
Autores:

El pasaje aumenta, pero el transporte urbano de León empeora y se rezaga en una ciudad que crece
El traslado al nuevo Hospital General en San Carlos exhibe la falta de planeación del SIT; calmado el enojo inicial por el alza de tarifas, los usuarios se topan con la realidad: las promesas nunca se cumplen
A tres semanas de haberse consumado el aumento a la tarifa de transporte público en la ciudad de León, la operación del servicio se mantiene con la impresión entre las personas que lo utilizan de que todo sigue igual: hay tardanza, mal servicio, pocos autobuses y rutas mal trazadas.
A la furiosa reacción en redes sociales por el incremento, se ha sumado la queja de que hay pocas opciones para llegar al nuevo Hospital General-Universitario de León, inaugurado el pasado 1 de agosto. Pacientes, trabajadores y visitantes del calificado como "el hospital más vanguardista de todo el Bajío", que tuvo una inversión de más de mil 600 millones de pesos, sufren para llegar y salir del nosocomio en San Carlos la Roncha, por el rumbo de la Puerta del Milenio.

Aprobación al vapor
De acuerdo a datos oficiales, diariamente unas 850 mil personas utilizan "la Oruga" o alguna de sus rutas auxiliares para desplazarse.
Por ello, a principios de año los Transportistas Coordinados de León solicitaron al gobierno municipal el alza al pasaje, sugiriendo que fuera hasta de un 30 por ciento. El líder de los concesionarios, Daniel Villaseñor Moreno, justificó el ajuste a la tarifa, derivado de los incrementos a los insumos usados para la operación del Sistema Integrado de Transporte (SIT), tomando en cuenta que los ingesos diarios del SIT el año pasado fueron de 5 millones 369 mil 677.30 pesos, según datos de la Unidad de Transparencia del municipio.
Una vez formada la Comisión Mixta Tarifaria, se rechazó la petición de regidores priistas de incluir a dos usuarios del servicio en las mesas de trabajo (argumentaron que era "complicado" integrarlos), aunque sí hubo dos integrantes del Consejo de la Contraloría Social, pero únicamente como observadores.
Tras varias semanas de negociaciones, se perfiló que el incremento sería de alrededor de un peso, algo aún "excesivo", según políticos de oposición y líderes de asociaciones civiles, que llevaron a cabo movilizaciones contra la medida. Aunque la mayoría de los usuarios estaban en contra, su actitud fue resignada. Con cinco votos en contra de la oposición y 11 a favor de los regidores panistas, el Ayuntamiento presidido por el alcalde Héctor López aprobó el 11 de julio el acuerdo con concesionarios para el alza en un servicio ya calificado como "caro" desde el anterior incremento (finales de 2016).

La nueva tarifa general pasó de 11 a 12 pesos, en tanto que el pago con tarjeta PagoBús pasó de 9.50 a 11 pesos (1.50 de incremento), mientras que la tarifa preferencial pasó de 4.20 a 5.20 pesos.
Su rápida aplicación fue otro punto criticado por los usuarios: el costo entró en vigor solo dos días después de la aprobación, para el sábado 13 de julio.
Grandes expectativas, dura realidad
Con ese peso extra por viaje, se espera que cambie una dura realidad para los usuarios. "Porque un peso es un peso, y mucha gente vive al día".
Sin embargo, una vez consumado el aumento, las quejas continúan en las redes sociales y en la rutina normal de gente.

Una joven enfermera que esperaba junto con otra decena de colegas y muchas otras personas por la llegada del autobús Exprés E04 (oruga), que junto con el de la ruta Alimentadora A96, regresan "a la civilización" a la gente que visita o asiste al nuevo hospital general, se quejaba de la pérdida de tiempo.
"Transporte nada más está jugando con nosotros en cuestión de los horarios", dijo, lo que dificulta que lleguen puntuales a checar su entrada (7 a.m.), esto, pese a que la Dirección General de Movilidad afirma que desde las 5:30 horas inician las rutas.
La trabajadora aseguró que no se respeta lo previamente pactado con enfermeros y empleados de administración, cuando se les avisó de la mudanza desde el centro de la ciudad, pero se les dijo que habría suficientes camiones. A esto se suma que los vehículos llegan al hospital repletos de estudiantes (porque la anterior parada es en la sede San Carlos de la Universidad de Guanajuato) y a veces ahí ya no alcanzan a subirse y mucho menos asiento, tomando en cuenta que de esa parada a la de Hermanos Aldama (en el centro) es un viaje de al menos 40 minutos. Muchos usuarios del servicio aún deberán tomar algún otro camión desde ahí, o desde la base Delta, para llegar a sus hogares.

