El pasado martes 1 de abril, millones de televidentes mexicanos nos quedamos estupefactos frente a sus pantallas cuando, en el noticiario estelar conducido por Enrique Acevedo -el de mayor audiencia del país-, apareció un spot del gobierno de Estados Unidos.

No era un mensaje cualquiera: se trataba de una pieza propagandística cargada de odio, racismo y criminalización hacia las personas migrantes. Un mensaje que ya había sido transmitido en los canales de TelevisaUnivisión en Estados Unidos, como lo denunció oportunamente mi querida colega Irene Levy en El Universal, pero ahora el agravio ocurrió en México, donde se ha retransmitido en otros programas de la televisora.

La indignación fue inmediata entre colegas al tanto de estos menesteres de la comunicación, pero aparentemente solo el periodista Luis Guillermo Hernández retomó el tema en su cuenta de X y después en su espacio de La Sexta W en Youtube; ayer Animal Político. ¿Y el resto de los medios? Nada.

El spot en cuestión forma parte de una multimillonaria campaña antiinmigrante lanzada por el gobierno de Estados Unidos en febrero de este año, en la que se insta a los inmigrantes indocumentados a autodeportarse y permanecer fuera del país. Comienza con una exaltación a Donald Trump “por asegurar la frontera” y “deportar inmigrantes criminales e ilegales”, para luego advertir que quienes estén en el país de forma ilegal “serán encontrados y deportados”. La narración está a cargo de Kristi Noem, secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, mientras desfilan imágenes de violencia, drogas, armas y personas cruzando el río como si se tratara de una invasión de criminales.

Tiene razón Irene Levy cuando afirma que cada país tiene derecho a definir su política migratoria. Pero una cosa es eso y otra muy distinta es propagar el discurso del odio, el miedo y el desprecio hacia quienes, en su inmensa mayoría, solo buscan mejores condiciones de vida, y que con su trabajo han contribuido a fortalecer las economías de Estados Unidos y también de México.

El spot deliberadamente ignora esa realidad y más bien reproduce prejuicios y estereotipos peligrosos que reducen a la población migrante a un grupo de delincuentes violentos.

La transmisión de este mensaje en medios mexicanos no solo es una falta de ética elemental, es también una violación al marco legal que rige a los concesionarios de radio y televisión en nuestro país. El artículo 2 de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión es claro: “Estará prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional... o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”. ¿Cómo puede interpretarse la difusión de este mensaje sino como un atentado contra la dignidad de las personas migrantes? Además, el mismo artículo señala que “el Estado protegerá la seguridad y la soberanía de la Nación” al ejercer la rectoría en la materia. ¿No se ve comprometida esa soberanía cuando un medio mexicano retransmite una campaña extranjera que estigmatiza a sus connacionales?

Por su parte, el artículo 223 establece que la programación difundida por radio y televisión, en el marco de la libertad de expresión, debe propiciar, entre otras cosas, “la difusión de las ideas que afirmen nuestra unidad nacional”. Nada más contrario a esa unidad que reproducir mensajes que degradan y marginan a millones de mexicanas y mexicanos que han migrado o que viven en la frontera, así como a sus familias.

Y el artículo 256, relativo a los derechos de las audiencias, reafirma que la programación debe fomentar los valores de la identidad nacional, respetar los derechos humanos y promover la no discriminación. Este mensaje de TelevisaUnivisión atenta precisamente contra todo eso: degrada la identidad, niega derechos, discrimina, estigmatiza.

Este hecho se suma a los múltiples agravios de la nueva administración Trump hacia México, incluidos sus anuncios sobre una política arancelaria agresiva que amenaza con entorpecer aún más la relación bilateral. En ese contexto, permitir la transmisión de estos mensajes en la televisión mexicana es ofensivo para millones de familias migrantes y para un país que ha sido socio, vecino y -aunque con frecuencia maltratado- aliado de Estados Unidos.

TelevisaUnivisión debe, cuando menos, transparentar esta decisión: explicar por qué están transmitiendo ese material en México, con base en qué criterios editoriales o comerciales, y ofrecer una disculpa pública a sus audiencias, especialmente a la comunidad migrante y a sus familias, que han sido vilipendiadas en sus pantallas.

Y la Secretaría de Gobernación, como autoridad encargada de la supervisión de contenidos en radio y televisión, tiene la obligación de analizar este hecho a la luz de sus atribuciones legales. Si no lo hace, seguirá abierta la puerta a más discursos de odio, disfrazados de mensajes políticos. Televisa no tiene remedio, pero el Estado mexicano sí tiene la responsabilidad y la oportunidad de actuar con firmeza.

NAVEGANDO POR EL ETER

Y ya que hablamos de TelevisaUnivisión, la actriz Angélica Rivera se reintegra a la empresa en una producción llamada “Con esa misma mirada”. Fue recibida con bombo y platillo, así como con una gran cobertura mediática. Para quienes la contrataron, atrás quedaron los cuestionamientos e investigaciones de la Fiscalía sobre actos de corrupción que se habrían cometido durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, su exesposo. Pero no es así. De acuerdo con el periodista Miguel Badillo, de Contralínea, la FGR investiga por lavado de dinero, enriquecimiento y evasión a 19 familiares y socios de las familias Peña Nieto y Peña Del Mazo, entre las cuales aparece la afamada actriz. Fiel a sus orígenes priistas, Televisa nos recuerda aquella frase que con frecuencia decía el expresidente Andrés Manuel López Obrador en “La mañanera” sobre los políticos corruptos: “El peor de los males era que robaban y ni siquiera perdían su prestigio o respetabilidad”. Y por lo visto, eso parece ocurrir o eso pretenden que creamos desde la pantalla de la televisora.