
Autores:

Crisis por desapariciones en Pueblos del Rincón obliga a familias a romper cerco de silencio
Cuatro municipios de la zona limítrofe con Jalisco conforman una región que ha enmudecido ante asesinatos y desaparición de personas; los familiares de estos últimos comienzan a exigir cuentas a autoridades y abren la búsqueda, gracias al movimiento “Buscando a Pablito”
José Alberto Pacheco Torres y su amigo Gumersindo Flores Anguiano desaparecieron el 16 de enero de 2019 en la comunidad de Piedra Parada de Manuel Doblado, municipio de la zona limítrofe con Jalisco. Un infausto cuarto aniversario de esa fecha está presente en sus familias.
Con San Francisco del Rincón, Purísima y Cuerámaro, municipios que forman parte de la zona metropolitana de León, Manuel Doblado coexisten bajo una violencia silenciada. Todos guardan otras historias de los que han sido los años más ásperos de la entidad.
A partir de ese año 2019, ha desaparecido más de la tercera parte de las 157 personas originarias o vecinas de estos cuatro municipios, cuyo paradero es desconocido hasta la fecha por sus familias, amigos y vecinos, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.
Por supuesto, este es el número registrado, porque en esta región se sabe que hay más. Porque como ha pasado en otras zonas de Guanajuato y del país, el silencio pesa como un yunque de hierro sobre otros casos que no son denunciados o reportados por miedo.
En aquellos municipios, conocidos por su posición geográfica como los “Pueblos del Rincón” lejos quedaron los años de tranquilidad enlazada con la bonanza económica derivada de la manufactura de calzado y sombreros. Aunque ambas actividades aún son sustanciales para la economía de aquel territorio, la tranquilidad de la región sólo es apariencia.

Como en los municipios del corredor industrial, desde hace alrededor de cinco años los crímenes de alto impacto comenzaron a flagelar a los habitantes de los Pueblos del Rincón. Esta realidad se ha visto opacada por el silencio de sus gobernantes y medios de comunicación; son muy pocos los que registran que, en esta zona, las personas también son asesinadas y desaparecidas.
Ha sido la desaparición del joven empresario Pablo Efraín Núñez Ramírez, “Pablito”, ocurrida el 21 de octubre del 2021 en la carretera de Purísima hacia San Diego de Alejandría (Jalisco) y la incesante y empeñosa movilización que algunos de sus familiares comenzaron a desplegar desde las primeras horas, lo que ha ido poco a poco rompiendo ese cerco que desde hace varios años permea en la región.
Pablo se hacía cargo del negocio familiar, dentro del ramo del calzado. Su carisma lo hacía idóneo para relacionarse lo mismo con clientes que proveedores.
Ese 21 de octubre, su vehículo fue visto por última vez en la carretera a San Diego de Alejandría después de salir de un restaurante de mariscos donde solía reunirse con otras personas aficionadas a los ráizers; pasó arcos carreteros instalados por el costoso Programa Escudo, pero con tan mala resolución que no es posible ver al conductor y si hay ocupantes.
Aunque en algunos medios locales se mostraron videos de ese trayecto, hasta fines del año pasado la familia había podido acceder a dichas grabaciones. La falta de respuestas de autoridades tras denunciar la desaparición y la presunción de que podría haber sido víctima de un secuestro obligó a la familia de Pablo a callar durante ocho días, después de los cuales no pudo más y salió en una protesta con amigos y otros empresarios, para bloquear el bulevar de acceso a San Francisco del Rincón.

Un día, de pasada, en el ministerio público de San Pancho escucharon decir a un agente que del 2016 al 2021 tenían ya acumuladas 144 carpetas por desaparición de personas. Fue una realidad que ignoraban, “sabíamos de muy pocos, no teníamos idea”. Pero los casos se habían comenzado a sumar desde años atrás, aunque permanecían soterrados.
Este miedo y este silencio no son gratuitos. Grupos criminales, particularmente el Cártel Jalisco Nueva Generación, controlan actividades, carreteras, vidas y están muy cerca, demasiado, de algunos gobiernos municipales y políticos.
El 16 de enero de 2019, día en que Beto y Gumer fueron vistos por última vez, el primero acompañó al otro a recoger unas bocinas con un conocido; se les unió un tercer acompañante. Llegaron a la casa del conocido en Piedra Parada pasadas las 5 de la tarde. Después de un rato de plática, Beto y el otro amigo fueron por cervezas.
Pero cuando volvieron, ya estaban en el lugar un grupo de hombres armados, con ropas estilo militar y encapuchados, quienes aparentemente iban por el vendedor de las bocinas. A él no se lo llevaron, porque sacó un arma. Entonces salieron con Beto y Gumer, de quienes no se sabe nada desde entonces.
Sobrevivientes contaron que los encapuchados les gritaron que se fueran, pero Beto dijo que no debía nada, y Gumer no quiso dejar a su amigo.

