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Doble rasero de la Fiscalía para víctimas de delitos: resuelve caso mediático de diputado en horas y congela otras denuncias
A 10 meses de haber denunciado penalmente a su presunto agresor, Andrea enfrenta la postergación de la Fiscalía estatal, mientras la Ibero León activó el Protocolo que condujo a la destitución del profesor señalado
Como un aparente ‘hábito profesional’ Renato Padilla ha mantenido una estrecha relación con sus estudiantes como docente de bachillerato en el Instituto Lux, así como en su paso como académico en la Universidad Iberoamericana de León. Esa conducta de confianza ocultó para una de sus alumnas un abuso que la llevó a denunciarlo penalmente por un presunto delito sexual, un caso que la Fiscalía estatal mantiene congelado desde hace más de un año.
La dilación de la Fiscalía en el caso de Andrea* contrasta con la inmediata resolución que se dio al mediático caso de abuso sexual que implica al diputado electo de Acción Nacional, Jorge Romero Vázquez, quien este martes fue vinculado a proceso por el delito de violación espuria tras una audiencia que se prolongó hasta altas horas de la noche.
Aunque el caso motivó el inicio de la carpeta 100205/2020 de la Unidad de Atención Integral de las Mujeres de la Fiscalía estatal, han transcurrido 10 meses de una investigación plagada de “omisiones” en sus diligencias. Así lo denunció la abogada María Carré del despacho Trejo, Isais & Sierra-Carré, quien desde 2020 se convirtió en asesora legal de Andrea.
Mientras que la Universidad Iberoamericana atendió y procedió ante la queja interna presentada por el proceder del académico, el Lux decidió pasarlo por alto.
Padilla Gómez, ahora ex académico de la Ibero León en la Licenciatura en Comunicación, comunicólogo y actor de teatro, fue despedido en abril pasado de la institución jesuita que también fungió como su alma máter.

Tras conocer y revisar el caso, el Comité de Atención al Protocolo de Actuación ante Situaciones de Acoso, Discriminación y Violencia de Género de la Ibero resolvió que Padilla Gómez “no cuenta con las competencias necesarias para relacionarse y guiar adecuada y eficientemente a sus estudiantes”.
El trasfondo de aquella resolución es una denuncia penal por presunto abuso sexual cometido por el ex académico en 2017. Andrea, quien fue su alumna en el Instituto Lux, y años más tarde en la Universidad Iberoamericana -donde coincidieron en un taller para la creación de cómics- tomó coraje del movimiento feminista y de sus propios procesos personales para denunciar a su agresor ante el Ministerio Público en noviembre de 2020.
Ignorando la resolución de la Ibero, y con pleno conocimiento de que el profesor tiene una denuncia penal por abuso sexual, el Instituto Lux ha mantenido a Renato Padilla como coordinador de 4° grado de preparatoria hasta el día de hoy. De manera extraoficial, se informó a POPLab que la propia institución avisó al profesor que desde la Fiscalía trató de verificarse su estatus como docente, quebrantando la cautela y discreción que exige el caso.
María Carré, asesora legal de Andrea, denunció en entrevista para POPLab que desde un inicio el resguardo de la evidencia fue deficiente. Entre los datos de prueba que extravió la Fiscalía, se encontraba la copia de una carta entregada por Renato Padilla a la víctima y los accesos a redes sociales para verificar las conversaciones en las que el profesor hizo reiteradas insinuaciones sexuales a la estudiante.
“Cuando solicitamos que extrajeran las conversaciones, me dijeron que no tenían la contraseña, pero eso fue 3 meses después de que se entregó. Yo tenía el acuse de que se había dado, tuvimos que volver a entregarla”.
Con ello, la Fiscalía deberá acreditar el abuso cometido por Renato Padilla luego de transgredir la relación vertical y de confianza que sostuvo con quien fue su alumna.
“Este tipo de situaciones son las que motivan a Andrea a hacerlo público, sobre todo para ejercer presión a la Fiscalía, no para que resuelva positivamente, es decir, no para que decida judicializar y ejercer acción penal, sino para que resuelva, punto. Sea archivando o sea ejercitando acción penal”.
Hasta el cierre de edición de este texto, la Fiscalía estatal no proporcionó información del caso a este medio de comunicación.

