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Mientras celebramos y añoramos el boom, la literatura latinoamericana se desintegra: David Miklos
Murió Mario Vargas Llosa. A los 89 años. Tuvo una vida plena y exitosa y deja un gran legado de libros. Ha sido una existencia con muchos logros, de la cual muchos han opinado.
Murió Mario Vargas Llosa. A los 89 años. Tuvo una vida plena y exitosa y deja un gran legado de libros. Ha sido una existencia con muchos logros, de la cual muchos han opinado. En este sitio no hemos escrito nada de Mario Vargas Llosa, porque lo de la muerte ya estaba en todos lados. Lo de la apreciación estética, la verdad es que no es un autor que haya leído mucho. He leído La tía Julia y el escribidor, he leído La ciudad y los perros hace muchísimos años, que fue una novela muy importante para mí, pero en la actualidad estaba totalmente alejado de él. En el Club de Lectura, Jonatan Frías, un gran admirador del autor peruano, trajo Le dedico mi silencio (Alfaguara), una novela, pero sin que me llamara mucho la atención.
Esto de separar al hombre del escritor me parece una orden absurda. Como piensa lo que piensa, prefiero centrarme en otros autores o porque la literatura es dinámica, esparce muchos intereses, es probable que ya no me interese ese autor. Entrevistamos a David Miklos, novelista y cuentista, que ha escrito, entre otros, *La piel muerta* (Tusquets) *La gente extraña* (Tusquets). *La hermana falsa* (Tusquets). *La vida triestina* (Libros Magenta). Brama (Tusquets). No tendrás rostro (Tusquets). Su nueva novela es *Tierra* (Gato Blanco).
–Tú eres un opositor al movimiento del boom, ¿verdad, David?
–Sí, tengo una animadversión hacia el boom y hacia algunos de sus exponentes, más como figuras, más allá de sí mismos como personas, como figurines hechos por un mercado. En el caso particular de Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, funcionaron en algún momento con sus obras iniciales y como lectores que forman lectores, gracias y pese a un mercado que los coloca y nos dice esto es lo que hay, esto es lo mejor, este es un fenómeno en América Latina, curiosamente hecho por puros varones, de los cuales muchos fueron desapareciendo del ámbito. ¿Quién se acuerda por ejemplo de Guillermo Cabrera Infante? José Donoso figuró y de repente es rescatado, pero lo fueron haciendo de lado. Julio Cortázar, que aparece como una rara ave ahí, porque es fundamentalmente un cuentista y tú sabes que el cuento es prácticamente invendible en este mercado o a los corporativos no les gusta, ahora que el mundo editorial es todo corporativo. Y tiene esta novela de formación, Rayuela, que es un bicho raro también. Y nos quedamos finalmente con los tres caballos que llegan prácticamente a la meta, dos de ellos se ganan el premio Nobel y son antitéticos además, porque uno es de aparente izquierda, otro es de muy evidente derecha. Carlos Fuentes queda ahí silbando en la loma de algún modo, porque también es una ave rara. Sus novelas son muy distintas a las novelas de García Márquez y Vargas Llosa, creo que no son novelas formativas, salvo Aura, que es una excepción.
Y es muy evidente que hay un punto en el que estos autores dejan realmente de escribir como escribían en esa época inicial. Tú ves cómo Vargas Llosa llega como una especie de tope con La guerra del fin del mundo (1981), quizás su última gran novela, que además no tuvo la mejor recepción crítica. Ahí está La ciudad y los perros (1962), es indiscutiblemente una novela fundamental, una gran novela formativa. Después Mario Vargas Llosa se vuelve una figura política, tiene un paso muy bonito por México, cuando dice que México es la dictadura perfecta y hace que se le descomponga el rostro a Octavio Paz. Luego lo retornan como la gran punta del liberalismo. Enrique Krause retoma La vuelta de Paz y dejan de ser estos escritores, se vuelven estas figuras que van entre lo político y se meten en todo. Vargas Llosa juega a descubrir la sociedad del espectáculo, cuando Guy Debord lo hizo antes del 68. Luego él mismo comienza a formar parte de esa sociedad del espectáculo, cosa que me parece una contradicción total, pero bueno, pues es lo que le gustaba, ser el padrastro del hijo de Julio Iglesias y salir en Hola!, en fin, se vuelven figuras francamente sospechosas. Si uno rastrea la historia del boom y lo trata de hacer desde el ámbito académico, va a encontrar muchos desencuentros, ¿cuándo empezó?, ¿quiénes son?, ¿quiénes son sus precursores?, luego habrá otros que dicen ¿quiénes son sus descendientes? y hacen una lista que la verdad no son sus descendientes, porque es un fenómeno que terminó de refinar el mercado y terminó de refinar Carmen Balcells. Sobre todo en Estados