Las familias no se dieron cuenta de lo ocurrido ni se preocuparon, sino hasta el día siguiente. Porque en ese enero de 2019, la crisis por escasez de gasolina que sufrieron algunos estados, particularmente Guanajuato, obligaban a muchas personas a hacer filas por horas para cargar combustible, y creyeron que ambos estaban en espera en alguna gasolinera. Cuando se enteraron, fueron al Ministerio Público en San Pancho a denunciar y a pedir que los buscaran.
La mamá de Beto no ha dejado de buscarlo desde entonces. Beto tiene actualmente 27 años de edad. Tres años antes de su desaparición, comenzó a irse al otro lado, a los Estados Unidos, para trabajar. Tenía un mes que había llegado al rancho para pasar las fiestas de fin de año con su familia. Era el orgullo de su familia.
De dar vuelta y vuelta a la Fiscalía, los familiares de Beto han ido distanciando las visitas. “Me preguntan a mí que yo qué sé, pero pues yo voy a ver qué me dicen”, comenta su mamá. “Una no duerme como debe dormir, no come una, nomás está una pensando…”.

En la comunidad se supo que el día en que desaparecieron José Alberto y Gumersindo, desaparecieron también una taxista, un niño de unos 13 años y otro hombre adulto. La gente escuchó rumores de que la taxista había sido localizada. Sólo rumores.
No son los únicos casos en que ha desaparecido más de una persona al mismo tiempo. Son varios los que ahora se van conociendo, como un patrón repetido en la zona.
“Buscando a Pablito” despierta un movimiento
Las historias de Beto y Gumersindo se han conocido a través de la página “Buscando a Pablito”, que abrió una puerta para otras familias que fueron venciendo la desconfianza y el miedo, para difundir nombres y rostros de aquéllos a quienes están buscando también.
Familiares de Pablo Núñez recuerdan que al crear la página, allí mismo comenzaron a publicar invitaciones para que quienes tuvieran también familiares desaparecidos se unieran a ellos.
Como tantas otras, la familia de Pablito se ha encontrado con las mismas piedras que entorpecen la localización de personas en este país de desaparecidos: silencio de testigos y de autoridades; falta de conocimiento de qué hacer en estos casos y de empatía de autoridades y funcionarios encargados de dar esta información y auxilio; maltrato e indolencia en las agencias de la Fiscalía general del estado; negativas a tener acceso y conocer a las carpetas de investigación; dilación y burocracia para solicitar pruebas o realizar diligencias.
Sobre todo, las familias llevan depositado el peso de la búsqueda, por lo que se convierten en investigadoras, buscan y recaban pruebas, obtienen testimonios e indicios, rastrean sitios y tips sobre sus desaparecidos y sufren por ello toda clase de extorsiones, chantajes, estafas, amenazas… y desesperanza.

En el caso de Pablo Núñez, en la Fiscalía comenzaron a preguntar por “otras actividades”, a criminalizarlo. Y con el argumento de que el vehículo había sido visto en la carretera a un municipio de Jalisco, la Fiscalía de Guanajuato turnó la carpeta de investigación a la de ese estado. La familia fue enterada cuando ya se había remitido, pero logró recurrir a un juez y revertir esta decisión.
En una audiencia de tutela de derechos, logran que el juez ordene a la Fiscalía de Guanajuato a que retome la carpeta y que se haga cargo de la investigación hasta que Pablo sea localizado.
“Preguntamos por qué (la mandaban a Jalisco); su justificación era que aquí no había nada más que indagar y que se habían agotado los recursos de investigación. Y realmente desconocemos a qué tenemos derecho; no sabíamos que tenemos derecho a una copia de la carpeta, de todo lo que se debe de investigar; damos por hecho que van y revisan las cámaras, particulares como públicas, uno da por hecho que irán a campo, que van a buscar testigos. Te hacen firmar un oficio y no te dan copia, de tus declaraciones solo te dan la última hoja a firmar. A todas las personas con las que yo he platicado nada más les daban la última hoja a firmar. No les daban la declaración completa para que la leyeran”, dice una familiar de Pablito.
Las escasas diligencias efectuadas por la Fiscalía en este caso obligaron a la familia a recurrir a la ONU para solicitar acciones urgentes, y su petición fue aceptada.