Historia
“Tenían una convivencia en la que ella se sentía segura, no era un ambiente hostil para ella. Ella siempre ha dicho que no lo veía ni siquiera como su amigo, sino como un guía, como una persona en la que podría apoyarse intelectualmente”, narró María Carré, asesora legal de Andrea.
Andrea y su presunto agresor, coincidieron por primera vez en 2012, cuando la entonces adolescente formaba parte de la comunidad estudiantil del Instituto Lux, donde Renato Padilla imparte clases hasta la fecha.
La asesora del caso recuerda -con base en las declaraciones de Andrea- cómo Renato Padilla sostuvo una relación estrecha con su alumnado, con quienes tenía una diferencia de edad que rondaba los 11 o 12 años. Sin embargo, el profesor “buena onda” no dejaba pasar la oportunidad de lanzar comentarios de índole sexual a sus estudiantes, sin importar la relación de autoridad y la minoría de edad de los alumnos.
En aquella época, los mensajes inapropiados de Renato comenzaron a invadir la privacidad de las redes sociales de Andrea, sin que en ese momento la joven sospechara de la conducta del profesor. Con el tiempo, los mensajes pasaron de cuestionamientos banales hasta comentarios subidos de tono que inevitablemente, prendieron los primeros focos rojos.

En 2016, Renato y Andrea coincidieron de nuevo en la Universidad Iberoamericana de León, donde él impartía clases y talleres. En 2017, Andrea se unió a un taller de creación de cómics impartido por el comunicólogo, a quien todavía consideraba un tutor académico tras la cercanía generada durante la preparatoria.
Las visitas a la casa de Padilla, que habitaba con su esposa, se volvieron frecuentes al punto de que la pareja se involucró cercanamente con Andrea.
“Obviamente esa convivencia la llevó a compartir más allá, su vida personal, de ser partícipe a Renato y en algunas ocasiones a su esposa de sus problemas familiares”.
La primera vez que Padilla violentó la confianza de Andrea se encontraban a solas. Él intentó besar a la joven, hasta que ella dejó en claro que no estaba interesada en nada más que la relación de tipo académico que mantuvieron durante los últimos años.
“Desde mi perspectiva, al fungir primero como una autoridad, y después allegarse incluso de las situaciones que provocaban vulnerabilidad en ella es más factible su manejo hasta el punto que él quisiera llevarla”.
En el verano de 2017, mientras se llevaba a cabo el taller de cómic impartido por Padilla en la Ibero León, el académico aprovechó otra visita de Andrea a su domicilio para cometer la presunta agresión sexual que impactó en la vida personal y académica de Andrea.

Después, Renato Padilla entregó una carta a su alumna, donde expresó su fascinación por lo que él manejó como si fuera un encuentro consensuado.
A partir de ahí, comenzó el suplicio de Andrea al coincidir con su agresor en los espacios universitarios de uso común: pasillos, salones, incluso dentro de su propio círculo amistoso, dentro del cual Renato Padilla comentó lo sucedido como un logro entre estudiantes y al menos otro académico de la Universidad Iberoamericana.
“Ella se sintió abusada, devastada por eso que había decidido, culpable por haber dicho que no quería, incluso como personalmente desubicada en cuanto a que ella tenía cierto cariño por la esposa de Renato y que eso no era algo que ella hubiera deseado ni pedido”.
Un protocolo mejorable
Como cualquier espacio de la vida pública y privada, las universidades no están exentas de convertirse en sitios que vulneren la dignidad de las mujeres. Toda estructura académica, desde el rector hasta la comunidad estudiantil, pueden pasar de ser un espacio de aprendizaje y seguridad, a un suplicio para aquellas que han sido violentadas, sobre todo, por quienes forman parte de esa estructura.
A pesar del resultado favorable en el caso de Andrea, estudiantes de la Ibero León remarcaron las debilidades del Protocolo que brinda atención a casos de acoso, discriminación y violencia. Uno de los cuestionamientos, radica en que el Protocolo atiende de manera general cualquier caso, y no específicamente para resolver en situaciones de violencia de género.
Integrantes de la Colectiva Sorelle, que surgió como un contrapeso tras el asesinato de la estudiante Nadia Rodríguez Saro -alumna de la Ibero ultimada a balazos la madrugada del 8 de marzo de 2020 en Salamanca-, señalaron que el Protocolo “no atiende a las necesidades primarias de las mujeres de la comunidad de la Ibero León”.
“Alguno de los comentarios que tenemos es justamente que el protocolo abarca a todos los grupos vulnerables de la universidad y esto hace que se pierda mucho la efectividad, porque cualquier caso puede entrar. No hay algo muy específico para atender violencia contra las mujeres en razón de género”.
Además, el hecho de que el Comité de Atención al protocolo, encargado de dictaminar está conformado por perfiles administrativos y académicos de la Ibero, que ejercen un papel de juez y parte en la atención a los casos. Los perfiles fueron señalados por carecer de una formación en perspectiva de género.
“Son personas que están dentro de la Procuraduría y del Comité, que son parte de la administración de la Ibero, no tienen formación con perspectiva de género y por ende no ven el protocolo con esa óptica”.
* El nombre de la víctima fue reemplazado por motivos de seguridad.
1 de septiembre de 2021, 13:32
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