En un estado atravesado por la violencia y la desaparición, las mujeres buscadoras han encontrado en el arte una herramienta de resistencia, memoria y denuncia. Por primera vez, en los escenarios del Festival Internacional Cervantino (FIC), colectivas de búsqueda de personas tendrán un espacio para visibilizar la crisis que, en Guanajuato, suma más de 5 mil víctimas.

“Estudios de campo”, una obra que se describe en la cartelera del festival como una conferencia performática que se mueve entre el arte y el activismo, es resultado de un proyecto emprendido por la artista Sara Pinedo entre 2020 y 2021, cuando la pandemia por COVID-19 estaba en su apogeo.

En el proceso de evolución de la obra escénica, la directora decidió incluir a mujeres buscadoras que hoy presentan la realidad de la entidad, en la que día a día incrementa la desaparición de personas. El documento fue realizado por invitación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), sede Cuajimalpa, e inspirado en el texto “El teatro y la peste”, del autor francés Antonin Artaud.

Los primeros acercamientos ocurrieron en 2021, dice Pinedo en entrevista. Sin embargo, señaló que para aquel momento las colectivas de personas desaparecidas tenían sus intereses en otras luchas, como la integración de la Comisión de Búsqueda o los protocolos. Aunque ya para entonces algunas de estas organizaciones recurrían a las performatividades de la búsqueda, como llevar camiones de tierra al Palacio de Gobierno en Ciudad de México o la colocación de la megamanta antimilitarización en la Estela de Luz, también en la capital.

Pero fue a partir de ese primer contacto que la exploración de acciones para acompañar los espacios de protesta fue evolucionando hasta la consolidación del proyecto Estudios de campo, en conjunto con los colectivos Proyecto de Búsqueda y Hasta Encontrarte. 

Posteriormente, para una presentación en el Festival Fulgor, en la Ciudad de México, también se sumaron Buscadoras Guanajuato y el colectivo de Familiares de Víctimas de Feminicidio y Personas Desaparecidas de Salamanca. Han colaborado también a lo largo del proyecto Plataforma por la Paz y la Justicia Guanajuato, Buscando a Paty, Buscando a Pablitos, Colectivo Salamanca Unidos Buscando Desaparecidos y Ángeles de Pie por ti. 

“A partir de estos encuentros, en los que ya pudimos pensar un poquito más cómo las herramientas del arte podían ponerse al servicio también de la búsqueda, de la visibilización de las alertas de desaparición, de la desestigmatización de las personas que son desaparecidas y de las personas que les buscan, es que imaginamos que las compañeras también pudieran acompañarnos en el escenario”.

Sara Pinedo es creadora escénica, dramaturga, gestora y activista feminista. Tiene una maestría en Teatro y Artes Performáticas por la Universidad Nacional de las Artes en Argentina y es licenciada en Comunicación.

Para mujeres buscadoras como Bibiana Mendoza y Olimpia Montoya, la oportunidad de expresar el dolor a través del arte ha sido el descubrimiento de nuevas herramientas para afrontar la realidad y conectar con nuevos públicos, con el objetivo de sensibilizar sobre la crisis de desapariciones en Guanajuato.

“Por primera vez vamos a ocupar un espacio en el Cervantino. Ya lo habíamos buscado años antes y nos fueron negados estos espacios cuando todavía estaba de alcalde Navarro. Ahora nos emociona mucho que a nivel internacional y de otros estados que vengan a visitar este programa que habla de cultura y que puedan escuchar de viva voz las vivencias de las buscadoras, pero no desde un lado duro y cruel, sino con un poco de arte, de poesía que las mismas buscadoras hemos escrito”, sostiene Bibiana.

Semilla que germinó en el aislamiento pandémico

En medio de la pandemia por el COVID-19, Sara Pinedo decidió estudiar cómo las colectivas de búsqueda estaban atravesando un período tan complejo: “Estaban tomando las calles, estaban tomando las carreteras para exigir los diálogos con el Gobierno de Guanajuato. Entonces, a partir de eso, yo escribí un primer texto de un corte mucho más documental que se llamó Estado y peste”.