Pero esta situación se repite en otras rutas.
Dos jóvenes estudiantes consultados por el Laboratorio de periodismo y opinión pública en la Parada 2042 de la Zona Centro, se quejaron sobre todo de la espera de sus respectivos camiones.
"Yo para mi casa a veces espero hasta media hora, ahí en la base de Santa Rita", dijo uno, quien ha vivido en la Ciudad de México, y considera que al menos los vehículos en León están en mejor estado que allá, sin embargo, detesta tener que esperar tanto.
Su amigo, en cambio, considera que otro problema importante es el "truco" que (concesionarios o choferes) hacen con las máquinas lectoras de tarjetas: denunció que dos semanas antes su tarjeta de estudiante no funcionó en un camión de ruta Alimentadora, el mensaje marcaba que no tenía saldo, por lo que tuvo que pagar en efectivo, luego se subió a "la Oruga" y ahí sí "pasó" la tarjeta, incluso ajustaba otros dos pasajes. En su opinión, el aparato fue modificado para no recibir el PagoBús, mismo caso le pasó al primer joven entrevistado, pero a él le pasó con su tarjeta general.

Esta situación también le ha ocurrido a al menos tres personas de un grupo de la tercera edad consultado por POPLab. Comentaron que a ellos les ha pasado que su tarjeta preferencial marca que se consumieron los pasajes gratuitos (dependiendo de la tarjeta, tienen derecho a dos o cuatro pasajes diarios gratis), aunque eso no es cierto, no la han usado.
Uno de ellos, de aproximadamente 78 años, mencionó que él de plano ya evitaba usar las rutas de por su casa, porque tardaba media hora en esperarlo, a veces el chofer no los quiere subir (por tener tarifa preferencial) y cuando se suben, otras veces la tarjeta no funciona y debe pagar en efectivo. "Por eso ya mejor me vengo caminando al centro". ¿Cuántas cuadras camina?, se le preguntó. "Unas 30 o 40".
Otro señor, también adulto mayor pero que además presenta una discapacidad, al tener amputado un pie, mencionó que son ellos (los más grandes) los que más necesitan usar el camión, por sus dolencias, y que en lugar de subirles un peso deberían bajárselos. Él, por ejemplo, casi no usa el transporte público porque no puede subir su silla de ruedas, "aunque allá dentro me pare en un pie", pero si no hay espacio o consideración (por parte del chofer o de los otros usuarios) para subir su silla, no tiene caso ni intentarlo.

¿Quién piensa en los usuarios?
El Observatorio Ciudadano de León (OCL) realizó el mes pasado su Primer análisis de movilidad urbana en la ciudad, donde en un sondeo con 1,887 respuestas, reveló que el transporte público fue el medio de transporte utilizado por la mitad de población leonesa (49%) en 2018, aunque debe destacarse que pese a las campañas de promoción para bajar el uso del automóvil, este porcentaje es menor al captado en 2013, cuando el 71% lo usaba.
Otros datos a considerar fueron que el costo del transporte público es de los más elevados, comparando con otras ciudades (León es de las dos ciudades con menor salario promedio, ver tabla).

A la pregunta ¿Aproximadamente cuánto gastan de manera habitual en transporte público a la semana? resutó que más de la mitad de los usuarios (52%) gasta entre 100 y 150 pesos y uno de cada cuatro gasta entre 200 y 300 pesos. Son ellos los que resentirán el aumento.
Entre las quejas está que el transporte es ineficiente, caro, no es accesible en ubicación de los paraderos y estaciones, el 70% de los usuarios camina más de 5 minutos a estaciones y paraderos, el 44% considera que va a esperar más de 15 minutos y el 25%, asume que su traslado a destino es más de 1 hora.

Pero si uno se detiene y comenta el tema del aumento, los comentarios se encienden. Molesta "la tardanza, que no se cubre el servicio y que los camiones no están tan buenitos para cobrar tanto", dijo una joven madre de familia. Ella utiliza la ruta 17, la 86, la 3, la 1, la 16 y la 10, y ninguna se salva. Ella se inconforma porque su hijo pequeño no pasa la línea límite de estatura y aún así los choferes (en particular los de la línea 17) le exigen el pago de su pasaje.
La abuela de los niños comenta que se ha fijado que en Aguascalientes hace poco también subieron el pasaje, pero allá es de 7 pesos y llega a León y cobran 12, dijo por lo menos allá sí se nota en los camiones, que están más nuevos. "Aquí le aumentan de peso en peso, cada año y no hay ninguna diferencia (…) nada más les cambian el color, los pintan, pero son las mismas unidades".

Las obligaciones
Con el acuerdo tarifario, los concesionarios quedaron obligados a renovar 32 autobuses este mismo año y 72 unidades el próximo. Daniel Villaseñor aseguró que se mejorará la frecuencia de las rutas, la principal queja de los usuarios. Sostuvo que marzo de 2020 es la fecha límite para mejorar el tiempo de espera. Para ello, ambas partes "diseñarán planes de operación de las rutas, procurando el equilibrio oferta–demanda, para cumplir plenamente con el servicio, una de las principales quejas".
Sin embargo, la desesperanza reina entre los usuarios, que ven como cada incremento solo exprime sus bolsillos, sin que haya mejoría alguna.
"Nada cambió en 2017 y nada cambiará ahora", es el lamento del usuario leonés.
4 de agosto de 2019, 15:06
Explora más contenido de este autor
Descubre más artículos y perspectivas únicas

