1.- El gobierno se entrampa por falta de deslinde

A poco menos de 3 meses de iniciado el nuevo gobierno se sigue esperando al “nuevo comienzo” como quiere su eslogan. Lo que se aprecia, en cambio, es un empantanamiento entre la nueva y la vieja visión, entre los funcionarios del “cambio” y los que defienden al pasado reciente, digamos: entre los alibianados pero inexpertos y los dieguistas que se resisten a ver llegada su hora.

A diferencia de la pasada transición, Libia García dejó escasos funcionarios del pasado en los primeros niveles de gobierno, pero validó a uno muy oscuro y pesado, el secretario de Finanzas Héctor Salgado Banda, con nexos no sólo con Diego Sinhue, sino con Miguel Márquez y con su cómplice empresarial, Rafael “El Gallo” Barba.

Pero en los segundos niveles, pululan los subsecretarios, directores generales, directores de área, jefes de comunicación y un largo etcétera, que vienen de años de comodidad, privilegios y margen de maniobra para sus acomodos personales y que no se resignan a ceder los espacios.

Modificar esas inercias profundas es lo que podría producir un verdadero recomienzo en la visión de la administración pública de Guanajuato, pues buena parte de los cuadros medios se deben a lealtades partidistas muchas de ellas marcadas por la obsolescencia y otras por el oportunismo.

Los titulares de las nuevas dependencias, muchos de ellos asumen por vez primera cargos de esa magnitud, se encuentran con funcionarios amañados, protegidos por camarillas que tienen sus orígenes en ex funcionarios, en cuadros de partido, en diputados y alcaldes, con tanta confianza en sí mismos que se atreven a desafiar a sus nuevos jefes.

Son pocos los secretarios como Rosario Corona Amador, que tuvo la piel dura para despedir a todos los operadores políticos vinculados a Aldo Márquez y Juan Carlos Alcántara, porque sabe que tiene la confianza de Libia y que hoy por hoy es su principal operadora política.

Además, Corona no está sola, pues forma parte de un grupo político que viene por una revancha después de que Miguel Márquez y Diego Sinhue les quitaron el sueño de administrar un gobierno bajo el liderazgo de Fernando Torres Graciano.

De ese grupo forman parte Vicente Esqueda y Jorge Espadas, desde dos poderes distintos, Judicial y Legislativo, quienes no tardarán en evidenciar un proyecto de futurismo, bajo la bandera de la Secretaría del Nuevo Comienzo.

Tampoco se ha atorado mucho en cambiar su equipo el secretario de Gobierno, Jorge Jiménez Lona, quien también se sabe poseedor de la confianza de la gobernadora, aunque para mantenerla deberá empezar a dar mejores resultados que los vistos hasta ahora.

El resto del equipo navega entre la opresión del desbordado secretario de Finanzas, que recorta gastos para los programas sociales que se ha comprometido a solventar, y que son la principal razón de su permanencia, y los sabotajes del funcionariado que no acata las nuevas dinámicas que busca imponer Libia de cercanía y eficacia, porque sencillamente no están acostumbrados a eso.

Y de ese pasmo no puede ser responsabilizada la gobernadora que, si algo ha dejado en claro, es que respalda a su gabinete para que tomen decisiones y asuman los costos de las mismas.

Veremos si con el inicio del nuevo año a algunas de estas nóveles estrellas del nuevo comienzo les empieza a caer el veinte de que el poder se consolida cuando se ejerce y se diluye cuando se pospone su ejercicio.

2.- Incremento al transporte, compromisos de nunca acabar

Bastaron una semana y dos sesiones de la Comisión Mixta Tarifaria para que ediles y funcionarios del municipio de León avalaran un aumento al transporte público. Un auténtico récord.

La trama de 3 actos es harto conocida por los leoneses: los concesionarios solicitan un aumento, los funcionarios contraofertan una cifra que, a su criterio, no afectará la economía de los más de 1 millón de usuarios de este servicio, y finalmente, una mayoría en el Cabildo lo aprueba. Los usuarios de este servicio pagarán 14 pesos, y el municipio subsidiará 50 centavos más.

