La participación del CEO de Netflix en “La mañanera del pueblo” fue algo más que una promesa de inversiones.

Mil millones de dólares en cuatro años para producción audiovisual en México suena muy bien.

Es una cifra atractiva en un contexto de proteccionismo creciente con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.

Pero Netflix no solo vino a hacer compromisos de inversión. También vino a hacer política.

El momento no es casual.

Carlos Slim, el empresario más influyente del país, planteó hace algunos días que las plataformas digitales, como Netflix, deberían pagar por el uso de las redes.

A su vez, el gobierno mexicano también tiene en la mesa un nuevo marco regulatorio para las telecomunicaciones y radiodifusión, al igual que el proyecto de una nueva ley de cine, que podría incluir cuotas y obligaciones para los gigantes del streaming.

Y Netflix lo sabe.

Así que aprovechó el espacio político-comunicacional más importante del país para decir, sin decirlo, que se está con el país y con el sector de la producción audiovisual sin necesidad de reglas molestas.

El impacto fue inmediato.

Ese mismo día comenzó a elevarse el valor de las acciones de la compañía en NASDAQ y consolidó su posición como uno de los jugadores más rentables del entretenimiento global.

Y nadie habló de regulación, por supuesto. Ni en el Congreso mexicano ni en los medios.

Muy bien por Netflix y sus intereses, pero ¿qué debería hacer México para impulsar con mayor ahínco su industria cinematográfica y audiovisual, así como generar más empleo y un mayor impulso a la producción independiente nacional?

Para responder, tengamos en cuenta lo siguiente.

En Europa, las plataformas deben incluir un mínimo del 30% de contenido europeo y destinar un porcentaje de sus ingresos a la industria audiovisual local. Gracias a ello Italia logró aumentar la inversión de Netflix al 25% de sus ingresos.

Francia impone reglas para proteger sus salas de cine y obliga a las plataformas a financiar contenido nacional.

Brasil también avanza con un proyecto para gravar entre el 3 y el 6% de los ingresos de los streamers y exigir al menos un 5% de programación local.

Son esfuerzos que buscan proteger la industria cinematográfica, los derechos de las audiencias y la diversidad cultural.

En México, la comunidad cinematográfica ha exigido, desde hace años, reglas similares, pero todo intento de política pública al respecto se ha estancado una y otra vez.

Lo constatamos en el sexenio anterior en varias ocasiones. Cada que se hablaba del tema, Netflix hacía cabildeo con éxito.

La industria audiovisual nacional genera 3 mil millones de dólares anuales y cada dólar invertido en el sector genera 1.6 dólares de valor agregado, de acuerdo con lo que dijo el mismo CEO de Netflix, Ted Sarandos.

¿Por qué no traducir esa realidad en políticas claras?

Hasta ahora, Netflix ha operado sin obligaciones de financiamiento a la producción local ni cuotas de pantalla.

¿Para qué imponer reglas, dirían sus cabilderos? Sin ellas, por ejemplo, la película Pedro Páramo inyectó 375 millones de pesos a la economía y generó miles de empleos.

Pero del otro lado, los productores independientes señalan privilegios, un control sobre los contenidos y escasas oportunidades en un ecosistema mediático en el que las plataformas acaparan cada vez más recursos y tiempo de las audiencias.

Recordemos que en México el 82% de las personas con acceso a Internet y que pagan por la suscripción a una plataforma ven los contenidos de Netflix. ¡82 por ciento! Muy lejos está Disney con 35%.

Y el tiempo que le dedican, diariamente, a Netflix es de 2.2 horas. Ya muy cercano a las 2.3 horas en TV abierta y a las 2.6 horas en TV de paga. Todo esto de acuerdo con la Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales 2024, realizada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).

Por eso el discurso del CEO de Netflix en “La mañanera del pueblo” fue muy bueno... para sus fines.

Habló de "asociaciones con el gobierno", "apoyos a la industria" y "proyectos culturales" y, obvio, evitó cualquier referencia a la regulación de las plataformas. No era necesario hacerlo.

Todo mundo le aplaudió.

Las plataformas digitales siguen estableciendo las reglas del juego en México y en muchos otros países.

Y esto podría agudizarse ante la nueva amenaza de Trump: aranceles a la Unión Europea por exigir moderación de contenidos a X y Facebook. Una medida previsible luego de que Elon Musk, Mark Zuckerberg y otros oligarcas tecnológicos se plegaran a Trump y la extrema derecha. Amor con amor se paga.

NAVEGANDO POR EL ÉTER

En el Sistema Mexiquense de Medios Públicos, que dirige Bernardo Barranco, se abrió un canal de WhatsApp para informar sobre los hechos que acontecen en el Estado de México desde la visión de un medio público. La operación está a cargo de Mexiquense Noticias. Si consideramos que la mayoría de los usuarios de teléfonos celulares tienen instalada esta red social, este tipo de servicios informativos son una buena opción para establecer relaciones más sólidas con sus audiencias… TV UNAM, que dirige Iván Trujillo, estrenó el pasado lunes una serie muy original que no debe perderse: RockLab: donde hay vida más allá del laboratorio, realizada en colaboración con la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM. Ahí podrá ver a un grupo de destacados científicos y científicas en su versión más rockera. La conducción está a cargo de Manuel Suárez Lastra, titular de dicha Dirección y rockero profesional. Es muy interesante acercarse a las expresiones de relación entre el rock y la divulgación científica. La repetición del primer programa, que tuvo como invitados a quienes integran el grupo de rock *Los Leds*, será el próximo domingo a las 21:00 horas. Los estrenos serán el último martes de cada mes a las 21:00 horas, con retransmisión el siguiente domingo, a la misma hora. ¡Queremos rock… con ciencia!