
Autores:

Maltrato y misoginia, la cara oculta de los científicos del CIMAT
Desde la Dirección General de este centro de investigación se han encubierto y dejado impunes casos de acoso sexual y laboral. Un diagnóstico elaborado por una consultora revela desprecio contra trabajadoras y estudiantes
Su nombre es Israel, tenía un cargo de técnico académico en el Centro de Investigación de Matemáticas y solía llevar con él un pequeño kit para bolear zapatos, era la herramienta que utilizaba para acosar a sus compañeras de trabajo.
Su modus operandi era llegar hasta el escritorio de la mujer que tuviera en la mira, les rayaba los zapatos, luego regresaba a ofrecer una disculpa y ofrecía lustrarlos, incluso aunque hubiera una negativa. Sus víctimas notaban su excitación, se ponía rojo y comenzaba a sudar cuando llevaba a cabo la limpieza del calzado, que era su fetiche.
El hombre acumuló al menos 12 víctimas y se fue impune, pues ni el Comité de Ética ni el Órgano de Control Interno del centro supieron cómo resolver el asunto. Le pidieron renunciar y no colocaron observaciones en su expediente.
Este es sólo un ejemplo del maltrato sistemático que han tolerado por años investigadoras, trabajadoras administrativas y alumnas del Centro de Investigación en Matemáticas (CIMAT), dirigido actualmente por Rafael Herrera Guzmán. De la plantilla total de personas dedicadas a la investigación en este centro, sólo 14 de ellas son mujeres y 102 son hombres.

Acoso sexual y laboral, discriminación y desigualdad son afrentas reveladas en los testimonios de las mujeres que conviven en este espacio docente, dependiente del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnología (Conahcyt, antes Conacyt).
Todo esto se dejó pasar por directivos de las dos instancias a pesar de estar enterados de la situación y de haber recibido recomendaciones para la implementación de políticas de género.
Y se confirma en un diagnóstico sobre igualdad, diversidad e inclusión, realizado por la Consultoría Especializada para la Atención de la Diversidad y sus Derechos, después de que se dieron a conocer los casos de las 12 mujeres, víctimas de acoso. Sin embargo, hasta la fecha no se han promovido ni protocolos ni acciones para atender la violencia de género en este lugar.
Enemigo en casa; mujeres vulnerables ante acosadores
Nunca le tocó las piernas a sus víctimas. La fijación de Israel Pérez era sobre los zapatos cerrados de las mujeres con las que convivia en el Centro de Investigación de Matemáticas, en Guanajuato. Sus víctimas: 12 mujeres que denunciaron en 2018 ante la institución y algunas de las cuales también presentaron denuncias penales.
Fingía simpatía para acercarse a los escritorios de sus compañeras y de un momento a otro ya había invadido su espacio vital. Le gustaban los zapatos cerrados, principalmente las botas eran su fetiche.

Tomaba un plumón del mismo escritorio de sus víctimas y les pintaba una carita feliz en el calzado y luego se iba. Esto desconcertaba a las mujeres a las que se acercaban, quienes luego lo evitaban para evadir la incomodidad o que se repitiera la situación, pero él las buscaba, regresaba con la intención de disculparse por pintar los zapatos.
“Te decía lamento haberte ensuciado el zapato, te lo boleo, te lo limpio y a pesar de que le decías que no, insistía en irte a acosar, pidiéndote que le dejaras bolearte los zapatos y que además fueron los zapatos puestos. No le podías decir como al bolero, toma llevatelos, él quería que fueran puestos, a una o dos compañeras se les metió literalmente debajo del escritorio como animal en brama”.
La mayoría de las víctimas vivían “aterradas” de encontrarse al acosador, pues el edificio tiene escaleras, recovecos y espacios obscuros desde lo que temían que en algún momento pudiera aparecer. Algunas de ellas optaron por cargar gas lacrimógeno cuando caminaban por los pasillos para sentirse seguras ante la posibilidad de un ataque.
“Nunca nos tocó la pierna, pero ese era su modus operandi, a una de ellas le sacó de la mochila la grasa, el cepillo y el trapito. Entraba en un estado de euforia, como de excitación porque él es blanco, empezaba a sudar, se ponía rojo”, señaló una de sus víctimas.
A Israel Pérez, quien era técnico académico, lo denunciaron las mujeres ante la Dirección General. Para ese momento ya acumulaba años de servicio, por lo que las denunciantes sospechaban que desde antes realizaba estas prácticas.

