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“Las aventuras del ingeniero Ibargüengoitia” en S.NOB Hebdomadario: el germen de La ley de Herodes
La ley de Herodes es el título en el que se reúnen relatos de Jorge Ibargüengoitia. Publicado por Joaquín Mortiz, en 1967, ha sido visto...
La ley de Herodes es el título en el que se reúnen relatos de Jorge Ibargüengoitia. Publicado por Joaquín Mortiz, en 1967, ha sido visto -habitualmente- como un libro de cuentos en donde el autor muestra esa otra faceta, la del relato corto. He escuchado ponencias donde el acercamiento al libro se da a partir de una sesuda lectura sobre “La mujer que no”, “La ley de Herodes”o “La vela perpetua” a través del cristal del análisis marxista; también he asistido a conferencias en donde el análisis estructural es el marco teórico para hablar de la experiencia de “Falta de espíritu scout” o “Mis embargos”. En todas se pone en negritas la genialidad del autor que no se siente un humorista.
En esa Ley de Herodes uno se carcajea, ríe hacia adentro, se incomoda y distingue que Ibargüengoitia escribe con crueldad -actitud que, según Rafael Lemus, en estos tiempos, podría no ser motivo de risas-. Si le dieran a leer a Gabriel Rodríguez Liceaga o a Antunio Ortuño o a Juan Pablo Villalobos uno de estos textos -sin nombrar al autor-, seguramente dirán que no son cuentos; concedamos que aceptaran la genialidad de Ibargüengoitia, pero reconocerán que en el territorio del cuento, tan Borges, tan Quiroga, tan Amparo Dávila, no lo ven.
El libro de Ibargüengoitia no se inscribe en esa idea formularia. Al autor no le interesa nunca engañar al lector o dejarlo perplejo o urdir intrigas que guardan dilemas oscuros y enigmáticos, remates o vueltas de tuerca en cada personaje, teorema del cuento mexicano que se enseña en talleres de Chimal o de Parra.
Está más cerca de un anecdotario cuyo narrador, con ojos recelosos y con una alta dosis de amargura, denuncia y burla demoledora se vale de la escritura y de la clave “ficcional” para desquitarse o dar una versión de los hechos -si es que los hubo- en donde el mundo alrededor merece castigo. La clave de Ibargüengoitia es dar lecciones de lo tonto que es el otro. A veces pienso que la palabra preferida en los textos es “imbécil”, siempre dirigida a otro, por supuesto. En todo caso, ya quisiera uno esa altura moral de Ibargüengoitia, lucir descaro -que en estos tiempos cuesta-, ponerse Quevedo y burlarse de su entorno con esa solvencia y temeridad arbitraria y contundente.
Desde la academia, Ana Rosa Domenella, ha dedicado atención a esos relatos. Quien durante un tiempo fue la referencia entre los estudiosos del autor guanajuatense describe y analiza esos textos en clave de relato o cuento. Destaca la incursión del dramaturgo y novelista, crítico y columnista, en el territorio del relato breve. Domenella hace malabares apologéticos de esos cuentos por el hecho de que es Ibargüengoitia más que porque respondan al análisis estructural del relato tan severo, tan sin biografía, tan inmanentista, como dirían los teóricos estructuralistas de la literatura del final de los años ochenta y principio de los noventa.
Algo que uno echa en falta en esas aclaraciones que la estudiosa propone, pues apremia el análisis estructural, el manejo del humor o la teatralidad, es que algunos de estos relatos aparecieron, inicialmente, en una publicación periódica.
Parece cosa menor, pero la pongo en la mesa como un elemento que le permite a uno leer en contexto, desde el soporte, otro contexto fuera del libro publicado. Dice José Emilio Pacheco que la literatura mexicana se ha escrito en los periódicos y enlista a Riva palacio, a Guillermo Prieto, también a Martín Luis Guzmán o a Payno. Saber que estos relatos los publica Ibargüengoitia en una revista es importante; distinguir en cuál revista aún más.
Si atendemos a esa premisa a la hora de leer “El Episodio cinematográfico”, “What became of Pampa Hash?” y el relato del que toma el título el libro, “La Ley de Herodes” -que fueron publicados como colaboración de Jorge Ibargüengoitia en una revista-, es un chisme útil para acomodar la lectura de los “cuentos de Ibargüengoitia”.
Esto es lo que me interesa contar aquí. Domenella se refiere a la Ley de Herodes como un libro concebido en conjunto -ignoro si ella sabe que algunos de los textos incluidos en el libro que analiza vienen de otro tiempo y aparecieron en otro formato-. Diré que ese libro que se colocó en el anaquel como libro de cuentos es fruto de lo que escribió Ibargüengoitia en otra clave. Y eso me parece relevante porque dota a esos relatos de una vida que no siempre se sabe, anterior a la del libro donde se les ha incluido, luego de un trabajo de curaduría y de cambio de sentido incluso.
