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Hacer del dolor y la pérdida, una fortaleza: familias de desaparecidos plantan cara a la omisión del estado
Confiesan que desde el primer día que perdieron el rastro de sus hijos, hijas, hermanos, esposos, se les rompió la vida; muchas logran transformar la tragedia en misión de vida, "hasta encontrarlos"
* Con imágenes de Juan José Plascencia
No han dejado de gritar por nueve años. Su pancarta es la que encabezó la primera marcha en León de familias de personas desaparecidas en los años recientes. Son mujeres, familiares de los migrantes de San Luis de la Paz desaparecidos en 2011 cuando viajaban rumbo a Estados Unidos, y son las que marcaron el paso a un heterogéneo grupo de personas lacerado por el mismo dolor.
Mientras gritan consignas, piensan en su hermano, su hija o su esposo, si está vivo, si está viva. Se preguntan ¿Qué comerá?, con el frío, ¿cómo dormirá?, ¿estará trabajando ahora bajo los rayos del sol?, ¿lo golpearán?... Si su ser querido ya no está, también quisieran saberlo, para poder por fin descansar y tener un lugar a dónde ir a llorarle, para recuperar la armonía vital.
El caso de los migrantes de San Luis de la Paz se ha comenzado a conocer masivamente apenas unos tres años atrás, sin importar lo grave que es. Las mujeres que hoy sostienen un rosario sobre la pancarta con la veintena de fotografías provienen, unas, de la cabecera municipal, otras, de comunidad. No todos los migrantes han tenido seguimiento, hay familias a las que aún las ahoga el miedo para exigir respuestas, pero Evelina Guzmán y un puñado más de hermanas y esposas no permitirán que su desaparición caiga en el olvido en Guanajuato y en México entero.

Buscan a un hermano, a un tío. Harán lo que tengan qué hacer: ahorrar para desplazarse, dejar encargadas a sus familias, aprender la terminología forense, enfrentarse a la omisión de las autoridades, de todas ellas, porque sea federal, sea estatal, "todos son lo mismo".
Más de 5 horas de viaje en autobús las separan de su hogar, pero decidieron acudir a la marcha en León para hacer visible el calvario que sufren día a día bajo la mirada perdida, vacía, indiferente y muchas veces, fastidiada, de las autoridades encargadas de garantizarles, primero, esa seguridad, y cuando eso falló, de que habrían de buscar a las víctimas y castigar a los culpables.
Cuando acuden a la Fiscalía, encabezada por Carlos Zamarripa, la respuesta que reciben es “Señora, regrese en un mes, no es la única”.
Vivir con el pesar constante de la ausencia
A las esposas y hermanas de los migrantes les extrañó que pasara una semana y no llamaran de que ya hubieran llegado a EU.
"Extraño mucho a mi hermano (José Antonio Guerrero). Él era solo (soltero), vivía todavía con mi mamá. Es el más buena gente de los hermanos, siempre nos llevaba a todos lados en su camioneta, nos seguía mucho, por eso lo extrañamos tanto", dice Adelina(*), su hermana. "Pero al menos él ya tenía 36 años (cuando desapareció), había vivido ya algo. Pero mi sobrino (Rafael Paz), él tenía apenas 19 años".

Por eso no se callan, por eso no le dan el cierre que sugirió la psicóloga de la entonces Procuraduría: "Ya para qué los buscan, ya háganse a la idea". No, ellas no van a resignarse. "Ahi mientras pueda, lo voy a buscar, y les digo a mis hijas que cuando yo ya no esté, ellas sigan buscando a su tío".
Su colectivo se llama "Justicia y esperanza".
Pero el tiempo se agota. "Mi papá se murió sin saber de su hijo". Las dos hermanas coinciden en que ya "han encargado" a sus respectivas familias, a sus hijos e hijas, por si algo les pasa. Saben que no van seguras cuando participan en un movimiento que es tan molesto, no solo para las autoridades. "Estamos dispuestas a todo. Las demás a lo mejor no, pero yo sí, yo lo quiero encontrar".
Cazadores leoneses entregados por policías a grupo criminal
En la marcha hubo también representantes de familias de otro caso tan lejano como 2010: el de los cazadores del barrio del Coecillo privados de su libertad en Zacatecas. Las dos mujeres buscan a una parte de su corazón. Una busca a su hijo, Mario Alberto Reyes Mata, de 26 años al momento de su desaparición, y la otra a su marido, Héctor González Cervantes, de 36.
Contaron a POPLab detalles poco conocidos del caso, como que fueron a ese rancho en Zacatecas porque un cliente los invitó, ellos se dedicaban a la venta de zapato en zona piel. No era la primera vez que los invitaba. Fueron a cazar, era sábado, el lunes que regresaban, fueron detenidos por policías del municipio de El Plateado de Joaquín Amaro, que los entregaron a su vez a un grupo de la delincuencia organizada. Un joven de 15 años salvó la vida y la integridad, cuando los mismos criminales lo llevaron a la central de autobuses, le dieron dinero para que comprara su boleto y se regresara a León. A los ocho adultos se los llevaron, uno de ellos escapó, herido, y gracias a él se supo que fueron torturados.

