los Anillos, llamaba como el efecto de la montaña remota. Él decía, para que una obra fantástica sea más evocadora y más atrayente, hay que ponerle una montaña, pero que nada más se vea a lo lejos, como nublada, que nunca digas exactamente qué es lo que está ahí, que nunca describas con toda claridad cómo se ve, que sea algo en el fondo y que te incite a pensar que hay algo más allá. Este libro está lleno de eso.
–Sí, porque es cuando estás aprendiendo los afectos, tu relación con el mundo, el primer esbozo de tu propia identidad.
–¿Cómo es este libro?
–Este libro es muy raro, porque el personaje me vino en un sueño. Soñé con una niña que se llamaba Lluvia. Yo dije, qué raro. Y se me quedó ahí. A la hora de que se me ocurrió una idea pensé en un libro protagonizado por una niña llamada Lluvia, pues es un libro que se engrana con otras historias que he escrito en otros a lo largo de los años. No es que formen una historia continua, no es una saga, como decimos ahora, pero sí hay como algo que pasa mucho, sobre todo con mis cuentos. Hay como referencias de un cuento a otro, ideas afines que van formando como una especie de nube, digamos, de archipiélago. Cada cuento es como una islita que puede tener contacto con las otras. Y así sucede con este libro. Tolkien, el autor de Señor de los Anillos, llamaba como el efecto de la montaña remota. Él decía, para que una obra fantástica sea más evocadora y más atrayente, hay que ponerle una montaña, pero que nada más se vea a lo lejos, como nublada, que nunca digas exactamente qué es lo que está ahí, que nunca describas con toda claridad cómo se ve, que sea algo en el fondo y que te incite a pensar que hay algo más allá. Este libro está lleno de eso.
–Es verdad, ha cambiado mucho la situación y me alegro porque hay más oportunidades, para llegar a la gente, hay más libertad creativa, hay más gente que está publicando esto y eso me parece muy bueno. Siempre he insistido en que una cultura que no tiene imaginación es una cultura que está condenada a estancarse, porque el mundo cambia y la imaginación es lo que nos ayuda a configurarnos. Si uno no cambia, se estanca, desaparece. La historia está llena de sociedades, de culturas que se estancaron y desaparecieron porque no pudieron adaptarse. La imaginación es un mecanismo que podemos tener como más fortalecido, mejor entrenado, mediante la literatura, mejor.
–Hablo de terror contigo y tú debes de saber millones de cosas que obviamente yo no sé. ¿Cómo te desarrollas observando todos esos terrores?
–Observo como todas estas tendencias, pero trato de observarlas como desde un lugar que no esté metido en ningún cajón, en ningún género particular. Lo más importante, lo más potente, para mí es el terror que se escribe en América Latina, un terror con tintes sociales, de crítica social y, al mismo tiempo, esa fortaleza y esa potencia de ese tipo particular de historias puede, por un lado, oscurecer o también impulsar historias diferentes a esas que también se están haciendo en este momento y que también son muy valiosas. En ocasiones hay periodos de sequía y ahorita estamos en un periodo de fertilidad y eso me parece fascinante.
–¿Y qué vas a publicar tú?
–Déjame decirte que hay un libro publicado por Editorial Atalanta, que es un gran honor para mí. Se llama Las estancias secretas, que es una colección de algunos de mis mejores cuentos. Estoy muy contento, son versiones acabadas, definitivas. Ahí va a quedar mi archivo, mi selección. Si todo sale bien, sale un libro de cuentos nuevos este año con Páginas de Espuma. Escribo una novela, pero estoy en la preparación. Es una novela que está basada en un caso real, pero será muy mía. No es una novela testimonial, no es una novela de no ficción.
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Este texto se publicó originalmente en el sitio Maremoto, en este enlace.
4 de febrero de 2025, 03:54
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