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Víctima teme sesgo de la justicia tras denunciar por violencia de género a hijo de Juan Carlos Romero
El exdiputado federal y exgobernador del PAN optó por internar al presunto agresor en un centro de rehabilitación, “nos dijo que ya lo iban a atender”, narró Karen Mares, quien dijo hablar por miedo, luego de sufrir diversas agresiones físicas, psicológicas y verbales durante varios meses
Por miedo a sufrir algún otro daño y a que sobre la procuración e impartición de justicia pesen o influyan las relaciones políticas, Karen Mares decidió hablar públicamente de las agresiones que recibió de su expareja Luigi Romero Siekman, por las que lo denunció penalmente como presunto responsable de violencia familiar y ha sido vinculado a proceso judicial.
La conducta reiterada del hombre fue conocida por el padre de éste, el diputado federal del PAN y exgobernador de Guanajuato Juan Carlos Romero Hicks quien, de acuerdo con lo relatado por Karen, optó por internar a su hijo en un centro de rehabilitación para personas con adicciones, “y después se reunió conmigo y con mis papás, nos fue a pedir disculpas y a decir que ya lo iban a atender”.
Pero el mismo Luigi, en mensajes que quedaron grabados, amenazó a la joven con “una guerra de poderes” y le advirtió “no me vas a arruinar la vida, no vas a arruinar la vida política de mi papá”.
Después de que ella decidió interponer la denuncia penal en el Centro de justicia para las mujeres de la Fiscalía general del estado en Irapuato, se llegó a una audiencia de imputación y vinculación a proceso en un juzgado penal de esa ciudad el 9 de febrero. Allí, los abogados del inculpado pidieron a la jueza que se admitiera la suspensión condicional del proceso porque éste permanecería en rehabilitación y se ofrecería una reparación del daño a la víctima, además de otras medidas cautelares.
Pero las circunstancias en que se dieron las diversas agresiones físicas, psicológicas, sexuales y de otra índole en contra de Karen y víctimas indirectas, cuyos datos de prueba se integraron en la carpeta de investigación y se expusieron ante la jueza, la llevaron a decidir la vinculación a proceso del presunto responsable por la violencia de pareja en un concurso de delitos, es decir, un delito cometido a través de diversas acciones o en diversos momentos.
Una primera publicación de lo que después fue denunciado por Karen ante la Fiscalía general apareció en el muro del reportero irapuatense Gerardo Hernández, quien ubicaba un incidente ocurrido el 31 de octubre en una residencia del fraccionamiento Villas de Irapuato, en el cual, dice la publicación en Facebook, “Ale Romero Siekman enloqueció y la golpeó brutalmente, la dejó inconsciente, casi la mata a golpes”.
“El aspirante del PAN a la Presidencia de la República Juan Carlos Romero Hicks para sustraer a su hijo Ale Romero Siekman de la acción de la justicia, rápidamente al día siguiente de la brutal agresión lo internó en un Centro Psiquiátrico”, continúa el relato publicado, que también cita a Fernando Fernández, exsecretario del Ayuntamiento de Irapuato y yerno de Romero Hicks, como quien supuestamente “anda moviéndose” para presionar a la joven para que callara sobre lo ocurrido.
Esta publicación fue retomada en otras redes sociales como Twitter, a principios de noviembre.

El 18 de febrero, en estas mismas redes, la propia Karen Mares respondió: “Esto es verdad, yo soy la víctima y no me voy a quedar callada. Voy a hacer todo lo que está en mis manos para que se haga justicia”.
Karen publicaría un hilo en Twitter en el que resumió así lo que vivió:

En entrevista con POPLab, Karen confirmó lo relatado en sus publicaciones.
Y más.
Su relación con Luigi Romero Siekman comenzó en febrero de 2020 y duró alrededor de un año y cinco meses. “Nuestra relación inició muy bonita por cuatro o cinco meses. Estaba muy enamorada, muy contenta, demasiado contenta con él”.
Sin embargo, al tiempo comenzó a mostrar otras conductas.
