Los brazos del luchador, los ojos del perro y el migrante que se despide de su familia son los murales de colores plasmados en los soportes de concreto del puente Siglo XXI de Irapuato que acompañan el sueño de las personas migrantes, principalmente de origen centro y sudamericanas que, a pesar del calor de las 3 de la tarde, han sucumbido al cansancio sobre el duro piso y la tierra a un costado de las vías del tren.

Niñas, niños, mujeres y hombres se cuentan por miles, varados en este punto debido a la política que emprendió la empresa Ferromex al detener el paso de sus 60 trenes de carga en esta ruta con destino al norte del país.

La empresa ha argumentado un incremento de percances debido también al creciente número de familias migrantes que ven en “la bestia” el medio para ir en busca de una mejor calidad de vida para ellos y sus familias. Esta situación perfila una nueva crisis humanitaria en México.

Foto: Edith Domínguez

La noche del martes en este sitio había alrededor de 40 migrantes; la tarde del miércoles llegaron 500 más, pero ya para la noche se concentraban más de 2 mil personas. Entre ellas, una madre toma fuerte la mano a su hija de escasos tres años. La niña corre al paso de su madre, pero no es la única: cientos de mujeres llevan a sus hijos e hijas caminando a su lado mientras cargando ropas en bolsas de plástico.

El ruido de los autos no importa, como no importa si tienes un cartón o no de colchón. Son pocos los migrantes que viajan solos, la gran mayoría salieron en grupo de sus países de origen para cuidarse en esta dura travesía. Al caer la noche rolan turnos mientras otros velan de sus sueños, cuidan al enfermo o se cuidan de los peligros que pudieran existir. Entre el ruido y el bullicio suena la música a lo lejos; algunos ríen, otros cantan.

Para algunos, el dinero se terminó antes de llegar a México, así como algunos alimentos, así que perdieron la pena de pedir dinero para el agua y comida.

Pero no tardaron en llegar los irapuatenses que donan alimentos y ropa; la asociación “Los Amigos del Tren” les brindan comida, un médico y regaderas que son abastecidas por la Junta de Agua Potable. Los hospitales de la Secretaría de Salud están abiertos para la atención y una patrulla los cuida.

Estos últimos meses, cientos de venezolanos han llegado a Guanajuato y aseguran que miles más no tardan en llegar a Irapuato a pesar de la noche incierta en la que tendrán que esperar que se reanuden las corridas para abordar los vagones del tren que los acercará más al sueño americano.