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12/5/2025
Monica-Maristain

Mapa de las Lenguas 2026: ciencia ficción, distopías y una generación que quiere cambiar el idioma

Este año, el mapa viene cargado de ciencia ficción, distopías, rarezas genéricas y voces jóvenes...

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    Pilar Reyes sonríe desde la pantalla de Zoom. No está presentando un simple catálogo editorial, sino el décimo aniversario de una apuesta que ha ido modelando la circulación de la literatura en español: Mapa de las Lenguas, el proyecto con el que Penguin Random House intenta que los libros nacidos en un país no se queden encerrados en sus fronteras.

    Este año, el mapa viene cargado de ciencia ficción, distopías, rarezas genéricas y voces jóvenes. Ocho títulos que la propia Reyes define como una “resistencia contra el realismo, contra el olvido, contra las fronteras”. La pregunta queda flotando al final de la rueda de prensa: ¿logrará este grupo de libros conquistar a los lectores latinoamericanos y españoles?

    Un catálogo que mira al futuro (y al pasado) con terror y utopía

    Llama la atención el tono común que atraviesa las intervenciones: todos los autores hablan de tiempo histórico, de colapsos, de memoria, de futuros posibles o arruinados. No es casual que varios se sitúen en la órbita del terror, el weird, la ciencia ficción o la distopía.

    Desde Argentina, Roberto Roganovich abre el mapa con Si sintieras bajo los pies las estructuras mayores, Premio Clarín de Novela. Su libro, etiquetado por el jurado como “new weird” o “ecoterror”, se articula en cuatro tiempos (1504, 1888, 1945 y 2036) atravesados por un organismo misterioso: una planta–hongo que emerge cuando la humanidad “pierde el rumbo y decide fabricar guerras”. El autor explica que quiso conectar esos arcos temporales para hablar de la historia entera como una misma deriva: “La novela se ha colocado dentro del terror ecológico, aunque para mí el gusto final es melancólico, casi religioso. El proyecto es entender que somos parte de algo superior”.

    En México, Gabriela Damián Miravete lleva años explorando la imaginación política desde los géneros llamados “menores”. Soñarán en el jardín reúne cuentos que mezclan horror, ciencia ficción y fantasía para hablar de la experiencia de ser mujer en el país. La autora ve la imaginación como herramienta de supervivencia y de transformación. “La ciencia ficción es la prima loca de la historia”, dice. “No hay futuro sin una revisión activa del pasado. Necesitamos imaginar posibilidades para esta desesperanza que vivimos todos los días”.

    Desde Perú, Dani Salvatierra cierra el mapa con Criaturas virales, una distopía radical situada en una Lima futura atravesada por apagones globales, saqueos y gobiernos “ultraprogresistas”. La tecnología ya no cabe en el bolsillo: cada ciudadano lleva un chip implantado en el cerebro para acceder a las redes. La violencia se vuelve literal cuando las clases populares comienzan a arrancar esos chips a los más privilegiados. Salvatierra viene del cine y se nota. Habla de Cronenberg, de películas de catástrofes de los setenta, de horror corporal. Y deja una frase que condensa bien el espíritu del catálogo: “La ciencia ficción ya no existe como género; la estamos viviendo”.

    Memoria, dictaduras y cuerpos en marcha

    Desde Perú, Dani Salvatierra cierra el mapa con Criaturas virales, una distopía radical situada en una Lima futura atravesada por apagones globales, saqueos y gobiernos “ultraprogresistas”. La tecnología ya no cabe en el bolsillo: cada ciudadano lleva un chip implantado en el cerebro para acceder a las redes. La violencia se vuelve literal cuando las clases populares comienzan a arrancar esos chips a los más privilegiados. Salvatierra viene del cine y se nota. Habla de Cronenberg, de películas de catástrofes de los setenta, de horror corporal. Y deja una frase que condensa bien el espíritu del catálogo: “La ciencia ficción ya no existe como género; la estamos viviendo”.

    Memoria, dictaduras y cuerpos en marcha

    No todo es futuro. El mapa mira también hacia atrás para entender el presente.

    El español Paco Cerdá presenta Presentes, un libro de no ficción que reconstruye once días de la posguerra franquista: el traslado a pie del cadáver de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, desde Alicante hasta El Escorial, en 1939. El cortejo fúnebre, lleno de antorchas, banderas nazis y exaltación fascista, sirve de eje para trazar un fresco coral de exiliados, fusilados y presos.

    “La posguerra fue otra forma de continuar la guerra”, recuerda Cerdá. “Nada terminó en 1939. Empezaba el exilio, la represión, las cárceles. Me interesa esa tensión entre fascismo y democracia, entre el ideal y el coste personal del sacrificio”. El libro dialoga de manera directa con América Latina: muchos de los descendientes de aquellos exiliados viven hoy en México, Argentina, Chile o Venezuela.

