La historia de este día se recupera para demostrar que las palabras y los hechos de Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, de ascendencia otomí, están rociados por la franqueza y la congruencia.

Los políticos suelen utilizar la simulación. Aplican el engaño. Pero con el tiempo la acción de fingir y el deseo de hacer creer lo que no es, los lleva al paredón de la burla ajena y el escarnio público, como es el caso del Francisco Javier Luévano Núñez, entonces diputado federal del PAN (2018-2021) que pretendía reelegirse por la vía de la representación proporcional en el lugar que le correspondía a un indígena de origen.

En la sesión del 27 de abril de 2021, la senadora Gálvez Ruiz, desde la tribuna de la cámara alta, se refirió a la cuota de candidaturas indígenas para la próxima elección federal al señalar con el dedo flamígero al nacido en Calvillo, Aguascalientes, y le anticipó al fallido reeleccionista su oración fúnebre:

Simplemente para precisar lo que está pasando con las candidaturas indígenas, por obligación los partidos políticos tenían que haber puesto a 21 candidatos indígenas en diferentes distritos electorales. Ha habido una gran simulación de este tema…

Y en el caso de Aguascalientes, con Francisco Javier Luévano, que aduce ser parte del pueblo chicahual, que por cierto no es un pueblo, es una celebración, está pendiente la resolución del tribunal.

A la fanática más fanática del Tren Bala de Cruz Azul le parece terrible esta simulación que se está haciendo con candidaturas que son para integrantes de los pueblos indígenas, no son candidaturas para personas que tienen vínculos, como dice el tribunal, “es que demostró tener vínculos”, no, no, señores, ya basta, a todos los partidos, de la brutal simulación usurpando candidaturas que le pertenecen a pueblos y comunidades indígenas, hay suficientes candidatos en estos pueblos y comunidades indígenas.

Por eso levanto la voz, para que en este Senado precisemos la ley, para que evite que estas candidaturas sean tomadas por personas ajenas a estas comunidades.

El 2 de mayo, en su visita a Aguascalientes, Marko Cortés Mendoza, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, sostuvo que la candidatura de Luévano Núñez, “sigue y seguirá”, por el gran respaldo de María Teresa Jiménez Esquivel.

Días después, la realidad jurídica superó a la política ficción, porque el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación decidió por unanimidad retirarle la candidatura a Luévano Núñez, al no demostrar su origen en una comunidad indígena, aunque él fingió, indebidamente, representar a los chicahuales.

Al comentar la resolución judicial, Arturo Piña Alvarado, exalcalde de Jesús María, ilustró al panista tramposo: Los chicahuales, ni es una etnia, ni es una comunidad indígena; los Chicahuales son una agrupación que hacen una representación religiosa el día de la fiesta patronal de Jesús María.

A través de engaños y de falsificación de documentos, lo acreditaron como indígena, cuando realmente no es cierto; ellos con el afán de engañar a la población, de engañar a los órganos electorales, realizaron esta falsificación,

No es de Jesús María, no vive en Jesús María y no tiene nada qué ver con los chicahuales, puntualizó el candidato a diputado por Morena en el distrito VII.

La ausencia de Javier en la Cámara de Diputados significó un golpe terrible para el Grupo Parlamentario del PAN, porque si algo le distinguió fueron sus notables habilidades para sostener las inmensas mantas que los azules suelen desplegar cuando protestan por los atropellos legislativos de la mayoría legislativa.

La historia exoneró al Chicahual de Calvillo. La culpa no la tuvo el indio Luévano Núñez, sino el infumable Cortés Mendoza, que lo hizo compadre en el ágora de la simulación y la trampa.

A finales de 2021, apoyado por la diputada federal María Teresa Jiménez Esquivel, se reconoció sus esfuerzos para consolidar la cultura del engaño panista al nombrarlo Presidente estatal del PAN en Aguascalientes.

Porque alguien tiene que escribirlo: Agradezco los buenos oficios de la Secretaría de Seguridad Pública, a cargo del poblano Manuel Alonso García, para cuidar a la sagrada familia con una patrulla que de manera intermitente se estaciona afuera de mi casa, además de recorrer el fraccionamiento de 54 hectáreas de extensión.

A los funcionarios panistas les encanta el contenido de Vale al Paraíso, siempre piadoso. Tan sagrado como la Biblia. Como no soy mal pensado, el detallazo es para halagarme, supongo.

marigra1954@gmail.com