omingo Elizarrás ha trabajado durante la mayor parte de sus 75 años como productor de maíz, sorgo y cebada en Abasolo, en el estado de Guanajuato, México. En 2024 contrató los servicios de una empresa para nivelar sus parcelas con tecnología láser a ver si esa acción le abría la puerta al financiamiento que ofrece el Fondo de Agua Cauce Bajío para proyectos que reducen el uso del recurso. Sin embargo, no lo logró.
“Hice todo lo que me dijeron. Para mi expediente tomaron fotografías, y no quedé en el programa. Solo me dijeron que estaba en lista de espera”, recuerda Elizarrarás frente a sus parcelas que ahora lucen inundadas.
El Fondo de Agua Cauce Bajío, en el que participan empresas como Coca-Cola, Pepsico, Cervecería Grupo Modelo y Grupo Peñafiel, entre otras, nació en el 2020 por convenio entre el gobierno de Guanajuato y la Fundación Femsa. Al año siguiente comenzó a ejecutar proyectos para ahorrar agua en las áreas agrícolas de ese estado, como el programa piloto de nivelación de tierras al que Elizarrás aplicó sin éxito. Buscaba reducir el consumo del recurso en las zonas agrícolas, para abastecer mejor a los habitantes de los núcleos urbanos. Pero no hay certeza sobre los resultados.
Óscar Leal, director del Fondo de Agua Cauce Bajío, dijo en una entrevista que entre 2021 y 2023 cada parcela ha ahorrado entre 3.000 y 3.400 metros cúbicos anuales. Como este programa del fondo ha nivelado 1.412 parcelas, esto da como resultado alrededor de 4,37 millones de metros cúbicos de agua ahorrados al año, un volumen que representa alrededor de 2,5% del consumo anual de las industrias de ultraprocesados en México, según los datos recogidos para esta investigación.
Si bien hay claridad sobre los resultados de este proyecto del fondo guanajuatense, en general, la información sobre los fondos de agua no es del todo transparente. El de Cauce Bajío es uno de los tres fondos de agua que existen en México y uno de los 28 que existen en América Latina, pero no hay suficiente claridad sobre los frutos que han dado para resolver la crisis hídrica y mejorar el uso del agua.
Intentamos obtener información sobre los fondos que operan en cuatro de las economías más grandes de América Latina –Argentina, Brasil, Colombia y México– para conocer la incidencia de estos programas en la gestión hídrica de las empresas de ultraprocesados. Pero solo logramos conocer el detalle de unos pocos.
Según la Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua – que coordina la gestión de los mismos– las empresas e instituciones que participan en los fondos han invertido US$ 50,3 millones en los últimos 13 años. No obstante, no pudimos conocer cuánto de ese dinero se ha ejecutado ni los resultados concretos obtenidos. Al menos en Colombia y México encontramos un acceso limitado a algunos datos financieros, mientras que para Argentina y Brasil solo pudimos retratar algunos resultados por medio de los informes de responsabilidad social y de entrevistas con voceros de algunas de las empresas participantes. Solicitamos datos al Banco Interamericano de Desarrollo y a la Fundación Femsa –dos de los principales socios de la alianza regional–, pero no habían contestado al momento de esta publicación.
Detrás de los fondos de agua hay una gestión público-privada en la que las autoridades regionales trabajan en alianza con las empresas que financian los proyectos, buena parte de ellas productoras de comestibles ultraprocesados y bebidas azucaradas. Los fondos de agua son impulsados por The Nature Conservancy (TNC), una organización global que trabaja en proyectos medioambientales en casi un centenar de países. Alejandro Calvache, coordinador de fondos de conservación de esa entidad, explica que la mayor parte de los recursos proviene del sector privado y se ejecutan bajo lineamientos y objetivos muy precisos.
“Cada uno de los fondos tiene un esquema de gobernanza, ya sea una junta directiva, un comité técnico o un directorio que acuerda un plan de trabajo específico, define las prioridades en función de estos planes estratégicos y hace un acuerdo desde el órgano rector de cada fondo para definir cuáles son las prioridades y qué tipo de acciones se deben ejecutar cada año”, señala Calvache.
Gabriel Martone, ex especialista en Brasil de TNC, confirma que los fondos tienen un sistema de gobernanza interna muy estricto que vigila el cumplimiento de objetivos e indicadores. “Con esto se generan informes que muestran si se están cumpliendo las metas, incluyendo indicadores hidrológicos. Los informes con los que trabajé contaban con estándares e indicadores sociales y ambientales para realizar este control en el tiempo. Muchos fondos de agua se asocian con ayuntamientos y gobiernos locales y, por lo tanto, necesitan transparencia”, resalta.
Las empresas de ultraprocesados que donan dinero a los fondos de agua lo hacen dentro de sus programas de responsabilidad social, aunque con la mira en no perder el suministro que necesitan. Sin embargo Calvache, representante de TNC, dice que estas empresas no tienen tanta injerencia como se cree en los fondos de agua. “Tienen algún tipo de privilegio en la toma de decisiones, porque hacen parte de los órganos de dirección. Pero la virtud de los fondos de agua es que permite hacer acuerdos con autoridades ambientales, con otras empresas, con las comunidades para tener una visión conjunta de la cuenca y que trabajen en los problemas realmente prioritarios”, dice.
