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12/8/2025
El saqueo arqueológico y las pérdidas que trae consigo

El saqueo arqueológico y las pérdidas que trae consigo

Además de ser un delito federal con penas de hasta diez años de cárcel y multa de hasta cien mil pesos, el saqueo arqueológico es realmente un asunto serio, ya que atenta contra la historia y la memoria de los pueblos de México

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    El pasado miércoles 17 de marzo el canal de TV abierta Telediario hizo un breve reportaje denunciando el saqueo de un sitio arqueológico precolonial que cuenta con una posible pirámide ubicado en La Ciénega, San Francisco Tlaltenco, en el municipio de Tláhuac al oriente de la Ciudad de México. La parcela en donde se encuentran los restos arqueológicos también está en riesgo de ser presa de una inminente invasión inmobiliaria, como ha pasado con muchos de los terrenos ejidatarios de la zona desde el año pasado. En el videorreportaje, Pablo Borboa, dueño de la tierra en riesgo, hace un llamado de ayuda a las autoridades para frenar estos daños y amenazas al patrimonio arqueológico de la nación que está bajo su cuidado.

    Captura del videorreportaje en donde se denuncia el saqueo de un sitio arqueológico en Tláhuac, reconocido por el INAH pero que aún no estudiado, en donde claramente se puede apreciar el socavón que los saqueadores dejaron detrás. Fuente: Telediario.
    Captura del videorreportaje en donde se denuncia el saqueo de un sitio arqueológico en Tláhuac, reconocido por el INAH pero que aún no estudiado, en donde claramente se puede apreciar el socavón que los saqueadores dejaron detrás. Fuente: Telediario.

    Además de ser un delito federal con penas de hasta diez años de cárcel y multa de hasta cien mil pesos, el saqueo arqueológico es realmente un asunto serio, ya que atenta contra la historia y la memoria de los pueblos de México. Podría parecer que lo único que se pierde son los objetos saqueados en sí mismos, las piezas antiguas que son excavadas para luego ser vendidas en el mercado negro y desaparecer de la vista. Pero en realidad se pierde mucho más.

    Al realizarse excavaciones de forma no regulada se destruye todo el contexto arqueológico, es decir toda la información respecto a dónde y cómo están depositados los materiales arqueológicos al ser encontrados. Como bien indicó el arqueólogo Alejandro Martínez Muriel, el contexto se compone principalmente por la matriz, la procedencia y la asociación. La matriz se refiere el medio físico en el que se encuentra el material arqueológico, generalmente asociado a suelos; la procedencia es la localización exacta de la pieza en tres dimensiones (longitud, latitud y profundidad), y la asociación es justamente la relación que tiene el objeto con el resto de los elementos y artefactos arqueológicos a su alrededor. Por ejemplo no es lo mismo si huesos animales son encontrados como parte de un esqueleto completo junto a un entierro humano y objetos suntuarios a que si se encuentran sueltos, con marcas de carnicería y entremezclados con vasijas rotas, cenizas y otros restos arruinados. En el primer caso muy probablemente se trate de un sacrificio animal como parte de un importante entierro y en el segundo de deshechos relacionados con alimentación y vida cotidiana. Es justamente gracias al cuidadoso estudio y análisis de estos contextos que los arqueólogos pueden obtener valiosa información que nos indica cómo era la vida de las personas en el pasado.

    Además del daño de piezas y estructuras, la destrucción del contexto y la pérdida de toda la información asociada a él, el saqueo arqueológico conlleva una nociva privatización del patrimonio arqueológico. El enlace directo que hay entre el saqueo y la comercialización ilícita de antigüedades significa que, después de ser ilegalmente excavadas, las piezas desaparecen en un opaco mercado negro. De esta forma se pierde toda posibilidad de que dicho patrimonio sea socializado, de que más personas lo conozcan y disfruten, lo estudien y aprendan de él.

    Foto: especial.
    Foto: especial.

    Cuando son saqueadas, las piezas son sustraídas directamente de su ambiente original, lo cual hace muy difícil siquiera conocer qué está siendo robado y en qué cantidades. Esto también complica el combate contra las redes de compra-venta de piezas arqueológicas a nivel internacional, tanto las legales como las ilegales, así como los posibles procesos de repatriación de piezas de procedencia poco clara que por ejemplo se estén subastando en el extranjero.

    Cuando un sitio arqueológico como el de La Ciénega en Tláhuac es saqueado, el contexto se altera y se destruye. Además de que se pierden los objetos que los saqueadores retiraron para contrabandear y vender, también se pierde valiosa información que permitiría ampliar nuestro conocimiento sobre la historia y forma de vida de los antiguos habitantes de la zona. Es imperioso que las autoridades hagan cumplir la ley y que casos como el de Tláhuac no queden impunes. Es urgente que instancias oficiales como el INAH protejan de una forma más efectiva los miles de sitios arqueológicos del país. Esto sin duda es una labor enorme, la cual se ha vuelto aún más difícil con los malos manejos administrativos y los duros recortes presupuestales de las últimas décadas al INAH, cuya crisis se ha agudizado, llegando a niveles críticos al reducírsele un 75% de su presupuesto el año pasado. Por otra parte, es igualmente necesario cultivar la sensibilización entre toda la población sobre lo mucho que se pierde cuando el patrimonio arqueológico es saqueado y fomentar la participación activa de comunidades y diferentes miembros de la sociedad civil en la conservación y protección de esos antiguos bienes y herencias colectivas.

    14 de abril de 2021, 02:05

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