La negociación fue planchada por funcionarios de la Dirección de Movilidad y ediles de Acción Nacional, un día previo a la manifestación estudiantil anunciada contra el tarifazo, que tendría lugar este sábado 14.

El compromiso de esta Comisión fue, entre otros que han arrastrado en los últimos cuatro tarifazos -como el mejorar la calidad y frecuencia del servicio- que no habrá otro aumento dentro de esta administración que concluye en octubre de 2026.

El acuerdo desmerece cuando, en un ejercicio de memoria, hay que recordar que los aumentos han sido una constante al menos una vez cada trienio en León. Cinco incrementos tarifarios entre 2014 y 2024. Dos en el mandato anterior y éste que apenas inicia de Alejandra Gutiérrez.

Con el rebose de una oruga en hora pico, la alcaldesa empleó el consabido discurso de que su gobierno defendió el bolsillo de los leoneses ante la voracidad de los transportistas. Una vez más, como en 2023, cuando en su primera administración se aprobó el incremento de dos pesos a la tarifa general.

Incluso, la propia presidenta avaló la contrapropuesta que incluye un subsidio de 80 millones de pesos, aún con la falta de evidencia sobre mejoras palpables y la opinión de estudiantes y ciudadanos de a pie que definen al transporte público como un servicio caro e ineficiente al que ya no debe darse el beneficio de la duda.

A partir de enero de 2025, León tendrá el segundo servicio más caro de México, por debajo de Nuevo León, pero lejos de garantizar una movilidad que lo coloque en el más alto estándar de calidad que se esperaría. No más.

3.- Juan Manuel Oliva, tan cerca de Trump y tan lejos de Marko

La frustrada epopeya presidencial del PAN, con Xóchitl Gálvez a la cabeza, y el distanciamiento de un grupo militante conservador que hizo guiños a la aventura política de Eduardo Verástegui como posible candidato ultraderechista ha dejado a un ala del blanquiazul cada vez más distanciada del PAN de Marko Cortés y, acaso, el del Libia Dennise García y Aldo Márquez en Guanajuato. Uno de los motivos sería la agenda política y legislativa que ha acercado a esta vertiente del blanquiazul a abrirse a la comunidad LGBTTTQ+, el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto, así sea más a fuerza que de ganas y veces, con batallas jurídicas a cargo de activistas como Juan Pablo Delgado.

En este contexto, a los guiños de México Republicano, la organización de corte conservador que tiene a la cabeza a Juan Iván Peña Neder, el excoordinador de las extintas Redes Sociales Progresistas, para convertirlo en un partido político “enfocado en la defensa de los valores tradicionales, la familia, la propiedad privada y las libertades individuales” han respondido figuras locales como el exgobernador y exdirigente estatal del PAN Juan Manuel Oliva Ramírez.

Sumido en un cómodo ostracismo como conferencista y asesor en gobiernos municipales panistas que lo cobijan, a Juan Manuel Oliva ya lo presentan como conferencista y orador a nombre de la agrupación en distintos foros como el de fines de noviembre ante un pequeño grupo de la Cámara de Comercio de Guadalajara.

Pero Oliva emprende una nueva lid que podría terminar trunca, igual que su sexenio. Porque este agrupamiento, al que muchos le perciben tufo yunquista, se topa con un morenismo instalado en sus reales, ampliamente dominante de la vida política nacional, los tres poderes y la mayoría de los gobiernos estatales, frente al cual, como ya se demostró, la ultraderecha con todo y el rostro de Eduardo Verástegui no hizo ni cosquillas.

La cuarta transformación pretende instalarse por mucho tiempo y la oposición lo sabe. Alguien que parece entender mejor esto es la gobernadora Libia García, quien tiene cada vez más cordiales acercamientos, consultas y “selfies” con la presidenta Claudia Sheinbaum.

Frente a ese avasallamiento, la encendida oratoria, con todo y las referencias bíblicas de Oliva, suena rebasada por la izquierda y sin encontrar cabida en la nueva estructura gubernamental de Libia Dennise. Son otros tiempos.