Unidos, fundan estos departamentos, para leer y analizar estas obras, es un asunto muy complejo y eso es lo que la gente no suele ver, porque los lectores no suelen ver eso; basta con que nos asomemos al libro A la sombra de los libros. Lectura, mercado y vida pública, México, El Colegio de México, en 2007, de Fernando Escalante, para entender cómo funciona el mercado. Después pasamos a las críticas feroces, tenemos a César Aira que decía que Vargas Llosa era un escritor de obviedades y Juan José Saer diciendo que Vargas Llosa, era impresentable políticamente y como este figurín en el que se convirtió. Curiosamente son voces que vienen de Argentina, una excepción literaria en todo sentido, porque no necesita de estas asociaciones, es una literatura muy independiente, que tiene sus buenos nichos, y sus escritores más comerciales, pero ha sido muy distinto y para mí es el eje desde donde funciona esta literatura, más contemporánea, en español. Hubo un momento muy curioso en el boom, en el que se dan cuenta de lo políticamente incorrecto que es todo esto, no hay mujeres y tratan de traer a la criba a Isabel Allende, que con toda honestidad, no tiene nada que hacer ahí, sí abreva de esto que llamamos realismo mágico y ahí casa un poco con el Gabo, pero es otra voz, cuya aspiración son las grandes ventas, e insertarse en este gran mercado de las mesas de novedades, que ahora están como decía, comandadas por lo corporativo.
–Yo hace más de 20 años que cubro la Feria del Libro y se nota el avance de esos corporativos que dices. Los periodistas inquietos nos vamos por otro lado, porque la Feria también ofrece un montón de cosas alternativas y la paso siempre muy bien. Ahora, yo voy a decir en mi haber, que soy muy fan de Bolaño, pero sobre todo fui fan de Bolaño, no solamente por haber leído Los detectives salvajes ni 2066, sino porque su visión, me acercó muchísimo a Jorge Luis Borges, me acercó incluso a Julio Cortázar, quien para mí tiene las dos cosas, tiene el boom, aunque nunca lo había puesto ahí y tiene una literatura distinta, inclasificable. Bolaño cumplió 20 años de muerto y no hubo nada en la Feria del Libro. Uno de los prologuistas es Cristopher Domínguez Michael, que en vida ni lo pelaba. Bolaño es la literatura latinoamericana y los del boom decían desconocerlo
–A ver, Bolaño es un caso único, tanto en nuestra literatura en español como en nuestra literatura latinoamericana. Roberto Bolaño se vuelve famoso hasta que se muere. Recuerdo Los detectives salvajes en esa época, estaba en la Feria del Libro de Guadalajara, llegó el libro, lo compré, me llamó mucho la atención, en ese entonces Anagrama tenía un peso específico muy fuerte y lo leí y dije, ah, interesante, es una novela formativa también, es una novela para atraer lectores, cosa que es muy loable. Y además ocurre en México, le da a Octavio Paz y habla de poetas que sí existieron y marca una ruta interesante de lectura. Resulta que te preguntas ¿quién es este tipo? Lo conocemos y era un tipo encantador. Hace buenas migas con todo el mundo y todo el mundo lo quería. A la fecha sigue teniendo muchos fans cercanos. Se muere y viene el mercado, dicen, ¡ah, caray! Se acabó el boom hace tiempo, necesitamos hacer algo nuevo y meten a Bolaño, ya muerto, como autor único, solito, como representante de un post-boom. Lo traducen al inglés, ha sido un éxito inusitado. Con estas dos novelas masivas, con Los detectives salvajes y con 2666, cuya historia editorial me parece muy cruel. Bolaño quería que se publicaran como libros separados y los editores deciden que no, lo publican como un solo libro, que por un lado es muy bueno, pero por otro lado está muy descuidado editorialmente. Empiezan las guerras del hambre. Jorge Herralde tenía este autor, con sus mejores novelas, las breves, sus cuentos, que son fenomenales, particularmente “Sensini”, un homenaje a Antonio Di Benedetto…
–¡Qué lindo ese cuento! Siempre digo que me gusta mucho Bolaño, pero sin Patti Smith, no como esa mirada que tienen los europeos y los americanos…
–Bolaño es un gran ejemplo para ver lo que pasa. Con esta historia, este mercado, termina habiendo esta bronca y además entra un tiburón, Andrew Wylie. ¿Dónde está ahora la obra de Bolaño? En un corporativo, con la botarga de Alfaguara. Porque además los corporativos van comprando estos sellos, les quitan el tuétano y se quedan con la máscara, pero esto tampoco lo ven los lectores, la gente sigue…
–Bueno, los fans sustanciales de Bolaño siempre leen los libros de Anagrama…
–¿Cuál es nuestro derrotero como literatura latinoamericana? Obviamente, lo que ocurre es que se desintegra. Tenemos este gran auge de la literatura escrita por mujeres, cosa que es muy celebrable.