De Mario Alberto, Héctor y los otros cinco, nada más se sabe. Sus familias cumplieron ya 10 años de incertidumbre. Y de vueltas y vueltas a las oficinas de la fiscalía. "Nos citan y nos citan para decirnos lo mismo", que están trabajando. "Pero nosotros queremos saber algo diferente".
El papá de Alan Josúe Bocanegra López es el que no deja tampoco que se olvide el asunto, aunque todas las familias están en constante comunicación y siguen la búsqueda. La esposa de Héctor González dijo con una sonrisa triste que después de 10 años, de verse hasta en los peores momentos, ya son todos una misma familia. Los une el dolor y la urgencia de saber dónde están.
Con todo, reconocen que los talleres y la ayuda que han recibido gracias a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), les ha servido a ellas, mas no a que se resuelva el caso, que está en la jurisdicción federal. Vinieron a pedir una vez más que las autoridades de Guanajuato presionen para que las de Zacatecas y la Fiscalía General de la República se pongan a trabajar de una vez.
"Estamos inconsolables desde que mi hermano desapareció"
Eduardo Ismael Cabrera Crespo de 38 años de edad, desapareció el jueves 21 de noviembre en León, Guanajuato, esa noche, simplemente, no llegó a su casa. POPLab conversó con una de sus hermanas, la que trabaja y cuida a los niños, pero que ese día hizo el esfuerzo de acudir a la marcha, con todo y el miedo.

Natalia(*) habló todo el tiempo con los ojos húmedos. La desaparición de su hermano es muy reciente, en su familia aún lloran todo el tiempo, pero tienen que ser fuertes, por su cuñada y por su sobrino. El momento más difícil, dijo, fue tenerle que decir a su mamá que Eduardo "estaba perdido". Y despertarse cada día preguntándose si está, dónde está, qué come, si tiene frío. Y si ya no está... "Lo único que nos sostiene es nuestra fe en Dios", dijo. "Nos ponemos en sus manos".
Natalia miraba sus zapatos mientras estaba sentada en el suelo, mientras esperaba a que su otra hermana entraba junto con el grupo de familiares a las oficinas de la Subfiscalía a pedir los avances del caso. Es la primera vez que tiene contacto con el colectivo de familias de desaparecidos, y aunque esperaba más gente, porque non son los únicos, conoce más casos de leoneses desaparecidos. Tan solo su vecina tiene 5 años sin tener noticias de un hijo. Entiende que deben tener paciencia, aunque le costó enterarse que en el colectivo hay gente con meses y años, inclusive, buscando a su ser querido.
Solo quieren que su caso se esclarezca, sea lo que sea.

La experiencia del acompañamiento con otros colectivos
Convivir con otras familias de personas desaparecidas, no solo de Guanajuato, sino de todo el país, les permite aprender nuevas rutas. Cuentan que han platicado con gente de Coahuila en su situación, han aprendido que las autoridades han dejado de ser un obstáculo, si se apoyan entre familias.
Encontrarse con familias como la de Natalia, que recién perdieron el rastro de alguno de sus miembros, los hace reconocerse en la desesperación, el caos, la tristeza, la ignorancia y la prisa por hacer algo, lo que sea.
POPLab les pregunta a Adelina y a su hermana (caso migrantes) qué se les dice a Natalia y a otras familias con casos recientes. "Nada, ¿qué les puedes decir? Así estaba uno. Lo más (que se puede) es llorar junto con ellas". Apoyarlas, estar presentes, únicamente. No dejarlos solos como ellos lo estuvieron antes.

