
Sinaloa y Guanajuato
Guanajuato comparte con Sinaloa diferentes fenómenos, no sólo un grupo delincuencial local, surgido y fortalecido durante la administración panista sino que disputa el territorio al grupo más mortífero del mundo
Mucho se ha escrito sobre el #Culiacanazo2023, producto del operativo del Gobierno de México llevado a cabo el 05 de enero de este año, incluso a partir de las reacciones oficiales se han relativizado los efectos sociales que ha tenido a nivel territorial y comunitario la detención de Ovidio Guzmán. Analicemos qué elementos deben considerarse, y veamos si éstos podrían identificarse en otras latitudes, como Guanajuato.
Lo primero es entender qué efectos ha tenido la violencia en el espacio público y a nivel territorial. Es importante citar a investigadoras locales, como a la colega Iliana Padilla, que en 2018 junto con Nelson Arteaga afirmaba que, en los espacios públicos en Culiacán, Sinaloa, existen formas culturales y acuerdos que forman parte de un orden social impuesto por los grupos del crimen organizado. Es decir, explicar la dinámica de la violencia sólo a partir de la disputa territorial es insuficiente, tenemos que entender los mecanismos para contener y mediar la violencia existente en el territorio en el que participan diferentes actores sociales.
Si bien Guanajuato tiene poco menos de una década con la violencia que ha crecido exponencialmente a partir de los delitos de alto impacto, podemos afirmar que las condiciones sociales, políticas, económicas y culturales, se han incubado desde hace dos décadas, al menos. En Sinaloa en cambio, se habla de al menos de 5 o 6 décadas, lo que marca una diferencia significativa, en términos de la respuesta social y del impacto en el tejido social, en esta comparación.
Citando de nuevo a otro colega local, ahora a Juan Carlos Ayala , se afirma que, durante este tiempo, se creo lo que define como “el basamento cultural” y la transformación social y económica del narcotráfico, lo que implica considerar las dimensiones culturales, educativas, económicas y hasta jurídicas, en torno a este fenómeno. Desde este marco no es suficiente con “no haber disparado ni una bala” con el operativo de detención de Ovidio, tal como ha afirmado el Gobierno de México, si ahora la población vive en “tensa calma” o la “pesadez” de la que habla Juan Carlos. Ir más allá de la “pax narca”, que es apologética de la violencia.
Guanajuato comparte con Sinaloa diferentes fenómenos, no sólo un grupo delincuencial local, surgido y fortalecido durante la administración panista: el autodenominado “Cartel Santa Rosa de Lima (CSRL)”, sino que disputa el territorio al grupo más mortífero del mundo, el CJNG. En Guanajuato como en Sinaloa, se ha identificado reclutamiento forzado a hombres jóvenes (REDIM calcula que hay 145 mil adolescentes en riesgo), desplazamiento forzado interno de buscadoras en riesgo y qué decir de las desapariciones cometidas por particulares, que se han sextuplicado en los últimos años y desde 2017 son un fenómeno creciente en la entidad.
Para comprender las similitudes y diferencias entre Sinaloa y Guanajuato se deben responder al menos las siguientes preguntas: ¿Cuál es el origen de las diferentes expresiones de la violencia?, ¿Qué impactos han tenido en la economía y en la vida social?, ¿Qué impactos psicosociales ha tenido esta violencia (que es política) a nivel microsocial?, ¿Qué mecanismos usan las víctimas de la violencia para convivir con ésta?, y, ¿Cuál es el repertorio (afrontamientos) de las víctimas organizadas?
14 de enero de 2023, 22:31
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