A las quejas por el acoso sexual se les dio seguimiento de manera interna en el Comité de Ética y el Órgano de Control Interno del CIMAT, pero no hubo consecuencias para el trabajador.
Desde la Dirección se le pidió su denuncia y se fue sin observaciones “limpio” en su expediente. Actualmente trabaja en la tequilera Sauza, aunque hay un expediente penal abierto en su contra porque al menos cuatro de sus víctimas presentaron denuncias ante la Fiscalía General del Estado (FGE) que luego turnó el caso a la Fiscalía de la República, por tratarse de empleados federales.
Además de la salida del agresor, la única acción para atender el tema que implementó el CIMAT fue la contratación de una psicóloga que diera contención emocional al grupo de mujeres. También se acordó emprender la creación de protocolos para la atención de estos casos y de otros tipos de violencia de género, pero esto no ha ocurrido hasta la fecha.
En lugar de castigo, agresores reciben recompensa
El caso relatado no fue el único. De acuerdo con testimonios de trabajadoras del CIMAT, se denunció a otros dos empleados con cargos directivos por quejas relacionadas con acoso sexual, Pedro Uribe y Juan Mondragón. El primero de ellos fue acusado de acoso laboral y sexual por trabajadoras que eran sus subordinadas. También se le señaló por tolerar conductas de acoso de personal a su cargo hacia una investigadora.
El segundo fue denunciado como agresor de varias mujeres que tenía a su cargo, dedicadas a las labores de limpieza del edificio. Los dos fueron despedidos y no recibieron sanciones ni observaciones en sus expedientes.
A su salida del CIMAT, Juan Mondragón recibió una indemnización de más de 600 mil pesos y de acuerdo con una solicitud de acceso a la información que se realizó sobre los motivos de su salida, ésta fue incausada; es decir, el Centro de Investigación no reconoció las conductas abusivas que realizó el empleado.
En el caso de Pedro Uribe, pese a conocerse las quejas en su contra se le asignó la responsabilidad de la Dirección de Coordinación de Planeación y Seguimiento Institucional. Fue despedido el año pasado, tras el relevo en la dirección general, que hoy está a cargo de Rafael Herrera Guzmán. El cambio en la administración general no significó una diferencia en las condiciones que enfrentan las mujeres en este lugar.
Como director del CIMAT desde diciembre de 2022, Herrera hizo el compromiso de atender la violencia de género en la institución e impulsar un plan en este sentido, pero lo que hizo fue todo lo contrario.

Comenzó a encubrir el maltrato laboral y los abusos a estudiantes, que como directivo y profesor de posgrado cometió reiteradamente Salvador Botello, coordinador académico del CIMAT. El maltrato laboral surgió contra personal administrativo que demandó ante el Comité Externo de Evaluación la implementación de acciones de género, solicitadas por la directora del Conahcyt, María Elena Álvarez-Buylla, las cuales no se cumplieron.
Salvador Botello también fue denunciado por estudiantes del posgrado del CIMAT, por su mal carácter y tratos inhumanos, al forzarlos a presentar exámenes de 24 horas continuas en el curso de métodos numéricos.
“Realiza un examen de 24 horas en el curso de métodos númericos…no permite comer ni dormir o atender ( a los alumnos) sus otras materias durante este proceso”, refiere una minuta pública del Consejo de Programas Docentes que atiende asuntos relacionados con el alumnado.
Salvador Botello renunció a su cargo directivo y se mantiene como investigador titular C nivel III del Sistema Nacional de Investigadores del Conahcyt en el área de Ciencias de la Computación, el más alto nivel que se puede obtener en el SNI, y también profesor de la Universidad de Guanajuato.
En la misma minuta se hicieron públicas denuncias de estudiantes por comentarios sexistas de un profesor de nombre Julio Estrada y también conductas sexistas en oficinas de estudiantes, así como la asignación de calificaciones a mujeres estudiantes por su apariencia física por parte de un colaborador en la sede Monterrey del CIMAT.
Por el contenido del acta, el director general Rafael Herrera ordenó la eliminación de la publicación de la página web y luego amenazó con sanciones a los integrantes del Consejo de Programas Docentes.
Brechas inalcanzables para profesionistas en la ciencias
En el CIMAT, los alumnos de posgrado disponen de cubículos de estudio. En uno de ellos, una joven estudiante recibía constantemente comentarios sexistas de sus dos compañeros hombres con los que compartía el espacio.
El maltrato era constante, se presentaba con comentarios desdeñosos y discriminatorios. El asunto se denunció institucionalmente y también tuvo conocimiento el director adjunto de Centros de Investigación del Conahcyt, Alejandro Díaz. La estudiante salió huyendo de su cubículo para ya no estar cerca de sus agresores.
El feminismo organizado en el CIMAT, representado por un colectivo conformado internamente, busca impulsar políticas para que se atienda la segregación de las mujeres en cargos de decisión y en la jerarquía científica, brechas salariales y falta de atención a violencia de género no sólo en el ámbito laboral sino estudiantil, todos estos aspecto detectados en un diagnóstico de igualdad. Sin embargo, ellas han sido calificadas de “revoltosas” entre las autoridades directivas.
El CIMAT tiene sedes en Aguascalientes, Mérida, Monterrey y Zacatecas, pero en Guanajuato está establecida su Dirección General.
En los programas de posgrado, el número de alumnas mujeres también es reducido. La cantidad más amplia de colaboradoras, está asignada al área administrativa que realiza labores de servicio para los investigadores.
La consultoría revisó normativa, estadísticas institucionales sobre personal y matrícula, aplicó encuestas de clima laboral y discriminación y sobre percepción de igualdad.