–Bueno, el tema de las mujeres es complicado, porque está Dolores Reyes, que hace una novela que es tal cual el realismo mágico, por otro lado hay un montón de mujeres que escriben totalmente diferente, no las podemos nombrar como parte de un movimiento.
–Nuestra literatura, la literatura mexicana, es muy heteropatriarcal. Con el paso del tiempo, empezamos a descubrir, oye, ¿dónde está Amparo Dávila? ¿dónde está Inés Arredondo? ¿Nelly Campobello? Tenemos un conjunto amplísimo de mujeres, que además van en una línea muy distinta. De la de los varones dominantes, empiezan a salir a flote. También tenemos a nuestros amigos del crack, ¿no? Que dicen, vamos a hacer un nuevo boom y lo vamos a hacer desde México y hacemos nuestras novelas y tenemos un agente y tenemos un editor y vamos a revivir el Premio Biblioteca Breve. Vamos a hacer lo mismo y llegan al mismo punto. ¿Qué tratan de hacer los del crack donde tampoco hay mujeres? Tratan de jalar a Cristina Rivera Garza, quien ha hecho una carrera a pulso, propia e independiente. Ahora sí hay un panorama muy nutrido de escritoras, pero también está esa dinámica del mercado corporativo
–En el mismo México, por ejemplo, hay escrituras de Pura López Colomé que está por encima de todas. La semana pasada le hice una entrevista a Beatriz Espejo, que tiene unos cuentos que son maravillosos y que es ignorada totalmente por el mercado.
–Desde que la novela termina de nacer como género y el mercado dice, oh, esto es lo más fácil de vender en términos literarios, vamos viendo una serie de fenómenos que van por ahí. Como el propio Dickens, ¿no? Cuando dice, caray, mejor me hago dueño de mi propia obra, la serializo y de ahí van naciendo los libros, hace una propia industria, es interesantísima la historia de Dickens dentro de la historia del mercado editorial. Es imposible decir que Dickens es malo o que hizo triquiñuelas por ahí porque era otro momento y porque lo hizo bastante bien. Eso hoy es prácticamente impensable y sería la aspiración de muchas de las personas que se autopublican. ¿Qué logro a través de las redes? ¿Cuánto puedo vender? Sí puedo, hasta que doy el brinco. ¿Y a dónde vas con el brinco? Al corporativo.
–Luego está la evolución de la literatura. Cuando todos hablamos La ciudad y los perros, es porque la hemos leído a los 13, a los 15. ¿Qué pasa después con los lectores? Yo me fui a otro lado, porque me gustaba la literatura inglesa y estudiaba eso, además. Otros se fueron para la americana porque le gustaba más la novela negra. Esta cosa del boom a mí me puede. Los seguidores de García Márquez, los seguidores de Vargas Llosa, los seguidores de Fuentes, marcan como un detenimiento de la literatura…
–Yo leí La ciudad y los perros de adolescente y obviamente me enamoré. Queda como una marca. Una marca buena, indeleble, o sea, es lo que hacen los libros que te forman, pero de ahí a endiosar a estos autores y decir, no los toquen, no hablen de ellos porque sí, hay que separar la persona del autor y bla, bla, bla.
–No creo en esa diferenciación, que hay que separar a la persona del autor
–A ver, puedo celebrar esas obras, puedo celebrar La ciudad y los perros, puedo celebrar a estas personas que se alucinaron con Conversación en la catedral, entiendo por qué. La tía Julia y el escribidor me parece divertídisima, pero decir: es el fin de una era, esto es irrepetible, nunca nadie va a volver a escribir así, eso no es cierto. Lean más, hay tantas cosas que existen desde el inicio de los tiempos, desde el inicio de la escritura, que son, evidentemente, mejores, evidentemente, aunque no es que sea una cosa de competencia. Al mercado le convienen las definiciones totalitarias, pues reeditarán las obras, harán nuevas colecciones, con nuevos prólogos, con voces completamente acríticas. Porque la crítica ha sufrido una derrota masiva ante el mercado. Y los influencers. No siento yo que haya que dividirlo. Si va a ser irrepetible este discurso y sobre la novela total. Son etiquetas que se van haciendo y se van diciendo para la venta de los libros. Hay lectores que se quedarán ahí girando sobre el eje literario del boom. Uno se asoma a redes sociales y dice, eso es otro mundo, no entiendo.
Este texto se publicó originalmente en el sitio Maremoto, en este enlace.
22 de abril de 2025, 00:00
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