Las empresas de ultraprocesados ofrecen pocos detalles sobre la ejecución de los fondos de agua en los que participan. Los reportes anuales de sustentabilidad y responsabilidad social de compañías como Coca-Cola Femsa, Pepsico, Danone, Quilmes y Nutresa publican pinceladas sobre su gestión en esos mecanismos. Les solicitamos información detallada, pero solo los representantes de Quilmes y Aguas de Origen –propiedad de Danone–, en Mendoza, respondieron acerca de las operaciones del único fondo que opera en Argentina, el del río Mendoza.
Al respecto, Danone detalló que han enfocado su participación en el fondo en definir las intervenciones prioritarias que requiere el río Mendoza y que, por ello, se delimitó un Plan Estratégico 2022-2027 con la meta de reducir la tasa de pérdida de suelo por erosión hídrica en 12%, proteger 20.000 hectáreas de áreas naturales para reducir los riesgos aluvionales y mejorar la gestión de agua en la agricultura.
Como señalaron representantes de la empresa Aguas de Origen, “la intención es crear un impacto duradero y significativo que contribuya positivamente a la seguridad hídrica. Hace falta tener los mismos criterios de medición, donde los ejes cantidad y calidad de agua son clave para evaluar si los proyectos que impulsa el Fondo de Agua del Río Mendoza efectivamente contribuyen a la seguridad hídrica, según las problemáticas priorizadas en el proceso de estudios previos, y las emergentes de la ejecución de proyectos”.
Por su parte Vanesa Vázquez, responsable de sustentabilidad de Cervecería y Maltería Quilmes, señala que decidieron impulsar el fondo de agua en 2018 debido a la escasez que se presenta en Mendoza. “Nos planteamos que todas nuestras cervecerías en comunidades con estrés hídrico tengan mejoras en calidad y disponibilidad de agua”, enfatiza.
Según Lía Martínez, directora ejecutiva del fondo de Agua de Mendoza, ella busca en su gestión que Danone y Quilmes tengan que devolver el agua que usan a la cuenca donde operan. De hecho explica que, como Coca-Cola recién está de vuelta con una planta en esa provincia, están en negociaciones para involucrarla en el fondo de agua del río Mendoza.
No siempre pudimos obtener suficiente información financiera sobre el manejo de los fondos. Uno de ellos, la Corporación Cuenca Verde, que opera en Medellín, Colombia, registró ingresos totales por US$ 1 millón al cierre de 2022, el último informe financiero disponible. El reporte no detalla cómo se ejecutó ese dinero en los programas del fondo, en el que participan empresas como Nutresa, Postobón y Coca-Cola Femsa.
En otros fondos hay algo más de transparencia. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público de México, que registra las donaciones hechas a las organizaciones no gubernamentales, reportó que el fondo de agua Cauce Bajío recibió US$ 118.900 en aportes voluntarios al cierre de 2023. De estos, un 45% fueron destinados a la seguridad hídrica de la población urbana en Guanajuato, mientras que un 31% se enfocó en mejorar la sustentabilidad de la agricultura regional. El 24% restante se destinó al uso eficiente del agua en las zonas rurales.
Pero no fue posible conocer este nivel de detalle en el resto de los fondos de agua que operan en Argentina, Brasil y México. En todo caso, los expertos consultados destacaron que estos instrumentos tienen un impacto innegable en la conservación del agua a futuro. Al respecto, Cíntia Mara Ribas, académica en gestión ambiental en la Universidad Positivo de Curitiba en Brasil, resalta que la crisis del agua mueve al sector industrial a actuar en conjunto, porque saben que sin ese recurso no pueden producir.
“Esos fondos acaban generando rendimientos financieros que son aplicados para proyectos de conservación de recursos hídricos, desde la implantación de programas con soluciones basadas en la naturaleza”, explica Ribas.
De todas formas, lleva su tiempo para que un fondo comience a alcanzar resultados tangibles. Yesid González Duque, director de la Asociación de Corporaciones Autónomas Regional (Asocar) de Colombia, recuerda su experiencia en la conformación del fondo de agua Manantial Pubenza, en Popayán. “Los primeros tres años fueron más para comenzar a construir o convencer a la gente de buscar aliados”, explica.
No se trata solamente de contar con empresas que impulsen los programas de gestión hídrica del fondo, sino también de asegurar su financiación y, por lo tanto, su sostenimiento a largo plazo. Ese punto inquieta a algunos de los expertos consultados. “Buscamos identificar fuentes de financiación un poco más constantes. Hoy en día, en su gran mayoría los fondos se alimentan con recursos recurrentes de planes anuales y de contribuciones desde las empresas, pero por supuesto que eso puede cambiar”, advierte Calvache.
Por eso, destaca que The Nature Conservancy busca definir una estrategia que asegure un flujo seguro de dinero a los fondos de agua, mediante marcos regulatorios o esquemas financieros innovadores. “La verdad es que después de todos estos años los fondos se mantienen y se ha hecho un gran trabajo para subsistir. Siempre está allí la pregunta de cómo asegurar los recursos, sobre todo después de los últimos cinco años, con períodos tan duros en la economía por la pandemia”, concluye.