“La letra de una canción en mis historias ya era tema de discusión. Si íbamos al súper y yo iba revisando los productos, él estaba paranoico a ver si yo estaba viendo a alguien; si íbamos al restaurante y el mesero era amable ya decía que le gustaba. Me pedía que le pidiera videos de dónde andaba. Yo lo veía como unos celos más de lo normal”.
Esto escaló. “Me controlaba hasta mi forma de vestir, lo que yo subía a redes sociales, con quién me juntaba, con quién no”.
Luego, la violencia física, “que comenzó con un jaloncito, luego un apretón, luego con el puño, luego una cachetada… yo estaba muy enamorada, nunca había estado en una situación así. Cuando me contaban que a fulanita le había pasado, yo decía ‘qué tonta, cómo lo permite’, pero ya cuando estás adentro de una relación…”, dice Karen antes de un silencio.
Una de las agresiones que Karen señala como más graves ocurrió en el rancho de la familia Romero Siekman en febrero del año pasado. Después de una discusión entre ambos, Karen corrió y Luigi la alcanzó, la tomó del cabello y cuando ella cayó sentada, él se puso encima; le sujetó los brazos con sus piernas y le azotó la cabeza contra el piso.
Después le apretó el cuello con una mano. “Cuando vio que no podía respirar, me soltó, me arrastró al baño de mujeres y me encerró como 30, 40 minutos, me tenía golpeándome”.
Karen recuerda que gritó y que, aunque en ese momento no había nadie más de la familia en el lugar, sí estaban por lo menos un caballerango y el cuidador del rancho, quienes la escucharon, pero no hicieron nada. Cuando logró salir, subió a su camioneta y en la entrada, con el rostro ensangrentado y golpeado, les reclamó. “Hasta luego, buenas noches”, fue todo lo que le dijeron.
De esto ella enteró al diputado federal del PAN, dice. “Y se lo dije a Juan Carlos de frente, ‘yo creo que no es la primera situación porque tus empleados no hicieron absolutamente nada, actuaron como si esto fuera algo normal’. Si a Luigi le pasara algo, se rompió un pie y yo hubiera gritado para pedir ayuda, su reacción hubiera sido otra”.
A este incidente se sumaron otros, varios más, cuando se encontraban en su casa, pero también en sitios públicos o en reuniones, frente a amistades y familiares, con conocimiento de los padres y hermanos de Luigi Romero Siekman, señala la joven.
El último tuvo lugar en casa de Karen, donde ambos vivieron durante unos meses –“le decía ya vete, llévate tus cosas, y no se iba”-. En el momento en que él de nuevo la estaba golpeando, la intervención de la trabajadora doméstica al escuchar los gritos lo detuvo y Karen logró salir de su casa para refugiarse con sus papás.
Habló con hermanos de Luigi y éstos le dijeron que ya no lo dejara entrar y que le informarían a su papá. “Después de 3 días, llegaron a mi casa para decime que lo mandarían a una clínica de rehabilitación. A mí me daba miedo denunciarlo y que pudiera hacerme algo peor”.
Luego, el día en que ingresaron a su expareja a una clínica, el diputado federal Juan Carlos Romero se presentó en su casa y habló con Karen y su papá.
“Nos dijo: me parte el corazón enterarme de que mi hijo es capaz de hacer estas cosas, me dolió mucho, no estoy de acuerdo”.
Sin embargo, no dio un paso más frente a estos hechos que, de acuerdo con las leyes penales, configuran delitos de violencia familiar o de género.
Después de un mes, Karen decidió acudir al Centro de justicia para las mujeres y con su denuncia se inició la carpeta de investigación 98222/2021, aunque este paso sembró de dudas a la víctima por lo que en ese momento le dijo la agente del Ministerio Público:
Además, después de que aparecieron las publicaciones en redes sociales exponiendo lo ocurrido, la postura de la familia de Luigi Romero cambió hacia Karen, según cuenta en la entrevista. “Ahorita la verdad las cosas han cambiado muchísimo. Antes de la nota sus hermanas me hablaban, me ofrecen su apoyo incondicional, que no estaba bien lo que había hecho. A raíz de la nota que tú me mencionas, me empiezan a bloquear… Lo vi como un acto de molestia, no sé”.