Eso destrabó las cosas. A partir de abril de 2022 se realizaron reuniones y revisiones periódicas del caso, así como búsquedas individualizadas.
Se acudió al restaurante de mariscos donde fue visto por última vez el 21 de octubre. Ese día, desde el teléfono celular del joven fue enviada una foto y después el aparato fue apagado. Eso fue lo que los alarmó, puesto que Pablo nunca hacía eso, nunca se desconectaba.
Pero a pesar de que preguntaron al personal del lugar y asistentes a esa reunión, nadie habló. “Nadie vio nada, nadie quiso decir nada”.
La labor de Viridiana, hermana de Pablo, ha sido punta de lanza para las familias que hasta 2021 mantuvieron en silencio la desaparición de uno de sus integrantes. En septiembre de 2022, con apoyo del proyecto de la organización cultural Cine la Mina, se proyectó en la plaza principal de San Francisco del Rincón el documental “Te Nombré en el Silencio”, que narra la historia de las Rastreadoras del Fuerte, mujeres buscadoras de Sinaloa.
El espacio también permitió que se acercaran personas que, aún con temor, sufren la ausencia de alguien en casa.
“Invito a las familias que quieran participar, estamos para un diálogo abierto entre familias de desaparecidos y decirnos y platicarnos sobre su familiar, desde cuándo está desaparecido, desde cuando lo buscan, y las personas que nos están escuchando nos apoyen con compartir nuestras fichas de búsqueda, que nos apoyen con cuidar nuestras fichas, que no las arranquen, que nos apoyen en no estigmatizar a nuestros desaparecidos, porque a cualquiera nos puede pasar”, fue el mensaje de Viridiana en aquella ocasión.
Aumento de casos en 3 años
De acuerdo con el registro del movimiento, más de 150 personas han sido arrebatadas de sus hogares en la región, donde a diferencia de municipios donde ha arreciado la criminalidad, no han sido localizados sitios masivos de inhumación clandestina, como han sido los casos de Irapuato, Salamanca, Celaya, Juventino Rosas, Salvatierra, Acámbaro y León.
La versión pública del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, consultado por este medio el 18 de enero, registra que en San Francisco del Rincón hay al menos 63 personas desaparecidas, de las cuales 29 fueron reportadas a las Fiscalía General del Estado y a la Comisión Nacional de Búsqueda en los últimos 3 años. El periodo de incremento es constante en la región.
En Manuel Doblado, municipio donde fueron desaparecidos Gumersindo Flores y José Alberto Pacheco, existe un registro de 25 casos, de los cuales 8 ocurrieron en 2018.
En Cuerámaro, donde hay 31 registros por desaparición o no localización, 10 de los casos ocurrieron en 2019, mientras que 9 personas desaparecieron en 2020. Purísima del Rincón, convertido en “pueblo mágico”, existen 38 casos registrados, de los cuales 24 ocurrieron entre abril de 2019 y diciembre de 2022.
Pero ahora este pequeño grupo de familias sabe que los números son mayores.
Es 17 de septiembre de 2022 y en la plaza principal de San Francisco del Rincón, junto al Palacio Municipal, bajo un toldo utilizado para la ceremonia del Grito de Independencia, en el piso se despliegan algunas mantas con fotografías y datos de hombres y mujeres, la mayoría jóvenes, que están desaparecidos, mientras en una tina metálica, un grupo de jóvenes lava con agua y jabón una bandera de México.
Es una actividad más de las pocas familias que se han unido para visibilizar, sensibilizar a la población de estos municipios, hacerse escuchar. Buscar.
“El lavado de bandera se realizó como un ritual para lavar prácticamente toda la corrupción que tiene nuestro gobierno. La problemática ha persistido en los pueblos del Rincón con la violencia, las desapariciones. Hasta ahorita no hemos localizado a ninguno de nuestros desaparecidos”, dice alguien a través de un altavoz.
“No es que le faltemos respeto a nuestra bandera o a nuestra patria. Los gobiernos son los que le han faltado al respeto al no cuidar ni proteger nuestra vida, al no darnos esa seguridad, ¿tenemos que salir de casa con miedo, eso quieren para sus hijos? Nos levantamos día a día pensando en ellos, ¿qué habrá pasado con ellos, qué les habrán hecho? ¡Despierten!”, demanda la voz.

