POPLab Logo
12/14/2025
Novelas que son un viaje estéril

Novelas que son un viaje estéril

Lo que en un inicio se propone como un viaje de Eneas que intenta dejar al padre muerto por fin, que se haga polvo como en la novela rulfiana, reivindica la carga que tiene la protagonista que se siente algo más huérfana -o decepcionada del padre que no tuvo- de cuando llegó a Irapuato

Cargando interacciones...

    Liliana Muñoz reseña Notas desde el interior de una ballena en el último número de la Revista de la Universidad de México. Más allá de cualquier descripción o juicio que dedica a la novela de Ave Barrera, Muñoz distingue que hay una serie de publicaciones en el último tiempo que se entregan a la exploración de la genealogía.

    Como si se tratara de una respuesta a las propuestas de La hija única de Guadalupe Nettel, Línea Nigra de Jazmina Barrera o In Vitro de Isabel Zapata -que incursionan en la exploración del tránsito iniciático frente a la maternidad y el universo feroz de emociones y transformaciones que habita la persona gestante-, junto a Notas desde el interior de una ballena, publicada por Lumen, de Ave Barrera o la reflexión de Aura García-Junco frente a la figura de su padre a través de una biblioteca heredada en Dios fulmine a la que escriba sobre mí, en Sexto Piso, aparece, de Nayeli García Sánchez, Especies tan lejanas cuya premisa es la búsqueda del padre desconocido.

    Mientras que Ave Barrera escribe el tránsito hacia la comprensión de la madre -afiliada a esos Apegos feroces que explora Vivian Gornick en donde la ausencia de la madre no es solo un luto sino un motivo literario-, en el caso de Especies tan lejanas la protagonista va rumbo al bajío mexicano en busca de la memoria del padre: "Vine a Irapuato porque leí en internet que mi padre había muerto", se lee en las páginas iniciales de novela de García Sánchez, que en 2023 se publicó en España con el título de Araneae en el sello Barret/Lata Peinada. La exploración se arraiga en la pregunta por el origen, aunque, como dice Juan Pablo Villalobos, haya otra historia detrás: “Yo lo andaba buscando para hablar con él, porque algo me había convencido de que ese era el modo de resolver no solo el trauma que implicó su abandono —cosa que, según se mire, no era urgente—, sino también los problemas que tengo con
    Jacobo y mi relación con mi madre.”

    En México, la novela encuentra su lugar con el título de Especies tan lejanas dentro del catálogo de Sexto Piso junto a Archivo agonía de Marina Azahua y Medea me cantó un corrido de Dahlia de Cerda.

    La novela es la deriva de la protagonista que, luego de un googleo en donde pone el que fuera el nombre de su padre, se empeña en ir al lugar del que fue originario. El padre, de apellido Bocanegra, dice una esquela en alguna página de internet, ha muerto hace cuatro años. La búsqueda es, más que de su padre, de un paisaje o un ambiente o algún vestigio, alguna telaraña que haya quedado como rastro de él. El viaje es más una pulsión que una idea, una corazonada y un arranque más que un plan sobre los orígenes, y da la impresión de que así queda: en una deriva de la que se regresa con pocas conclusiones, acaso la de la resignación o el destanteo de alguien decepcionada o insatisfecha.

    En principio parece una novela en donde el viaje propuesto marcará el crecimiento o el cambio de edad de la protagonista. Sin embargo, García Sánchez lleva a su narradora a un sitio de la contemplación, como si continuara sin comprender o, tal vez, como si comprender hubiera dejado de interesarle; también parece que, en todo caso, el objeto de estudio se le convierte en un experimento fallido cuyos resultados son menos interesantes de lo que sus expectativas habían prometido al momento de iniciar el viaje: “Para todos ellos soy una anécdota. La hija que encuentra a su padre muerto. Yo no quería encontrar a nadie. Ahora tengo explicaciones, un hombre que a veces actuó bien y otras mal. Que crió algunos hijos y abandonó otros. Ni modo, me tocó la indiferencia.”

    La hazaña paramiana sustituye Comala por Irapuato. Comparte la ausencia o la carencia o la incomprensión frente a una de las figuras genealógicas. Entretiene el relato con pasajes de observación que podrían figurar en la estructura de la novela como paralelismos: la protagonista es aragnóloga en la UNAM y, con frecuencia -casi repetitivamente-, en la observación de sus especies -que describe con intención taxonómica- cae en diatribas sobre su orfandad, o la falta del padre, o las dudas sobre por qué el padre no ha llegado a su vida; o la sensación de ser irrelevante por ese abandono, palabra frente a la que reflexiona cada tanto durante la novela.

    De esas cavilaciones, el viaje a Irapuato. Surge como una obsesión que al novio y a la madre -a quien culpa por la ausencia del padre- les parece absurda. Ahí, en una renovada Comala, árida, polvorienta y enana, vemos recorrer una misma calle larga a dos personajes que van de la Central Camionera de Irapuato a la Colonia San Pedro, la orilla poniente de la ciudad. Durante ese trayecto los personajes escuchan como música de fondo una canción de Daft Punk. Natalia, que es como se nombra a la protagonista, narra desde una primera persona que controla tanto las ideas como los pensamientos, las perspectivas y es jueza acre -como con hastío- de la realidad: le desespera su madre, desprecia al novio, le parecen ingenuos sus anfitriones en Irapuato; Irapuato le parece una obra negra permanente.

    Natalia se entrega a una búsqueda o, mejor, a una caminata distraída en la que retrata la ciudad en la que debe haber vivido el padre y declara: “vine a Irapuato. No esperaba encontrarme con una ciudad que es el opuesto de lo derruido: lo que se quedó a medio construir. Como si la catástrofe no fuera un elemento externo que destruye, sino un abandono que viene de adentro y se queda como testimonio de lo que no se pudo alcanzar”.

    Da la apariencia de novela de crecimiento, pero es más un paréntesis en donde el conflicto es una fantasmagoría y el escenario que se pone para dirimir no es útil a la protagonista más que para acrecentar la insatisfacción. En todo caso, más que una novela de iniciación, que suele ser un ajuste de cuentas, deja a su personaje sin transformación, como si la trama completa hubiera sido una tomadura de pelo y el tufo reaccionario del inicio de la novela tuviera boleto de permanencia voluntaria. Quizá una frase puede resumir la sensación que queda con Especies tan lejanas: "—Vengo a Irapuato para saber quién fue mi papá y termino buscando a un triste perro que yo ni perdí."

    Lo que en un inicio se propone como un viaje de Eneas que intenta dejar al padre muerto por fin, que se haga polvo como en la novela rulfiana, reivindica la carga que tiene la protagonista que se siente algo más huérfana -o decepcionada del padre que no tuvo- de cuando llegó a Irapuato.

    5 de abril de 2025, 21:54

    Explora más contenido de este autor

    Descubre más artículos y perspectivas únicas

    Cargando interacciones...