Agentes, sobrepasados
Hay una dolorosa coincidencia en los casos de desaparecidos, sean los cazadores, los migrantes, o el joven padre de familia que recién desapareció en noviembre: cada tantos meses les cambian al agente del ministerio público, que debe empezar desde cero a conocer el caso, entorpeciendo una y otra vez el avance. Como ejemplo: el caso de los migrantes de San Luis de la Paz lleva hasta el momento más de 260 tomos, cada uno de 500 a 800 hojas. ¿Quién puede manejar esos volúmenes de información?
Y simplemente, algo tan básico como la misión de un agente del MP, ellos la resumen a "Me compete buscar al culpable (del delito), a ellos (las personas desaparecidas), no". Porque además de piedad, de empatía, lo que les falta a los ministerios públicos es capacitación. "A ellos, a diferencia de nosotros" (los familiares), "a ellos sí les pagan" (tanto un salario, como las capacitaciones).
Cincuenta personas, cincuenta pesares, sin cuenta
En el contingente que partió la abrasadora tarde del martes del Parque Juárez rumbo a la Subfiscalía de la región A, en el km 4.5 de la carretera León-Cuerámaro. Ocuparon un solo carril, "no queremos violencia, ni afectar a nadie".
Una de las líderes indiscutibles y no solo del Colectivo “Justicia y Esperanza” de San Luis de la Paz, es Evelina Guzmán. Esta joven madre y esposa ha dejado de lado su vida normal para pedirle cuentas al mismísimo gobernador. El que sea, el de turno. Todo por buscar y encontrar a su querido hermano Samuel Guzmán Castañeda.
Está terminando la prepa y quiere estudiar Derecho. Lo necesita, para poder hablar al tú por tú con los agentes del MP. Sin embargo, ya tiene lo más necesario: valor. Para pedirles que hagan ya la geolocalización de las pistas mas recientes, para solicitarles (una vez más) el mapeo de cierta zona...
Y cree entender el por qué de la pasividad de las autoridades ante el fenómeno de los desaparecidos:
"No le conviene a Zamarripa saber la magnitud del problema."

Ese día, las familias acudieron a la Subfiscalía en León para exigirle a las autoridades no evadir los señalamientos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de que no reclasifica delitos, de "no localización" o "secuestro" a "persona desaparecida", pasado el tiempo estipulado en la ley. Pero sobre todo, exigieron que desde el primer momento se busque a la persona que les reportan, para que sea más probable encontrarla con vida. El grito aprobatorio a este último punto fue el más ensordecedor.
Al llegar frente a las oficinas de la Fiscalía, los asesores piden a las familias de León levantar la mano, van a entrar para pedir sus carpetas. Los carteles de desaparecidos en la ciudad abundan en las redes sociales, pero solo seis tímidas manos se levantan. Los representantes entran arropados por otras personas del colectivo, por los asesores. No están solos en esto.
"Reunirse tampoco es claudicar". Lo explica Raymundo Sandoval, académico y asesor de los colectivos presentes. "Reunirse con las autoridades no es bajar los brazos o que se termine la presión. No se negocia la vida de nadie, se mantiene el compromiso" de demandar acceso a las carpetas de investigación, de exigir justicia para cada caso individual, de presionar a los funcinarios de las subfiscalías para que hagan su trabajo.
"Todos los casos son importantes y todos se deben atender de manera adecuada", dijo José Gutiérrez, el fundador del colectivo "A tu encuentro". Horas después de esta marcha, el asesor y una colega, Janet Miranda, regresaban a sus casas cuando en Irapuato fueron víctimas de una persecución y de amenazas por teléfono; organismos y activistas han exigido protección para ellos.

La verdadera, gran tragedia
Evelina Guzmán resume "Lo que te tumba la vida no es que se los hayan llevado, más bien, el trato que las autoridades nos han dado, la falta de voluntad para apoyarnos", para ella esa es la verdadera tragedia.
"Y no solamente el de ahorita, (el gobernador) Oliva lo sabía, Márquez lo sabía, Diego lo sabe, ¿y qué han hecho?". Solo palabras, no dan agilidad a los casos, lamentó.
Una autoridad, un gobierno, todos los gobiernos, les han fallado. De ellos ya no esperan gran cosa. Por eso se han levantado para exigir: #SinLasFamiliasNo. Que no avance sin ellas la legislación sobre víctimas y desaparición de personas. Que las familias tengan acceso a las carpetas de sus casos y a ir siempre por delante, empujando.
"He llegado ya muy lejos", dice Evelina, con los ojos llenos de lágrimas. "Cuando encuentre a mi hermano, le diré, (mira), no descansé hasta encontrarte".
(*) Algunos nombres son ficticios para proteger la identidad de las personas.
FE DE ERRATAS
En la nota "Reconoce Luis Ernesto Ayala 'cifra imprecisa' de Fiscalía sobre desaparecidos, rehúsa hablar sobre fosas clandestinas", publicada el 10 de enero pasado, la información del caso de los Migrantes de San Luis de la Paz tuvo una imprecisión: el nombre del coyote que llamó a su esposa estaba incorrecto, no se trató de José Guadalupe Almaguer, de Los Dolores, sino de José García Morales, de La Escondida. Esta persona es la única reportada hasta el momento como localizada (finada); fue encontrada en las fosas de San Fernando, Tamaulipas, mientras que José Guadalupe Almaguer como el resto de sus compañeros, continúa con estatus de desaparecido.
A nombre de POPLab, les ofrecemos una sincera disculpa.
21 de febrero de 2020, 11:52
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