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Lo que alguna vez fue un centro de formación con aspiraciones de ser referente en el Bajío hoy apenas sobrevive. Desde 2018, la Universidad Politécnica de Juventino Rosas ha ido cayendo en un abandono político y estudiantil.

En el cuatrimestre de mayo–agosto de 2025 la UPJR registró apenas 925 alumnos, su cifra más baja desde su fundación. Una caída dramática si se compara con los 2,052 estudiantes que tuvo en 2019. En los últimos cuatrimestres —de septiembre a diciembre— los datos revelan un descenso sostenido en la matrícula:

La pérdida de estudiantes no es casual. Detrás está una infraestructura deteriorada, abandono sistemático del mantenimiento, deficiencias graves en servicios básicos —como electricidad y agua— e incluso la carencia de internet, imprescindible hoy para tareas y prácticas académicas.

“Es bien común que no haya agua en los baños, siempre estamos batallando con eso; luego no hay electricidad… pero lo que sí nunca hay es internet, tenemos que poner datos del teléfono”, afirma una estudiante de Ingeniería Industrial.

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Otro alumno de Mecatrónica dice: “Las instalaciones ya están muy feas, muy descuidadas… los equipos de cómputo ya están muy viejos, muchos ni siquiera encienden”.

Para muchos, la UPJR ya no es opción. “Muchos me decían que mejor entrara al tecnológico de Celaya… incluso creo que ahora ya sólo entran los que no quedaron allá”.

Carlos, un egresado, corrobora que la carencia de salidas para prácticas profesionales también ha sido una constante: “En toda mi carrera jamás nos llevaron de visita a ninguna planta o fábrica, aunque supuestamente era algo obligatorio cada cuatrimestre… siempre nos decían que ‘para la próxima’ y que no había dinero”.

Pese al deterioro visible y a las quejas constantes de alumnos y docentes, la UPJR opera en 2025 con un presupuesto que difícilmente justifica su estado de abandono. Este año recibió 51.5 millones de pesos, casi el doble de los 27.8 millones asignados al Instituto Tecnológico Superior de Abasolo y por encima de los 30.2 millones destinados al Instituto Tecnológico Superior de Purísima del Rincón.

Fundada el 4 de septiembre de 2009, la UPJR fue rápidamente impulsada y convertida en un proyecto emblemático del gobernador Miguel Márquez Márquez.

En el quinto aniversario de la institución, en septiembre del 2015, el mandatario la calificó como una de las universidades más importantes de la región Laja-Bajío y presumió una matrícula integrada incluso por estudiantes de otros estados como Jalisco, Michoacán, Durango, Estado de México, Chihuahua, Ciudad de México, Querétaro, Tamaulipas y Veracruz. La presentó como parte de uno de los ejes centrales de su administración. Hoy, aquella narrativa dista mucho de la realidad.

Administración polémica en tiempos de crisis

Desde que comenzó esta decadencia la universidad ha tenido 3 rectores diferentes. Primero la salida de Carlos Romero Villegas, quien permaneció ocho años al frente de la institución y entregó el cargo en 2022 para militar en el partido verde y buscar la alcaldía de Cortazar en 2024.

Tras su salida, asumió la rectoría José Christian Padilla Navarro, militante panista, quien dirigió de 2022 a 2024, pero dejó el puesto para impulsar su carrera política en León, pues Diego Sinhue lo nombró rector de la Universidad Tecnológica de León (UTL) donde usa las redes de la universidad para proyectarse políticamente, además fue electo consejero estatal en octubre de 2025.

La conducción quedó finalmente en manos de Fabiola María Guadalupe Banda Pérez, también panista y cercana a Padilla, quien funge como encargada de despacho desde abril de 2024. Bajo esta secuencia de administraciones, lejos de corregirse, el deterioro de la universidad se profundizó.

“Francamente sí siento que nos dejaron a nuestra suerte. Ni el estado ni las instituciones educativas voltean a vernos. En todos estos años, ni Diego Sinhue, ni Libia han puesto un pie en la universidad. Es como si hubiera dejado de existir para ellos”, lamenta un maestro con años de trayectoria en el campus.

La baja de la matrícula va de la mano con el aumento de la inseguridad en la región. Celaya, municipio vecino de Juventino Rosas, continúa encabe­zando los índices de violencia en el estado. En enero de 2025, fue el municipio con más homicidios dolosos en Guanajuato.

Además, en los últimos años circulan reportes sobre asaltos en las carreteras cercanas al municipio además de actividad relacionada a grupos criminales.

“Para muchos que venimos de Celaya u otros municipios, sí es un tema tener que agarrar la carretera. En la de Celaya ya ha habido muchos asaltos; a nosotros no nos ha tocado, pero seguido la bloquean. La verdad sí da miedo.”

En noviembre de 2019, la universidad tuvo que suspender clases luego de que un autobús fuera incendiado cerca de la universidad en la carretera Celaya–Juventino Rosas durante un bloqueo ligado a operativos contra grupos criminales, un episodio que evidenció lo vulnerable que es el campus ante la violencia que domina la zona.

“Antes de la pandemia y la inseguridad, teníamos alumnos de otros estados —Aguascalientes, Jalisco, Michoacán, Querétaro, etc. Ahora casi todos vienen de Juventino o de poblaciones cercanas”.

La postura de la UPJR ante la baja de estudiantes.

PopLab buscó a la UPJR para conocer su postura sobre la caída en la matrícula y las acciones para enfrentarla. En respuesta, la universidad aseguró que está impulsando un “modelo educativo renovado” que incluye doble titulación, rediseño de carreras, una nueva maestría en Alta Dirección y la eliminación de filtros de ingreso. También señalaron que están fortaleciendo tutorías, asesorías académicas y que a partir de 2026 habrá una modalidad mixta para estudiantes que trabajan. Agregaron que han invertido en infraestructura, conectividad, equipamiento y servicios. Sobre la baja de estudiantes, atribuyeron las variaciones a la pandemia, ciclos de egreso y movilidad académica, y destacaron que en “los dos últimos ciclos” mantienen una matrícula estable de 1,244 alumnos, lo que —dicen— permitiría proyectar una recuperación.