“Recuerdo muchísimo que, cuando me tocó compartirlo en un foro virtual —como todo se hacía en ese momento virtual—, me detuve en la pantalla y dije: ‘Esto no sirve para nada’. No sirve para nada mientras se quede en mi computadora. A partir de eso, el acercamiento desde lo documental a lo que estaba sucediendo en las calles me llevó a sacar el cuerpo, a acompañar, a buscar la forma de acercarme a la protesta de las colectivas, acercarme a la organización de las colectivas”, relató Sara.

En cuatro años, el proyecto evolucionó. Se realizó una cocinada pública con el Recetario para la Memoria, escrito por Daniela Rea, Clarisa Moura y Zahara Gómez, y una proyección de sombras denominada “Hacerles aparecer”, donde la luz del sol transita sobre unas letras que aparecen reflejadas en el piso, entre transeúntes que caminan esas calles, con una frase del texto que dice:

“Hacerles aparecer como un acto de magia, como un acto de justicia, como un acto de amor”.

En mayo, el proyecto se internacionalizó y viajó al Encuentro de Teatro de Calle en Matanzas, Cuba, y más recientemente se presentó en el Festival Transversales, un encuentro internacional de escena contemporánea realizado en Mérida, Yucatán. En este lugar también se sumaron como aliadas el colectivo Bordamos Memoria y la Colectiva de Familias Buscadoras de Yucatán.

“Ese, para nosotros, también es uno de los objetivos de este proyecto: que, mientras se viaja compartiendo la realidad de Guanajuato, se puedan seguir tejiendo estrategias, tejiendo colectividades fuera del estado con otros organismos buscadores”, relató Sara.

Una apuesta estética y política para la pacificación

Con estas experiencias recorridas, las participantes de Estudios de campo se presentarán por primera vez en el marco del Festival Internacional Cervantino, el 21 de octubre en la Plaza Allende y el 22 de octubre en el Teatro Cervantes.

En la Plaza Allende se realizará la proyección de sombras, una presentación que incluye una instalación sonora que recopila audios que mujeres buscadoras envían a sus familiares desaparecidos y a la sociedad en general. Además, se llevará a cabo una escritura de nombres.

Para Sara Pinedo, el foro cervantino es importante porque se trata de un festival que tiene alcance internacional y que ofrece la posibilidad de mostrar al público la realidad de las desapariciones y la violencia en Guanajuato, que no está distanciada de la vida ni del arte:

“Porque la vida está atravesada en este momento en todo el país por un sistema necropolítico, al que solo podemos hacer frente a través de la memoria y la colectividad”.

En su compromiso por las luchas sociales, que comenzó hace más de una década con acciones de arte comunitario en San Juan de Abajo, en León, y otras participaciones relacionadas con la defensa del medio ambiente y el territorio, Sara está convencida de que el teatro y el arte pueden aportar a los procesos de pacificación. Sostiene que hay antecedentes de esto en países latinoamericanos como Colombia, Perú, Chile y Argentina.

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“Los colectivos de búsqueda nos han dado una lección importantísima a toda la sociedad de cómo organizarse desde el dolor, pero también desde el amor, y por eso es que estamos ahí aprendiéndoles y acompañándoles desde las herramientas que tenemos, que son las del arte… creo que es una responsabilidad como artistas”, agregó.

La obra escénica de la carrera de Sara se ha presentado en México, Alemania, Argentina, Colombia, España e Inglaterra. Imparte talleres de teatro comunitario, creación colectiva y dramaturgia en distintos estados del país y en la Diplomatura Binacional México–Argentina. Participó en el Programa Internacional de Dramaturgia Royal Court Theatre + Anglo Arts en la UNAM. Integra Un Colectivo y el Colectivo Lxs de Abajo, coordina La Pepena y el proyecto de fomento a la lectura y escritura Érase una vez rap. Actualmente forma parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA).

Poesía y escena, herramienta contra el dolor

Para Bibiana Mendoza, integrante de la colectiva Hasta Encontrarte, participar en Estudios de campo ha significado descubrir otras formas de búsqueda: no con pala y pico, sino con la poesía, la palabra, el dibujo y la escena. A través de estas herramientas artísticas, las mujeres buscadoras han encontrado un vehículo para expresar su dolor, generar conciencia social, empatía y rechazar la normalización de la violencia.

“Nos sentimos muy contentas porque, con este y otros proyectos que hemos tenido, descubrimos que no solo buscamos en campo, con pala y pico en la mano; que no solo nos sentamos con autoridades en el Senado, en la Cámara de Diputados o aquí en el estado de Guanajuato, sino que también escribimos, dibujamos y buscamos otras maneras de expresar nuestro dolor y crear conciencia”, expresa Bibiana. 

