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12/8/2025
Día de Muertos for sale. Espectáculo y mercantilización de una tradición

Día de Muertos for sale. Espectáculo y mercantilización de una tradición

Con la fama internacional que Día de Muertos ha ganado en los últimos años gracias a películas taquilleras como Spectre o Coco, se puede ver cómo su amplia representación ha llevado a la mercantilización de esta tradicional celebración mexicana

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    En los últimos años se ha hecho muy notable cómo influencias extranjeras han cambiado y mercantilizado la popular tradición y festividad mexicana de Día de Muertos. Pienso particularmente en el mega desfile de Día de Muertos en la Ciudad de México, instaurado hace cinco años nada más y nada menos que reproduciendo la carnavalesca procesión de calacas gigantes de la película de James Bond Spectre (2015), o en torno a la influencia y apropiación de la forma en que Día de Muertos es representado en la película de Disney/Pixar Coco (2017).

    Estas nuevas influencias de Hollywood que ponen tanto énfasis en el espectáculo plantean la tradición de muertos como una forma de entretenimiento y consumo que diluye el significado más personal, espiritual y comunitario de la celebración. Un ejemplo de esto es el parque de diversiones Calaverandia, que en 2018 y 2019 abrió sus puertas por sólo unas semanas en torno a estas fechas en Guadalajara, ofreciendo a los visitantes poder visitar lo que parece ‘la tierra de los muertos’ de la película de Disnay/Pixar. Tanto el desfile de catrinas de la Ciudad de México como este parque temático en Guadalajara son buenos ejemplos de lo que se ha llamado la ‘disneyficación’ del patrimonio.

    Productos de grandes trasnacionales como este cereal de Kellogg’s emplean la temática de Día de Muertos para capitalizarse. Foto de OKChicas.
    Productos de grandes trasnacionales como este cereal de Kellogg’s emplean la temática de Día de Muertos para capitalizarse. Foto de OKChicas.

    Acompañando a estos grandes espectáculos es posible ver cómo cada vez más productos industriales relacionados con el Día de Muertos y su estética se comercializan en estas fechas. Disfraces de catrina, maquillajes y decoraciones de plástico con un look muy halloweenesco invaden las tiendas y supermercados en estas fechas, llegando a estar presentes inclusive en el extranjero. Otro ejemplo son los múltiples productos con temática de Día de Muertos que grandes transnacionales han lanzado al mercado recientemente, como el cereal ‘sabor pan de muerto’ producido por Kellogg’s que hace unas semanas se volvió viral. Estos productos fabricados en masa tratan de capitalizar la tradicional celebración, además de que contrastan y pueden llegar a competir con aquellos elaborados artesanalmente que tradicionalmente han sido empleados en la preparación de las ofrendas.

    Las tradiciones y prácticas culturales, como el patrimonio y la cultura misma, no son estáticas. Cambian con el paso del tiempo, se adaptan a los nuevos paradigmas y evolucionan ante diversas circunstancias. La misma historia del Día de Muertos mexicano es muy reveladora en este sentido. Mucho se ha dicho y debatido respecto al ‘origen verdadero’ de la tradición, señalando cómo la celebración tiene raíces directas en tradiciones cristianas de la Europa medieval en torno a celebraciones dedicadas a conmemorar a los muertos, y cómo a la vez integra varios elementos y significados indígenas precoloniales en torno a los rituales asociados a la muerte y los difuntos. Una parte importante de la estética de la celebración proviene de tiempos del porfiriato y la revolución, marcada irremediablemente por la obra del artista José Guadalupe Posada, quien plasmó en sus grabados innumerables esqueletos y calacas vestidos siguiendo la moda de aquella época. El nacionalismo posrevolucionario explotó el sincretismo cultural del Día de Muertos, caracterizando a la tradición como una práctica cultural unificadora que encarnaba la ‘mexicanidad’ y así promoviendo la idea de una identidad nacional mestiza. Debido a su riqueza cultural y su arraigo en “la vida cultural de los pueblos indígenas de México”, las fiestas indígenas dedicadas a los muertos de finales de octubre y principios de noviembre fueron inscritas en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO en 2008.