La bandera es extendida sobre el tapanco para ponerla a secar, mientras las escasas personas que están alrededor se van retirando tras presenciar este acto de desagravio. A unos pocos metros, varios policías que inexplicablemente custodian el portón cerrado del Palacio Municipal cuchichean y miran sin ver.
Mientras tanto, a través de la página “Buscando a Pablito” más y más familias y casos se visibilizan. Aunque son muy pocas las familias que se conocen y no conforman un colectivo, “solo somos buscadores”, han logrado organizar algunas actividades como el lavado de la bandera, y pegan sus fichas de búsqueda en postes, muros, bardas de Purísima, de San Francisco del Rincón, de Manuel Doblado.
Centros de internamiento para adictos y un patrón de criminalidad
Como ha registrado POPLab en otras regiones de Guanajuato, en el caso de los municipios del Rincón los centros de internamiento para adictos (centros de rehabilitación) han sido también escenario de la desaparición de personas.
Es el caso de Alejandra Melendres Jiménez (actualmente de 31 años), quien se encontraba internada en un anexo en la comunidad El Maguey, de San Francisco del Rincón, de donde desapareció alrededor del 26 de febrero del 2022. Ese día desapareció también su hermana menor Ana Cristina, una vendedora de ropa de 28 años, quien salió de su casa y ya no volvió.
Ana Cristina se hacía cargo de los gastos y apoyaba a su hermana Alejandra, en el enésimo intento que hacía la familia por lograr la rehabilitación de ésta, enganchada desde hace varios años con el ‘cristal’, por el que había entrado y salido de diversos centros y anexos. Ana Cristina estaba registrada como su tutora en el anexo de El Maguey.
A la familia le dijeron que Alejandra se escapó por su voluntad del lugar. A la Fiscalía, los mismos encargados dieron otra versión: que Alejandra debía dinero por drogas y que la habían amenazado con ir por ella, por lo que la dejaron salir en la noche del 26 de febrero.
Inicialmente la familia no relacionó las dos desapariciones. Pero cuando al pasar los días Alejandra no regresó (como solía hacer), se dieron cuenta de que algo más le había pasado, lo mismo que a su hermana Ana Cristina, quien había salido en la motocicleta de su hermano, al que luego llamó para pedirle que recogiera la moto y después se desconectó de todas sus redes sociales.
Ni ella ni la moto fueron localizadas.
“Seguimos investigando”, le dicen en la Fiscalía estatal a la familia Melendres Jiménez.
En entrevista para POPLab el activista y académico Raymundo Sandoval, integrante de la Plataforma por la Paz y la Justicia en Guanajuato, advirtió que la cercanía con Jalisco juega un papel importante para que un delito como la desaparición esté presente en los municipios del Rincón, zona en la que además se ha documentado la producción de metanfetamina presuntamente por células del Cártel Jalisco Nueva Generación.
El primer aseguramiento registrado por medios locales ocurrió en 2010 en la comunidad de El Maguey, en San Francisco del Rincón. Es precisamente donde se ubica el centro de atención para adictos de donde desapareció Alejandra Melendres.

En noviembre de 2013, autoridades federales y estatales participaron en el aseguramiento de un sitio de producción de metanfetamina en la comunidad de La Esperanza, donde además fueron detenidas 13 personas. Más tarde, en mayo de 2017 en la comunidad Jesús del Monte, también en San Francisco del Rincón, fue desmantelado un narcolaboratorio donde se encontraron cerca de 29 mil dosis de metanfetamina.
Además de la producción de sustancias ilícitas, el académico aseguró que “hay un patrón de eventos criminales que se está repitiendo, como ha sucedido antes en otros municipios”. Un ejemplo de ello son las masacres que han prendido alarmas entre la población, no así en las autoridades, acerca de la presencia de organizaciones delictivas.
En marzo de 2018, un comando armado asesinó a siete personas al interior del Bar California, ubicado en Purísima del Rincón. Entre las víctimas se encontraba el padre del entonces alcalde de San Francisco de Rincón y empresario zapatero, Ysmael López García.
La Fiscalía estatal atribuyó la masacre al CJNG.
22 de enero de 2023, 15:03
Explora más contenido de este autor
Descubre más artículos y perspectivas únicas