Para ella y sus compañeras, participar en el Festival Internacional Cervantino representa no sólo un logro colectivo, sino una oportunidad histórica para hablar de la crisis de desapariciones desde una perspectiva diferente: no desde el horror crudo, sino desde una propuesta estética y política.

Asumir un rol en escena también implica una gran responsabilidad, porque lleva la voz de sus compañeras de colectivo y de sus personas desaparecidas. En la presentación del Cervantino, además de Bibiana se contempla la participación de Karla Martínez, coordinadora de la Brigada de Búsquedas Independientes, y Verónica Durán, responsable del acompañamiento a víctimas del colectivo.

La intención es que cada una de ellas aporte una perspectiva distinta del proceso de búsqueda: desde el terreno físico hasta el emocional, por ejemplo, sobre las implicaciones que tiene la localización de fosas.

“La experiencia de desenterrar fosas clandestinas... A veces la gente no sabe que se encuentra una fosa y la mente y el corazón se rompen durante un mes o dos meses, y que lloras y que te dan ataques de ansiedad, y que no puedes borrar ciertas imágenes de tu cabeza, o no puedes cargar con el peso del dolor de lo que estás desenterrando en las fosas, y que no hay tiempo para llorar porque ya te llega otro reporte de otra fosa clandestina y hay que levantarse, porque tal vez ahí está nuestro familiar”, lamentó Bibiana.

La buscadora reconoce que participar en un colectivo “es vivir en un arcoiris doloroso”, pero también destaca que el arte le ha ofrecido a ella y a sus compañeras un espacio más seguro para hablar. En gran medida, dijo, esto se debe al acompañamiento que ha ofrecido Sara Pinedo como directora y al equipo artístico del colectivo, con quienes han creado un entorno de confianza.

Bibiana insiste en que el objetivo de abordar las desapariciones a través de un enfoque artístico es transformar la indiferencia en solidaridad, y que las personas espectadoras no solo se lleven consigo reflexión, sino que hagan empatía con quienes viven estas historias.

Ella lleva ocho años buscando a su hermano Manuel Ojeda Negrete, quien desapareció el 8 de enero de 2018.

El arte como conmemoración a los desaparecidos 

Olimpia Montoya forma parte del colectivo Proyecto de Búsqueda, que nació a principios de 2021 y hoy agrupa a más de 270 familias. Para ella, participar en Estudios de campo ha significado abrir nuevas rutas de incidencia política y resistencia contra el olvido de las personas desaparecidas en Guanajuato.

“Creo que es la primera vez que le abren en este tipo de espacios a un tema tan complejo y tan duro como es la desaparición. Normalmente el Festival Cervantino pues se abocaba a eventos artísticos, pero de otras índole. Que hoy se atrevan a mirar de frente esta realidad tan dolorosa es algo muy importante para las familias y de gran impacto social”, consideró Olimpia.

Desde su experiencia, el arte tiene la bondad de convertirse en un vehículo poderoso para llevar mensajes a distintos públicos, incluso a aquellos que no suelen acercarse a las manifestaciones o a las luchas sociales. El arte, dice, puede conmover, movilizar, romper el silencio y también conmemorar a quienes están ausentes.

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“Desde este otro lugar se puede también seguir haciendo visibilización. Exigiendo justicia, llevando a nuestros desaparecidos a otros espacios donde también pueden ser nombrados y recordados. Porque siempre nos hemos centrado en los ejes de búsqueda en campo, búsqueda en vida, búsqueda por carpeta, búsqueda institucional... pero ahora, desde el arte, también es como conmemorarlos para seguirles buscando y resistir al olvido”, subrayó.

Olimpia busca a su hermano Marco Antonio Montoya Juárez desde 2018. Su trayectoria en el activismo, de más de ocho años, busca hacer énfasis en que las personas desaparecidas no son estadísticas: son vidas, rostros, historias que merecen ser nombradas y visibilizadas.

En su testimonio, Olimpia subraya que esta experiencia ha servido para reflexionar sobre las violencias estructurales que afectan a las familias buscadoras, y cómo el abandono del Estado se reproduce en todos los ámbitos de la vida.