    La colombiana Andrea Mejía se mueve en otra clave pero comparte esa preocupación por la historia y la naturaleza como fuerza central de lo real. En La sed se va con el río, finalista del Rómulo Gallegos, el verdadero protagonista es un aguardiente alucinógeno destilado a partir de un bejuco y las visiones que este provoca. La novela transcurre en un pueblo llamado Sanango, atravesado por el río Nauyaca. “La naturaleza es la forma más vívida de lo real”, dice Mejía. “La novela habla de esa intensidad, de cómo el agua y la montaña moldean la vida de los personajes”.

    Cuerpos disidentes, humor y rareza

    Hay también calle, sexo, marginalidad y humor. Desde Chile, Alfredo Andonie irrumpe con Serpiente, una novela “callejera, sensorial y erótica” que sigue a Baltasar, prostituto santiaguino de finales de los sesenta, en los años previos al golpe militar. En su cuerpo convergen clientes de ideologías opuestas, prostitutas, personas trans, una bohemia que se marchita al borde del autoritarismo.

    La prosa, reconoce el autor, es barroca, acelerada, sobrepoblada de emociones y roces. “El título mismo es una metáfora: la novela se enrosca, avanza, acecha por las calles de Santiago. Seduce desde la contradicción, el misterio y la perversión”.

    En España, Laura Chivite propone El ataque de las cabras, una tragicomedia familiar que explora un vínculo poco transitado en la literatura: la relación entre una tía y su sobrina. La novela mezcla cotidianidad, ternura, sarcasmo y elementos fantásticos, como una “telequinesis melancólica” que se activa cuando el personaje atraviesa episodios difíciles.

    A Chivite le interesan los personajes raros, los que no encajan. Defiende la ambigüedad como herramienta estética: “Las obras literarias no tienen que ser entendidas, sino sentidas. La ambigüedad permite que el lector complete el texto, que la interpretación sea libre”.

    Política, sátira y cultura pop

    El colombiano Antonio García Ángel regresa con Que pase lo peor, tal vez su novela más pop y, al mismo tiempo, más erudita. El protagonista es Nelson Camargo, escritor fracasado que termina escribiendo discursos para un político desquiciado. La trama se vuelve una mezcla de sátira política, thriller y juego literario, con referencias simultáneas a Borges, Kafka, Tolstói, Rápidos y furiosos o Bad Bunny.

    “La gente la lee entre la risa y la sorpresa”, cuenta García Ángel. “Se puede disfrutar como una novela picaresca, pero quien pesque las referencias encontrará muchos huevos de pascua. Es mi novela más intelectual y a la vez la más popular”.

    Con La sed va con el río, la colombiana Andrea Mejía entrega una novela de atmósfera hipnótica que ha sorprendido por la potencia de su imaginación y la hondura de su prosa. Finalista del Premio Rómulo Gallegos, el libro se basa en un universo natural que no es paisaje, sino protagonista: un territorio escarpado, húmedo, dominado por un río que lo atraviesa todo como un corazón oscuro y vivo.

    ¿Un solo idioma, muchas geografías?

    En medio de las presentaciones, Pilar Reyes insiste en la idea que sostiene el proyecto desde el principio: pensar la literatura en español como una sola, sin centros. No se trata de “exportar” autores latinoamericanos a España o viceversa, sino de crear un circuito real de lectura, en el que un chileno pueda leer a una mexicana casi al mismo tiempo que un lector de Sevilla, Buenos Aires o Lima.

    Diez años después, Mapa de las Lenguas ha colocado en el radar global libros como Temporada de huracanes de Fernanda Melchor o Cadáver exquisito de Agustina Bazterrica. La ambición ahora es que estos ocho títulos circulen de manera simultánea, que generen conversación en ferias, festivales, clubes de lectura y redes. Reyes lo resume así: “Los libros ya pueden conseguirse en casi cualquier parte. El reto es que sean visibles”.

    La apuesta de este 2026 es clara: ficciones que interrogan el presente desde los bordes del género, que miran el pasado con desconfianza y el futuro con una mezcla de horror y esperanza. Ciencia ficción escrita desde el sur, terror ecológico, distopías ultramodernas, memorias de dictadura, cuerpos disidentes, humor y ternura.

    Resta ver si los lectores latinoamericanos y españoles se dejarán seducir por estas serpientes narrativas que se enroscan alrededor del idioma. La pregunta queda abierta, como una invitación: ¿permitirá el público que este nuevo mapa le cambie la forma de leer?

     

    16 de noviembre de 2025, 00:00

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