Estimados lectores, como recordarán en las dos semanas anteriores les compartí una serie de reflexiones sobre lo que denominé simplismos hídricos, o más bien la importancia de hacer a un lado la visión simplista que no sólo aparece en el sector agua, sino en el ambiental y en varios rubros de lo público como la economía, salud, seguridad pública, medidas anticorrupción y en la propia forma de gobernar. Así como la simulación que le acompaña a través de los denominados comités de participación ciudadana observatorios ciudadanos, procuradurías del agua, observatorios del agua, consejos municipales, que sólo aglutinan, pero la autoridad no le da el valor ni la acción que es necesaria.

Antes de continuar les recomiendo que lean o si ya lo hicieron una joya de la divulgación científica de la autoría quizás del más emblemático divulgador como lo fue Carl Sagan, me refiero al libro: “El mundo y sus demonios” que derriba el disfraz del pensamiento mágico-religioso que lamentablemente permea en las decisiones de autoridades en su visión, pero también esa improvisación afecta áreas como el sector agua.

En uno de sus capítulos Sagan aborda “los camelos”, el cómo identificarlos, en primer lugar, vamos a exponer lo que es un camelo, según la RAE Real Academia de la Lengua, entre una de sus acepciones se trata de “Simulación, fingimiento, apariencia engañosa”. Amables lectores, en el sector agua nos topamos con innumerables “camelos hídricos”, desde los boletines de prensa de gobiernos federal, estatales y municipales, del sinfín de anuncios basados en esa perversa “mercadotecnia política”, porque eso es lo que es, es una perversidad que manipula.

Para rematar nos topamos con los diversos anuncios que vociferan los gobernantes que emprenderán programas o proyectos destinados a revertir la brecha hídrica, sin embargo, estas no han tenido resultados, y no lo tienen, porque no han logrado revertir o eliminar los problemas, y la confrontación fáctica lo demuestra, hemos pasado años con sequías y lo emprendido no solucionó los problemas, pero si somos más minuciosos, vamos al punto opuesto, si existiera una sensata política hídrica, también existirían medidas efectivas para afrontar los excesos de agua como se está viviendo en estas semanas.

Lo que hemos visto o escuchado de nuestras autoridades mis estimados lectores son simulaciones, al igual que si se da la reforestación sin sentido y ocurrente y otras medidas que ya mencioné la semana pasada.

¿Cómo podríamos comenzar por derribar disfraces, borrar los simplismos y emprender políticas eficaces? Considero que se debe dar el primer paso en abordarlo desde el plano conceptual, pero conducido, que no se vuelva un círculo de divagación, no se debe caer en lo que uno de mis maestros universitarios mencionaba que no se debe de incurrir en la planeación, es decir, “planear como buitres, es decir, sólo volando en círculos”.

Es imperioso insisto en identificar los conceptos hídricos “intuicionistas y fantásticos”, tales como lo mencioné las dos semanas anteriores, pero más aún ello no debe presentarse en directivos o funcionarios de primer nivel del sector agua.

Debemos partir del diseño e implementación de herramientas para comprender y controlar mejor la conformación de los conceptos, así como el diseño e implementación de una política hídrica, considerando los obstáculos y perspectivas, así como las disposiciones y visiones de cada uno de los actores que forman parte de este llamémosle “ecosistema hídrico”, desde la perspectiva social y humana, reconociendo los riesgos, vicios, sesgos, visiones y perspectivas culturales, redes de intereses y complicidades históricas, esto último no debe pasarse de largo.

Dentro de los aspectos anteriormente mencionados debemos considerar nuestros sesgos del concepto agua, partiendo desde lo que podríamos denominar el micromundo, es decir, solemos pensar sólo desde nuestro mundo conocido, pongo por ejemplo Aguascalientes, que en momento expresa un nacionalismo absurdo, de que sólo aquí se sabe lo que debe hacerse y cuestionar lo que viene del extranjero o de fuera del estado. Esta postura tiene riesgos, sino se sabe analizar caemos en un chauvinismo o bien se llega al extremo de fascinarse por los “espejitos” que ofrecen algunas empresas extranjeras, y que sólo venden chatarra, el caso Aguascalientes, con el acercamiento y contrataciones a empresas israelís, que son excelentes para venderse, así como consultores de otros lugares, que sólo son conferencias y posturas, que además adolecen de un soporte o evidencia de resultados fácticos. Muchos de estos personajes vinculados a “políticos” o a los “caciques del sector agua”.

Otro aspecto que debe considerarse es evitar la rigidez del formalismo al momento del diseño del modelo y su implementación en cada parte del proceso, pero a su vez, se debe tener cuidado en que se de relevancia a lo que puede denominarse “empirismo ciego”, ambos pueden extraviar.

No debe perderse de vista contemplar y usar lo que se denomina instrumentos para objetivar, como encuestas, observaciones etnográficas, investigación histórica, modelos dinámicos hídricos, así como la hidráulica, sin olvidar el diseño de información real, tal como lo mencioné en entregas anteriores con el subsistema de información del agua, recuerden que les he dicho en este espacio, la necesidad de romper con esa práctica nociva de recurrir a la planeación indicativa.

Cabe señalar que parte de estos problemas que he mencionado se presentan en el país y otros con mayor ahínco en la región del Centro bajío, incluimos Aguascalientes y Guanajuato. Los problemas en sus organismos operadores, como en los desfases en la implementación de una política hídrica, uno de los errores en el caso Guanajuato fue haber apostado al abastecimiento de agua a través de la presa el “Zapotillo”, independientemente de que se les critique por una cuestión a otra a los activistas y autoridades gubernamentales, es un hecho, que Guanajuato apostó con errores, y sin haber hecho una prospectiva de lo que acontecería, a partir de hace unos años, y no se diga ahora, es indispensable considerar siempre los factores y movilidad social. La gestión del agua debe ser diferente a la visión rígida ingenieril.

En el sector agua no basta con ser consciente de la existencia de la problemática y sus efectos. Ese ha sido el error, insistir en la concientización, pero esta no tiene efeto por sí sola, la toma de conciencia será realidad, cuando se apliquen las condiciones reales para que se concretice lo que se dice en el discurso de concientización, porque nos encontramos lo he dicho secuestrados por la industria perversa de la mercadotecnia, que sólo vende mensajes, porque genera dinero a esas empresas consentidas del gobierno en turno o socios como también hay esos casos y no se apuesta por el emprendimiento de acciones reales y viables.

No debemos olvidar que falla la gestión tanto por las condiciones y percepciones como por las imprecisiones e improvisaciones, que hemos presenciado y padecemos los efectos. Los extremos de la conceptualización o lo que planteo de rediseñar el concepto hídrico, deben evitarse, parafrasearé a Pierre Bordieu: “Desplazar la mirada a la práctica científica real expresa la intención de “desconcertar tanto a quienes reflexionan sobre las ciencias humanas sin practicarlas como a quienes las practican sin reflexionar”. Vean amables lectores, desde 2012 que el derecho humano al agua apareció en nuestra constitución en el artículo 4º y después de 13 años, no sólo se adolece de una ley general, sino el propio concepto de derecho humano al agua sigue sin existir.

Mis apreciables lectores, nos vemos la próxima semana, no olviden la importancia de emprender políticas y acciones que permitan que en México el agua nos alcance.

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