Jorge Ibargüengoitia participó en la revista S.NOB Hebdomadario entre junio y julio de 1962. Su colaboración se titulaba "Las aventuras del ingeniero Ibargüengoitia" y son una serie de anécdotas contadas en clave autobiográfica o lo que puede leerse de esa manera, con el tono inclinado a la farsa, como la revista misma -que es beligerante, provocadora, casi un chiste local entre amigos-; hace pensar, por ejemplo, en San Ev Ank, de 1918 donde los chistes entre escritores y actores, intelectuales y maestros están a la orden del día y despelucan tanto al poeta nacional como al maestro.
La participación de Ibargüengoitia, entonces, es parte de un programa de la propia revista. Su intención es pitorrearse de lo que le sucede o, mejor dicho, de quienes protagonizan estos episodios, incluido siempre él como el que filtra la información y quien explica dónde debemos reírnos o a quien aborrecer.
Es decir, apropiándose de un apodo, “el ingeniero Ibargüengoitia”, ya de por sí una burla colocada en una revista que se presume como elitista, sofisticada, exagerada, iconoclasta, cuenta pasajes de su vida con un aire cínico o crítico, ridiculizante también. Puede uno notar ese estilo que a Rafael Lemus le parece de un disparejo comediante de derechas, un hacendado al que le molesta lo tontos, lo tramposos, lo convenencieros que son los otros (y las otras) o lo patético que es ser protagonista de ciertas aventuras como “El episodio cinematográfico” o “Conversaciones con Bloomsbury”, porque hay que aguantar la estulticia del prójimo.
Los relatos son un seductor stand up en donde, al ridiculizar los hechos, ese monólogo que de inicio parece autoescarnio, muestra al esnob Ibargüengoitia como un moralista que reparte reprimendas y lecciones entre el público.
Y, entonces, uno, en casi secreto, se carcajea tanto del narrador y de la crueldad con la que trata a sus personajes como de sus anécdotas en una especie de acto reflejo, una reacción ante lo patético en el anecdótico relato “Los peligros del matrimonio”, que es otro pasaje que publicó el ingeniero Ibargüengoitia en S.NOB, aunque ya no se incluye en La Ley de Herodes.
S.NOB Hebdomadario, como se sabe, es una revista que ideó y dirigió Salvador Elizondo. En Cámara Nocturna, un libro del 2011 publicado por el FETA en donde Daniel Orizaga reúne textos de varios ensayistas sobre el autor de Farabeuf, el doctor Anuar Jalife Jacobo hace algunas anotaciones sobre esa publicación. Nos cuenta que fueron seis números, que tuvo entre sus colaboradores a Alvar Do Mattos, Juan Manuel Torres, Jomi García Ascot, Alexandro, Juan Vicente Melo, Zachary Angelo; L. B. Bengoal, Tomás Segovia, Cecilia Gironella, Luis Guillermo Piazza; El monje de Lewis, Leonora Carrington, Álvaro Mutis, Teresa Salazar; Kitzia Poniatowska, Rolland Barthes, Homero Aridjis, Alejandro Jodorowsky-Prullansky, Edwuard James; William Burroughs, Miguel González Avelar, Antonin Artaud, José de la Colina o Emilio García Riera quien figura en el primer número como Subdirector; entre los participantes, el propio Elizondo y Jorge Ibargüengoitia.
Según el mismo Salvador Elizondo, la revista se publicó semanalmente hasta su número 6. El siguiente -y último número- saldría en octubre del mismo año, aunque ya no sucedió. En ese se anunciaba que la periodicidad sería “menstrual”.
Las aventuras del ingeniero Ibargüengoitia aparecen en S.NOB. Se trata de “What became of Pampa Hash?” y de “El episodio cinematográfico”, encontramos “Señora: ¿Padece usted de volupsia?”, “Los Peligros del matrimonio”, “De la castidad y otros malos hábitos” y “La ley de Herodes” que, en 1967, daría título al libro de relatos publicado en la Serie del volador por Joaquín Mortiz.
Encuentra, el moralista Ibargüengoitia, un espacio idóneo para ese escribir desacuerdos con la realidad que tanto rédito le dio como escritor. A reserva de observar con puntualidad lo que implica que hayan aparecido primero en una revista y, luego -reescritos- en un libro, el subrayado lo propongo en el periodismo o la publicación en revistas como un mapa de escritura tanto como en que, para la publicación en formato de libro, Ibargüengoitia escoge algunos textos.
El apunte final sería que los tres relatos que incluye en La Ley de Herodes han sido reescritos cambiando el sentido y el efecto de lo que cuenta. Esto habla, claro, de Ibargüengoitia como un grafómano que no queda conforme nunca con el estilo y es cuidadoso, o que opta por ofrecer una versión distinta, conveniente. Aunque, también, podemos especular en que, el impúdico y arbitrario Jorge Ibargüengoitia, poda esos textos y les quita algunos chistes relacionados con “jotos”, “indios” y “gordas” como un acto contrito de la arbitrariedad de lo dicho en S.NOB. Hebdomadario, ese performance dirigido por Salvador Elizondo que duró seis números entre junio y julio de 1962.
30 de septiembre de 2025, 13:00
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