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12/14/2025
Entre Aluxes e Inteligencias Artificiales

Entre Aluxes e Inteligencias Artificiales

Y el mundo continúa poniéndose raro

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    Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, tras publicar un tuit con la foto de un alux, logró la primera plana en el tabloide británico Daily Star, con el titular “MEXICO PREZ: WE´VE CAUGHT AN ELF”. Esto tan solo unos días después de que Japón diera el campanazo con la extraña llegada de una gigante bola de acero a sus playas. Afortunadamente, nuestras almas volvieron al cuerpo unos días después, cuando las autoridades japonesas declararon que sólo se trataba de una boya perdida, y las notas de la comunidad de twitter, aclararon que la foto publicada por AMLO no es de un alux, sino de una supuesta bruja, y que no se tomó en las obras del tren maya en febrero de 2023, sino en el poblado General Terán, Nuevo León, en febrero de 2021. Al final, el presidente se justificó diciendo, “si no existen, [los aluxes] pues habría que inventarlos”.

    Todo parece indicar que con la llegada de marzo, el mundo volverá a la normalidad y que, nuevamente, los encabezados sensacionalistas no serán más que eso.

    Y ya que estamos en temas presidenciales, la marcha por la defensa del INE ha expuesto, otra vez, la terrible crisis educativa en México. Mientras que el presidente contó 80 mil, máximo 100 mil asistentes, los organizadores contaron 500 mil. Claramente alguien aquí no sabe sumar ni multiplicar. Ante estas cifras me pregunto. ¿Qué tan difícil es calcular el número de personas dentro de un cuadrado como el Zócalo y los rectángulos formados por las calles aledañas? Uno pensaría que con conocer el área del espacio utilizado y el número de personas que caben por metro cuadrado sería suficiente, y aunque al parecer las matemáticas no son una ciencia exacta, nada puede justificar una diferencia de 400 mil personas en las estimaciones.

    AMLO presumió en su “mañanera” haber llenado 60 veces el Zócalo, una cifra que bien podría competir con las 226 veces que Luis Miguel ha llenado el Auditorio Nacional, esa experiencia podría darle cierta autoridad como “experto” en el tema, pero después de la pifia del alux, mmm…

    No es la primera vez que nos topamos con estas discrepancias aritméticas. La terrible dificultad que los mexicanos tenemos para las matemáticas ya se ha demostrado antes. Por ejemplo, en la marcha contra el desafuero en 2005, las autoridades capitalinas contaron 1,2 millones de personas, mientras que las federales, sólo 120 mil. Pitágoras se ha de haber retorcido en su tumba.

    Aquí lo que es innegable es que México vive un terrible rezago educativo. Somos el país con el quinto peor desempeño en la prueba PISA de matemáticas, y ese problema trae consigo consecuencias más graves que no saber estimar cuántas personas asisten a una manifestación pública. Por ejemplo, la de no estar listos a tiempo para participar de las disrupciones tecnológicas.

    Cuando una tecnología está en pañales, prácticamente cualquiera con talento y un poco de recursos puede participar en la contienda. A principios del siglo XX, en México se diseñaban aviones. Un siglo después, los gobiernos presumen la atracción de las trasnacionales que los hacen y es difícil pensar que una empresa mexicana pueda convertirse en la nueva Airbus.

    Las grandes empresas, las grandes industrias, nacen en pequeños talleres. En los años 50, mi abuelo se mudó a León para promover las máquinas de la NCR porque, según le dijeron, tenía una creciente industria. Cuál fue su sorpresa al encontrarse con una ciudad sin grandes naves industriales. "¿Dónde está la industria?" - preguntó mi abuelo, decepcionado, - "aquí solo hay casas." "Toque cualquier puerta," - le respondieron, - "en León, cada casa es una industria y se llaman picas."

    Y así como en los 50, en León, cada casa era una fábrica de calzado, estamos en una época en la que las nuevas empresas de Inteligencia Artificial van a surgir de las cocheras. El desarrollo y las aplicaciones en IA están en el terreno de las StartUps, que después se convertirán o serán compradas por las grandes corporaciones.

    León se convirtió en la capital del calzado porque todas esas picas crearon una masa crítica suficiente para que la industria floreciera. No todas prosperaron, es más, solo unas cuantas se convirtieron en grandes empresas. Pero a base de prueba y error, y mucho trabajo, la ciudad creó las condiciones para que las grandes marcas de zapatos se consolidaran.

    Así como en las primeras décadas del siglo XX solo se requería talento y un poco de apoyo para ingresar en las, ahora prácticamente cerradas, industrias automotriz y de aeronáutica, así como León desarrolló toda una industria desde el patio de sus casas, esta tercera década del siglo XXI nos brinda una oportunidad única para ingresar en la carrera por la explotación de la Inteligencia Artificial. Para el 2050 será muy tarde, el mercado ya estará controlado por las grandes corporaciones.

    Pero, ¿qué esperanza tiene un país al que sus habilidades no le dan ni para estimar el número de participantes en una marcha?

    Hay esperanza. Todo es cuestión de construir, como lo hiciera León con la industria del calzado, la masa crítica necesaria para generar muchas picas de IA. Esto requiere un compromiso auténtico del gobierno para elevar el nivel educativo en las escuela, de las universidades públicas y privadas para incentivar la creatividad de estudiantes y profesores y de éstos para arriesgarse en una empresa llena de incertidumbres y finalmente, de los capitales privados para apostarle a todo este proceso. De no hacerlo, seguiremos siendo meros espectadores y maquiladores del avance tecnológico mundial.

    El reto no es sencillo, se requiere de mucha masa crítica, muchas picas, pero recordemos las sabias palabras de nuestro presidente “Si aún no existen [las picas de IA] habría que inventarlas."

    3 de marzo de 2023, 20:17

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