Transcurre aquí el segundo día de la Bienal Mario Vargas Llosa, un encuentro de escritores latinoamericanos alrededor de la figural del Nobel peruano. Ayer, dio un discurso polémico, enfrentado a los grandes deseos de los pobres del continente y de los luchadores por un mundo mejor.

Es un discurso de la derecha, condimentado con muchas voces de los escritores reunidos aquí, que seguramente no coincidirán con el discurso de Mario, aunque eso sí, lo respetan mucho a nivel literario.

Hace mucho calor en Guadalajara. Quizás por eso, uno tiende a las discusiones como la que ayer se propició con la enviada del IMER, Carolina López Hidalgo, que ahora anda con la cara fruncida por el enojo y quién sabe cuándo perdonará este instinto maradoniano y argentino, de tratar de defender lo propio.

Es la primera actividad luego del suicidio de Raúl Padilla López. Los chicos de la FIL, con Marisol y Mariño González a la cabeza, no hacen ninguna mención al hecho y nosotros, aunque somos periodistas, tratamos de no tocar ese episodio que se dio hace un mes, que es muy molesto y doloroso todavía y por el cual nadie tiene mucho que decir.

Hace un ratito vino Mona Rosette, la encargada de alimentarnos en la FIL y se fue rápidamente. No vaya a hacer que yo le saque el tema, en un contexto donde descubrí ayer a la vera de mi camino un árbol amarillo que casi me estalló en la cara, con su belleza habitual y su fuego enardecido.

Le saqué una foto, como la misma que le saqué a unas nubes táctiles que atravesamos por el avión y parecía que nos iban a envolver y mandarnos hacia otra dimensión. Porque es cierto. Todos los que yo he querido y admirado se han muerto. Como ese inglés Martin Amis (1949-2023) que ha dicho su hermano y colega Ian McEwan: “De alguna manera, tendremos que prescindir de este espíritu libre, que, en modos serios y cómicos, encarnaba todas las posibilidades de la imaginación sin trabas. En esencia, el cuerpo de trabajo que deja atrás es profundamente humano. Al igual que Dickens, amaba y se deleitaba con las salvajes excentricidades de la naturaleza humana. En la comunidad de letras, Martin se convertirá con el tiempo en un hermano para todos sus lectores.”

A veces siento que estoy cada vez más sola, por esas personas que se mueren y ya no tendrán repuesto. Siento una sola posibilidad: la de escribir pese a todo. Ese fue, precisamente, el tema de la primera conferencia en la V Bienal Mario Vargas Llosa, la última que se hará en México (por ahora, vamos a ver si de da alguna noticia al final de este encuentro), en una plática realizada por el escritor peruano Renato Cisneros, la española Olga Merino y la mexicana Sara Poot Herrera.

Esta última, por su simpatía e inteligencia, se hizo con la charla, hablando por cierto desde Sor Juana Inés de la Cruz, de la que es una gran experta. Al final de la charla en la que todos dieron sus razones para hablar de escribir pese a todo, le hicimos una entrevista a Sara y comenzamos a vibrar a “nuestros” candidatos.

Desde la periodista cultural Irma Gallo, que tiene entre sus preferidas a Cristina Rivera Garza y yo misma que alabo la novela de David Toscana, Enrique Mendoza, del semanario Zeta, de Tijuana, que lo ve fuerte a Héctor Abad Faciolince, todos disfrutamos del enorme talento de los seis finalistas y estamos cómodos en este encuentro literario, donde vemos a Ray Loriga, con un gesto de fumar sin fumar, a Ana García Bergua, con una blusa verde esplendorosa, a Mayra González, de aquí para allá, como buena editora de Alfaguara que lo es.

Este texto se publicó originalmente en el sitio Maremoto, en este enlace.