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De devoluciones voluntarias y el creciente retorno de objetos culturales a sus países de origen
La reciente devolución voluntaria de más de 30 piezas arqueológicas mexicanas que se encontraban en Alemania es una excelente noticia que pareciera indicar una creciente tendencia en la recuperación y retorno de objetos culturales
El pasado miércoles 16 de junio la Embajada de México en Alemania organizó un evento en el cual se anunció la recuperación de 34 piezas arqueológicas de origen mexicano a través de devoluciones voluntarias por particulares, las cuales pronto serán regresadas de Alemania a México. Ante las constantes ventas y subastas de patrimonio arqueológico mexicano en el extranjero, esta es sin duda una gran noticia.
Entre los bienes culturales devueltos hay vasijas, sellos y figurillas antropomorfas de cerámica, así como una cabeza de piedra de estilo olmeca y un hacha de piedra. Las distintas piezas fueron elaboradas por las culturas precoloniales de la Costa del Golfo de México, el Altiplano Central, el occidente y el área maya, y datan desde el periodo preclásico mesoamericano (1200-600 a.C.) hasta el posclásico (900-1521 d.C.).

Las piezas recuperadas formaban parte de dos diferentes colecciones privadas de las localidades germanas de Recklinghausen y Monheim am Rhein, ambas en el estado de Renania del Norte-Westfalia al noroeste del país. El retorno se logró gracias a la buena disposición de dos ciudadanas alemanas quienes poseían las antigüedades arqueológicas, las cuales por su propia iniciativa contactaron a la embajada mexicana en Berlín para devolver las piezas a su país de origen.
Con la proliferación de conversaciones sobre los legados del colonialismo a nivel mundial en los últimos años, las devoluciones de objetos culturales a sus lugares de origen cada vez son más frecuentes. Tan solo en lo que va de 2021 se han anunciado al menos 19 regresos de piezas alrededor del mundo. Estas devoluciones tienden a ser ya sea producto de esfuerzos por las fuerzas de seguridad y anti-tráfico de los diversos países, quienes recuperan y decomisan piezas robadas para luego devolverlas por vías diplomáticas –como el retorno de 523 herramientas líticas precoloniales desde EUA a México del pasado 15 de abril– o bien resultado de negociaciones entre países de origen e instituciones culturales como museos, universidades y galerías –como el caso de la devolución a México de una urna maya que se encontraba en una universidad en Michigan, USA, también de a mediados de abril.
Sin embargo, el reciente caso de las piezas devueltas desde Alemania es diferente, pues aquí son particulares quienes voluntaria e individualmente buscan la restitución de los objetos culturales en su posesión a sus lugares de origen. Aquí no hay investigaciones judiciales o incautaciones aduanales, sino una iniciativa por parte de los poseedores de las piezas para acercarse a las autoridades de los países de donde éstas vienen para regresarlas y que estas puedan ser conocidas y disfrutadas por las comunidades con una filiación cultural con ellas.
Algo similar ya había pasado en enero del año pasado también en Alemania, cuando se anunció que una ciudadana alemana devolvió a la embajada mexicana en Berlín tres piezas arqueológicas mesoamericanas que habían pertenecido a su padre. Entre otro ejemplos internacionales de este tipo de devoluciones se encuentra el famoso caso de cuando un médico galés regresó voluntariamente a Nigeria dos de los famosos “bronces de Benin” en 2014, los cuales habían pertenecido a su abuelo, un capitán que participó en la destrucción y saqueo de la ciudad africana por parte de los británicos en 1897.

¿Estamos acaso ante una creciente tendencia de devoluciones voluntarias provenientes de particulares y colecciones privadas? Me gustaría pensar que sí. Que el aumento de este tipo de restituciones efectivamente indica un incremento de consciencia y sensibilización sobre los problemas e implicaciones éticas que el despojo cultural y el coleccionismo de piezas que forman parte del patrimonio nacional reclamado por otros pueblos representa en nuestros días.
Por muchos años las colecciones privadas se han quedado fuera del debate sobre restituciones culturales, por motivos tanto legales como logísticos; sin embargo, me parece que esto está cambiando. Como hemos visto, las devoluciones por particulares representan una posible solución, una forma de corregir agravios del pasado y de reunir a las comunidades con los objetos que les son culturalmente significativos y de los cuales de una forma y otra fueron despojados. Además, las negociaciones en torno a la devolución de objetos tienden a ser más sencillas cuando éstos son propiedad de un individuo en lugar de un estado, como es el caso de las colecciones de muchos museos nacionales en Europa o Estados Unidos.
Sería deseable que, además del incremento de devoluciones, estos cambios de percepciones también implicaran una disminución en la demanda por este tipo antigüedades en el mercado del arte, frenando así la comercialización y privatización del patrimonio cultural de los diversos pueblos del mundo.

En el evento del pasado 16 de junio también se anunció que, a lo largo de esta administración, el gobierno mexicano ha recuperado un total de 5,374 piezas arqueológicas que se encontraban en el extranjero. Esta cifra es muy notable y sin duda da gusto que las autoridades tanto diplomáticas como culturales estén trabajando y colaborando con otros países para recuperar y repatriar estos bienes patrimoniales.
Ahora la cosa es ver precisamente cómo esas piezas están siendo reinsertadas en la sociedad y las comunidades en México para que puedan ser conocidas, estudiadas y disfrutadas en sus lugares de origen. Es excelente que el gobierno le dé prioridad a la recuperación de piezas arqueológicas en el extranjero y hay que celebrar que estos esfuerzos estén dando frutos, pero también es necesario que se apoyen y fortalezcan, con recursos materiales y humanos, a museos y el sector patrimonial en general, los cuales desgraciadamente en México llevan muchos años en crisis por recortes y malas gestiones. Si de una forma u otra estas piezas recuperadas no regresan a las comunidades, si no hay acceso a ellas y más bien se quedan olvidadas en una bodega, mucho de los loables esfuerzos por recuperar y repatriar el patrimonio de las y los mexicanos será en vano.
30 de junio de 2021, 15:17
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