Publicar el primer libro suele ser una travesía llena de dudas, puertas cerradas y aprendizajes. Para la escritora Myrna Armenta, autora de Zozola, entre jaulas y sombras, el camino hacia el papel estuvo marcado por la paciencia, la autogestión y una convicción: “el libro termina cuando ya está impreso, cuando puede ser tocado, leído, compartido”.

El proyecto se gestó durante años en el taller literario de Mónica Maristain, donde los textos de Armenta sorprendían por su crudeza y capacidad de estremecer. La autora recuerda que buscó apoyo en editoriales independientes e incluso envió el manuscrito al Fondo de Cultura Económica, institución que reconoció su calidad, pero rechazó la temática. “Lo tuve guardado en un cajón mucho tiempo”, confiesa.

La decisión final fue la autopublicación, que se concretó en 2021 tras reunir recursos y energía para sostener la edición. “Autopublicar es agotador, aunque uno crea que planeó todo, la última semana hay que organizar cada detalle”, relata.

El libro explora el género de la microficción, con relatos que en pocas palabras golpean al lector como “un puñetazo en el estómago”. En sus páginas conviven la melancolía, la nostalgia y la violencia cotidiana, siempre filtradas por una voz que observa desde la memoria personal.

“Descubrí que en textos breves también se puede ser contundente. Leía a Galeano, a Monterroso, a Nelly Campobello y fueron luces en el proceso”, comenta Armenta. No obstante, Zozola también incluye relatos más largos, prueba de un ejercicio narrativo que se mueve entre la síntesis y la complejidad.

El título refiere a un pueblo ficticio basado en la tierra donde creció la autora, en el norte de Guerrero. “Está nutrido por todas las memorias, por las cosas que vi y viví. Es autoficción, cargada de experiencias personales”, explica.

La presentación del libro fue íntima y emotiva, acompañada de familiares y colegas. Para Armenta, el momento significó un cierre, pero también un inicio: “concluye algo y comienza otra etapa”. Ahora, la tarea es sostener el libro con nuevas presentaciones y promoción.

La autora reconoce las dificultades de mantenerse en la independencia editorial, pero defiende su valor: “Hay que sostenerlo, aunque a veces no haya dinero o las fuerzas flaqueen. Lo importante es que el libro no muera, que siga leído y compartido”.

Zozola, entre jaulas y sombras se inscribe en la tradición de la microficción latinoamericana, con ecos de grandes maestros del género y con una impronta personal marcada por la autoficción. Es un libro que nace desde la resistencia y la necesidad de contar, desde un pueblo ficticio que se vuelve espejo de muchas realidades mexicanas.