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12/5/2025
Monica-Maristain

El abrazo de Elena Poniatowska a la FILCO: cultura en movimiento

En tiempos donde las ferias independientes luchan contra la precariedad y la indiferencia institucional, la FILCO encuentra en Elena Poniatowska y en su hijo Felipe Haro un respaldo que dignifica el proyecto

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    La Feria Internacional del Libro de Coyoacán (FILCO) vive una edición marcada por una presencia que no solo honra al barrio, sino a toda la tradición cultural mexicana: Elena Poniatowska, figura mayor de nuestras letras, Premio Cervantes y memoria viva de un país que ha encontrado en su palabra un espejo lúcido y un resguardo indispensable.

    A sus 93 años, la escritora divide su tiempo entre la literatura, la reflexión política y la vida familiar. Habla de sus diez nietos con una emoción que trasciende cualquier protocolo. Habla también de su genealogía, de esos antepasados polacos cuya historia ha vuelto a leer con la urgencia de quien necesita conocer el punto de partida. “No sabía nada de los Poniatowski, mis orígenes”, dice, y su frase condensa una búsqueda que, a esta altura de su vida, recupera un sentido íntimo y revelador.

    El Consejo Cultura Continua en Movimiento, del que es miembro emérito, la invitó a enviar un mensaje para esta FILCO. Recibieron una pieza breve y contundente, de esas que solo ella puede escribir: una reflexión sobre la fuerza cultural de México, sobre la necesidad de sostener espacios comunitarios, sobre la literatura como prueba y celebración. “Su palabra —clara, sensible y luminosa—”, resaltó Gerardo Valenzuela, director de la feria, quien dedicó una publicación especial en Instagram para agradecerle su apoyo incondicional.

    La FILCO se ha construido con el impulso de muchas voluntades ciudadanas. Este año, sin embargo, la presencia y el respaldo de Poniatowska se han convertido en un nodo central. No se trata únicamente del prestigio literario que ella arrastra, sino de la generosidad con la que ha acompañado esta iniciativa desde su origen. Los organizadores destacan que la feria se realiza bajo su apoyo total, un gesto que va mucho más allá del simbolismo. Su hijo, Felipe Haro, director de la Fundación Elena Poniatowska, ha estado también involucrado, trabajando de cerca con el equipo de la FILCO y fortaleciendo una colaboración que busca sostener el acceso a la lectura como derecho, no como privilegio.

    La trayectoria de Poniatowska permite entender por qué su adhesión tiene un peso particular. Nacida en París en 1932, llegó a México como niña refugiada durante la guerra. En los años cincuenta comenzó a escribir en el diario Excélsior y, desde entonces, consolidó una obra profundamente ligada a la experiencia social del país. La noche de Tlatelolco la convirtió en una referencia ética y literaria; Fuerte es el silencioHasta no verte Jesús míoTinísimaLa piel del cieloEl universo o nada y Dos veces única terminaron de delinear una voz que oscila entre la crónica, la novela, el retrato humano y la investigación histórica.

    Su escritura ha sido puente entre la memoria colectiva y la intimidad de quienes rara vez aparecen en los libros. Pocos autores han logrado conjugar con tanta nitidez la indignación, la ternura y la mirada crítica. Pocos han puesto en el centro del relato a las mujeres, a los trabajadores, a los sobrevivientes. Su Premio Cervantes, recibido en 2013, fue la culminación de una obra que ya es patrimonio común.

    Elena Poniatowska ha transitado también por la vida política, no como operadora ni como funcionaria, sino como observadora incómoda, solidaria, incisiva. Su compromiso proviene de una convicción que atraviesa su obra: las historias que importan son las que permiten comprender un país. Las que alumbran, las que duelen, las que acompañan. Desde ese lugar toma la palabra hoy para sostener a la FILCO, para insistir en que la cultura es movimiento, comunidad y camino.

    Coyoacán reconoce en ella no solo a la escritora ilustre, sino a la vecina, a la mujer que sigue acercándose a los jóvenes autores con una curiosidad intacta. La feria agradece que su nombre esté asociado a esta edición. Valenzuela lo resume así: “Su palabra vuelve a guiarnos e inspirarnos. Recordamos por qué trabajamos juntos: porque la cultura es un acto colectivo”.

    En tiempos donde las ferias independientes luchan contra la precariedad y la indiferencia institucional, la FILCO encuentra en Elena Poniatowska y en su hijo Felipe Haro un respaldo que dignifica el proyecto. La feria crece, se afirma y se expande en el territorio simbólico que ella misma ayudó a construir: un territorio donde la literatura sigue siendo una forma de resistencia y un espacio para la esperanza.


    23 de noviembre de 2025, 00:00

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