El documento evidenció la infrarrepresentación de las mujeres en los puestos de toma de decisiones con implicaciones económicas y en la posibilidad de influencia.
“La mitad de las mujeres que trabajan en el CIMAT consideran que nunca o sólo algunas veces en su centro de trabajo la competencia por mejores puestos, condiciones laborales o salariales es justa y equitativa. 40.5% de las mujeres y 24.3% de los hombres señalan que nunca o algunas veces mujeres y hombres tienen las mismas oportunidades para ocupar puestos de decisión”, refiere el documento.
El estudio revela brechas de género en el personal científico y tecnológico. Ninguna mujer tiene la categoría más alta de investigadora (titular D) y se encuentran ausentes en las áreas de conocimiento de cómputo matemático y estadística aplicada. Alumnas estudiando maestrías y doctorados sobre matemáticas, han sido de forma sostenida desde 2017 hasta la fecha, alrededor del 20% de la matrícula total.
“Esto pone de manifiesto, por un lado, la segregación horizontal de las mujeres entre el personal científico y tecnológico, al ser menos de la quinta parte, en campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) sumamente masculinizados y considerados “no propios de mujeres”. Por el otro, la segregación vertical, pues las mujeres ven limitado su acceso a los puestos más altos.
“La investigación cualitativa ofreció elementos para profundizar en las barreras que enfrentan, como la violencia epistemológica de género, los sesgos, estereotipos y prejuicios de género en las STEM, así como otras vinculadas con la desigualdad de oportunidades de desarrollo profesional frente a los hombres, la desventaja que les significa no contar con suficientes políticas de conciliación entre la vida familiar y la laboral, y el dominio y preeminencia de los hombres en las STEM, quienes han dictado las reglas de ingreso, evaluación académica, de lo que se considera ser “un buen investigador” y de las características que debe tener una persona líder, por mencionar algunas”, reportó el informe.
Se expuso también que las estudiantes viven violencia de género al ser ignoradas pues se le otorga la palabra a los hombres, se les descalifica e ironiza su participación en el salón de clases, ya sea de manera directa o “sutil”, se les invisibiliza y sus aportaciones son consideradas secundarias.
“Las estudiantes enfrentan diferentes sesgos, estereotipos y prejuicios de género, entre los cuales se encuentran: supuestas diferencias cognitivas entre mujeres y hombres frente a las STEM; la falta de interés “natural” de las mujeres en las STEM; y sesgos de género en las expectativas parentales, docentes y laborales en estos campos del conocimiento”, resalta el estudio.
También indica que existe un simbolismo implícito respecto a que el trabajo científico y académico es el que tiene la autoridad, el prestigio y el que posiciona al CIMAT en la esfera pública; desde ese privilegio, los investigadores pueden generar sobrecarga de trabajo a las personas que los asisten e incluso ejercer violencia o malos tratos. La mayoría del personal administrativo son mujeres.
El personal consideró que nunca o sólo algunas veces se le da seguimiento a los asuntos relacionados con la igualdad de género o prácticas discriminatorias, también dijeron que los mecanismos utilizados para asegurar la igualdad y no discriminación no son eficaces.
Las mujeres que sufrieron hostigamiento o acoso sexual informaron que a ninguna se les resolvió su caso ni se canalizó con las autoridades competentes. En este escenario, las estudiantes no saben a qué autoridad dirigirse para denunciar.
Estas últimas refirieron recibir con frecuencias comentarios sugestivos o sexistas, bromas ofensivas, miradas obscenas, o petición de prácticas indeseables relacionadas con asuntos sexuales.

Como recomendaciones, la consultoría urgió a fortalecer los mecanismo institucionales y procedimientos para la atención de denuncias, actualizar normativas y políticas en este sentido, aplicando un lenguaje incluyente. En seis meses, no hay avances en este sentido.
De acuerdo con un estudio realizado por el Instituto de Investigación en Política Pública (IMCO) sólo tres de cada 10 profesionistas que eligieron carreras relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, son mujeres.
La investigación denominada “¿Dónde están las científicas? brechas de género en carreras de STEM” dice que las brechas comienzan en la infancia generadas por estereotipos y normas de género, el ambiente en las clases de la infancia, la falta de modelos femeninos a seguir, la deficiencia de orientación vocacional y la influencia de compañeros, familia y docentes.
El IMCO dice que el peso de estos factores se incrementan conforme las niñas crecen, lo que se refleja en poco interés y falta de confianza propia en sus habilidades en matemáticas y ciencias. Al entrar a la universidad, las mujeres no desarrollaron las mismas habilidades ni interés en asignaturas matemáticas y continúa en aumento hasta su participación en el mercado laboral.
La brecha entre hombres y mujeres en la ciencia en México era de 23 puntos porcentuales, pues según registro del Sistema Nacional de Investigadores en 2021 había 21 mil 745 investigadores (61.8%) contra 13 mil 433 investigadoras (38.2%). En total 35 mil 178 científicos.
27 de julio de 2023, 15:19
Explora más contenido de este autor
Descubre más artículos y perspectivas únicas