    Ilustración: Pinche Einnar
    Ilustración: Pinche Einnar

    Y así, cambiando y reinventándose de diversas formas, la celebración lleva varios siglos practicándose por innumerables comunidades a lo largo y ancho del país, con ciertos elementos comunes pero a la vez varias características idiosincráticas de cada región, grupo cultural o contexto. Un ejemplo fascinante de la heterogeneidad de la celebración es la enorme riqueza y variedad que hay en cuanto a diferentes tipos de pan de muerto más allá del clásico domo azucarado con “huesitos”, la cual ha sido recolectada y documentada por la lingüista ayuujk Yásyana Elena A. Gil.

    La enorme variedad en tipos, formas (e imagino sabores) de pan de muerto es una muestra de la gran riqueza y diversidad que hay en las formas de celebrar el Día de Muertos a lo largo y ancho de México e inclusive en otros países. Fotos de la colección colectiva recopilada por Yásyana Elena A. Gil.
    La enorme variedad en tipos, formas (e imagino sabores) de pan de muerto es una muestra de la gran riqueza y diversidad que hay en las formas de celebrar el Día de Muertos a lo largo y ancho de México e inclusive en otros países. Fotos de la colección colectiva recopilada por Yásyana Elena A. Gil.

    Hay muchas formas de celebrar a los muertos en estas épocas, y éstas han variado con el paso del tiempo. Repito, la cultura no es estática. Muchas veces nos gustaría pensar que esto no es así, que el patrimonio intangible debe mantenerse ‘puro’ y ‘original’ para ser auténtico. Pero de ser así, si se fijaran y restringieran sus oportunidades de cambio y evolución para mantener su autenticidad, las tradiciones más fácilmente podrían perder su vigencia y dejar de ser algo vivo y relevante.

    Los cambios que las influencias extranjeras y capitalistas tienen en celebraciones como el Día de Muertos podrán ser negativos, especialmente si propician el espectáculo y el consumismo desmesurado y erosionan los lazos comunitarios que dichas tradiciones mantienen y refuerzan. Sin embargo, no creo que tomar una postura prohibitiva y de vigilancia ante los cambios sea la solución –las tradiciones van a cambiar nos guste o no– pero sí me parece importante generar consciencia justo de cómo estos cambios no se dan por sí mismos. Es necesario reflexionar respecto a qué es lo que representan y sus posibles efectos. A final de cuentas nada es blanco y negro. Por un lado el desfile de catrinas de la CDMX surgió a partir de una taquillera película de James Bond y en gran medida reduce a la tradición de muertos a un espectáculo, a una viñeta más de la marca turística que México ofrece al mundo, pero también es innegable que el desfile es disfrutado por los miles de capitalinos que participan en él así como fomenta la creatividad y habilidad artística.

    De igual manera, más allá de discutir sobre el ‘verdadero y único origen’ del Día de Muertos me parece más fructífero analizar y discutir respecto a los cambios y evolución que la tradición ha tenido, preguntarse de dónde provienen las influencias que generan dichas transformaciones, a qué responden estos cambios, y qué actores y poderes hay detrás de ellos. Y a partir de éstas reflexiones, que no creo deberían de contemplarse sólo a nivel individual sino discutirse en ámbitos familiares y comunitarios, tomar acciones informadas respecto a qué tipo de tradición se va a propiciar en tu hogar, barrio o pueblo.

    Festival de Día de Muertos en la Ciudad de México. ¿Una adición saludable a la celebración o un paso más en su mercantilización y pérdida de significado? Foto de Mexiconewsnetwork.
    Festival de Día de Muertos en la Ciudad de México. ¿Una adición saludable a la celebración o un paso más en su mercantilización y pérdida de significado? Foto de Mexiconewsnetwork.

    Debido a la pandemia que mes tras mes continúa extendiéndose, las formas espectaculares de celebrar y consumir Día de Muertos que tanto auge han tenido en los últimos años no podrán llevarse a cabo de la misma manera este año. El otrora multitudinario desfile capitalino se llevará a cabo de manera virtual mediante una app, mientras que la tercera edición de Calaverandia se tuvo que cancelar y seguramente no habrá muchas fiestas de Halloween en las cuales disfrazarse de catrina. Parece que este año, el cual desafortunadamente ha estado tan lleno de enfermedad y muerte, la mejor forma de celebrar y honrar a nuestros difuntos va a ser más personal y ‘a la antigüita’: cada familia en casa con sus respectivos altares, veladoras, flores y recuerdos.

    31 de octubre de 2020, 15:01

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