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12/14/2025
La Cuarta Transformación y la quinta columna

La Cuarta Transformación y la quinta columna

Tanto Marcelo Ebrard como sus seguidores deben ser considerados en adelante enemigos internos, nada menos que un grupo rival infiltrado que opera para destruir al partido desde dentro

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    En política hay pocas cosas tan valiosas como la lealtad, sobre todo en una cultura como la nuestra donde el transfuguismo es moneda corriente. En los últimos años, hemos asistido a todo tipo de conversiones ideológicas relámpago -por no decir traiciones- de parte de todos y cada uno de los partidos: panistas que apoyan a Sheinbaum, morenistas que están con la oposición, priistas que se suman a MC… La más reciente y que amerita un mayor análisis, tanto por su singularidad, como por el peligro latente que representa, es sin duda la de Marcelo Ebrard.

    El bloque interno de diputados morenistas afines al excanciller ha anunciado que no aprobará el presupuesto federal 2024, al menos, no tal y como lo envió el ejecutivo, sino que hará una propuesta de modificaciones “por el bien de los mexicanos”. Hablamos de al menos 20 mil millones de pesos que buscarían reasignar, aunque eso signifique aliarse de facto con la oposición, lo que ha motivado que el propio Germán Martínez felicitara a Ebrard (!), animándolo a rebelarse abiertamente contra el gobierno y unirse de lleno al Frente Amplio.

    Esto es algo que se veía venir desde el proceso interno de Morena para definir a su precandidato/a, a lo largo del cual Marcelo se estuvo quejando sistemáticamente, exigiendo modificaciones y mostrando escepticismo hasta el último momento en que reventó de plano el proceso. Resulta claro que, sabiéndose perdedor de antemano, tenía ya preparado un plan B, el cual consistía básicamente en descalificar las encuestas con cualquier pretexto, para luego victimizarse y justificar su ruptura o alejamiento de Morena, legitimando así la creación de su propia estructura con miras a convertirla en un futuro nuevo partido político. Algo muy similar a la estrategia de su mentor Manuel Camacho Solís con el extinto Partido de Centro Democrático, o a lo que hizo el mismo López Obrador cuando creó Morena como un movimiento interno del PRD en el marco de su campaña por la presidencia en 2012. La diferencia radica en que tanto uno como otro cortaron de tajo con sus respectivos partidos y fundaron su propia organización independiente, mientras que Ebrard y su grupo pretenden quedarse en Morena para avanzar desde dentro en su propia agenda.

    Es evidente que la lealtad de dicha facción no será ni a Morena ni a la Cuarta Transformación, sino a un individuo en específico, quien pretende instrumentalizar al partido como plataforma para su propio proyecto personal. Esto supone un grave conflicto de interés para este grupo de diputados y senadores, que en la práctica los vuelve no solo inútiles, sino verdaderamente riesgosos, ya que no se puede saber a ciencia cierta cuándo respaldarán o no el proyecto de nación, haciendo que su permanencia en el partido resulte contraproducente. Más valdría no contar con ellos.

    Si las corrientes internas están formalmente prohibidas en Morena, ello se debe precisamente al antecedente de tribalismo caníbal que reinó en el PRD, partido en el cual la lucha intestina entre facciones acabó balcanizándolo, al punto de llevarlo al borde de la extinción. Toda organización requiere un mínimo de unidad para funcionar y ser eficaz, de otro modo, se desperdicia tiempo y energía en conflictos internos. Ello no significa suprimir la diversidad al grado de caer en el totalitarismo, pero tiene que haber un límite para el disenso y la confrontación interna. Hay un abismo de distancia entre permitir la libertad de pensamiento y tolerar la proliferación de sectas fratricidas. Permitir que los denominados “marcelistas” aniden en el partido sería un grave error, pues se pondría en riesgo la unidad de Morena de cara a las próximas elecciones e, incluso, la gobernabilidad presente y futura. El análisis costo-beneficio es a todas luces negativo. Simplemente no vale la pena.

    Marcelo Ebrard le ha hecho daño a la Cuarta Transformación desde el principio de la contienda interna. Siguió lastimando al movimiento al no reconocer su derrota ni a Claudia Sheinbaum como nueva líder del proyecto -con todo y bastón de mando-, y ahora su plan consiste en sabotear al gobierno cuanto pueda, bajo una lógica de suma cero. Hay que decirlo con todas sus letras: el mal llamado “Camino de México” es hoy por hoy la quinta columna de la cuarta transformación.

    Tanto Marcelo Ebrard como sus seguidores deben ser considerados en adelante enemigos internos, nada menos que un grupo rival infiltrado que opera para destruir al partido desde dentro, por lo que deben ser expulsados a la brevedad, so pena de comprometer el éxito de la Cuarta Transformación. No se trata de ser alarmistas ni puristas, pero Morena no puede darse el lujo de tener entre sus filas Judas ni agentes dobles, de otro modo, la traición será inminente. Así como los recursos naturales, la lealtad reviste una importancia estratégica que es absolutamente crucial para el proyecto de nación. Mal haríamos en no darle el lugar que merece. Aún estamos a tiempo de que la Cuarta Transformación se deshaga de la quinta columna. El futuro del país depende de ello.

    2 de octubre de 2023, 18:39

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