También se enteró de que después de esto integrantes de la familia del legislador y exgobernador compartieron entre sus amistades mensajes por una red social, en los que asumían que lo publicado obedecía a “malas intenciones de terceros” y a que son una familia expuesta “por dedicarse a la política”, además de que “se sabe nuestra lucha a favor de la mujer”.
En el Ministerio Público tampoco tenía expectativas de lograr que se respondiera por la violencia sufrida. “Pregunté por mi audiencia y me dijeron lo que iba a pasar: me dice, la próxima audiencia lo más seguro es que se va a solicitar la suspensión condicional del proceso, se te hará un pago de la reparación de los daños, la jueza le dirá que tiene que llevar un tratamiento… casi me voy para atrás”.
Pero un cambio de asesores jurídicos le dio a Karen la posibilidad de que su denuncia no quedara en un posible acuerdo para la suspensión condicional del proceso (una salida alterna prevista en el sistema penal acusatorio que “congela” el proceso mientras se cumpla con ciertas condiciones por parte del inculpado y se repare el daño a la víctima) y que se llegara a la audiencia del 9 de febrero con condiciones y datos de prueba suficientes para que la jueza vinculara a proceso como presunto responsable de violencia intrafamiliar a Luigi.
Sin embargo, la audiencia fue virtual y el inculpado no compareció, bajo el argumento de que se encuentra en el tratamiento de rehabilitación. El delito no amerita prisión preventiva.
Según la asesora particular de la víctima, la vinculación se dio clasificando un concurso real de delitos, debido a que hubo varios eventos que entran dentro de este delito.
“Por cada acontecimiento violento se va a sumar el delito; en algunos estados de la república la legislación dice que aunque el problema de la violencia sea repetitiva se entiende como un solo (delito); aquí es por siete hechos de violencia”, explicó. Se presentaron datos de que en estos eventos, Karen sufrió violencia física en su mayoría, pero también verbal, sexual y psicológica.
El proceso tiene otros tres meses de investigación complementaria, en los que Karen espera que las autoridades involucradas hagan su trabajo, si bien no oculta su temor de que su expareja sea protegido, y también otros miedos:
Romero Hicks: “apegado a la verdad y al derecho”
POPLab buscó al diputado federal Juan Carlos Romero Hicks para conocer su postura frente a esta denuncia y a las publicaciones en las que se pone en tela de juicio su congruencia por su discurso en contra de la violencia hacia las mujeres.


El diputado respondió vía whatsapp con este mensaje:
“Condeno cualquier tipo de violencia, especialmente en contra de las mujeres. Manifiesto mi solidaridad con toda persona que sea víctima de violencia.
En todo momento y en todos los casos me pronuncio por la vigencia del Estado de derecho y la aplicación de la ley. Somos respetuosos de la determinación de las autoridades correspondientes. El caso de la persona de mi inmediato entorno familiar se atiende profesionalmente y ha estado en la disposición de responder los requerimientos legales. En consonancia con mi trayectoria de 40 años en el servicio público, seguiré apegado a la legalidad, ética y prudencia que públicamente he acreditado siempre”.
Después, cuando se le preguntó si era todo lo que tenía que señalar sobre la denuncia que lo involucra por su intervención tras lo ocurrido, añadió:
“Sí, gracias… seguiré apegado a la verdad y al derecho”.
-Entiendo que esto significa acatar cualquier resolución judicial que resulte en el proceso penal que se sigue contra su hijo- acotó POPLab.
-Con todas las personas.
-¿Algo más que considere necesario comentar al respecto?
-El régimen jurídico mexicano garantiza el derecho a la protección de los datos personales… gracias.
-Sí, aunque yo me he referido a una denuncia que ya se hizo pública por parte de la víctima de un posible delito.
-Buenas noches… gracias.
20 de febrero de 2022, 13:33
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